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CLASES DE LITERATURA (BOL)

Berkeley, California, otoño de 1980. En la cima de su carrera y después de años de negativas, Julio Cortázar acepta dar un curso universitario de dos meses en Estados Unidos. Las clases tratan de gran diversidad de temas: la musicalidad, el humor, el erotismo, la imaginación, el realismo, la literatura social, las trampas del lenguaje... y llegan a su punto de máximo interés cuando Cortázar analiza su obra: cómo nacieron los cronopios y sus insuperables cuentos; el sentido de Rayuela y su proceso de escritura; el desafío de Libro de Manuel. En esta minuciosa y fiel transcripción de trece horas de grabaciones aparece, junto al Cortázar cercano, inmensamente culto, honesto e imaginativo, ese otro que nos quedaba por conocer: el profesor que entra en el aula y sonríe.
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CLAROS VARONES DE CASTILLA (RAE)

En su dedicatoria a la reina Isabel, Pulgar define con claridad el propósito de su galería de retratos, dejando clara la raigambre clásica de su inspiración: «Yo, muy excelente reina y señora, criado desde mi menor edad en la corte del rey, vuestro padre, y del rey don Enrique, vuestro hermano, movido con aquel amor de mi tierra que los otros hobieron de la suya, me dispuse a escribir de algunos claros varones, perlados y caballeros, naturales de vuestros reinos, que yo conocí y comuniqué, cuyas hazañas y notables hechos, si particularmente se hobiesen de contar, requería hacerse de cada uno una gran historia. Y por ende, brevemente, con el ayuda de Dios, escribiré los linajes y condiciones de cada uno y algunos notables hechos que hicieron, de los cuales se puede bien creer que en autoridad de personas y en ornamento de virtudes y en las habilidades que tovieron, así en la ciencia como en las armas, no fueron menos excelentes que aquellos griegos y romanos y franceses que tanto son loados en sus escrituras»
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CLARABOYA (BOL)

La novela perdida de José Saramago. Donde todo comenzó... Amanece en Lisboa. En una mañana de mediados del siglo XX, la mirada del novelista se asoma a la ventana de un vecindario. Se anuncia un día no muy diferente de los demás: el zapatero Silvestre, que abre su taller; Adriana, que parte hacia el trabajo mientras en su casa tres mujeres inician otra jornada de costura; Justina, que tiene ante sí un largo día jalonado por las disputas con su brutal marido; la mantenida Lidia; y la española Carmen, sumida en nostalgias... Discretamente, la mirada del novelista va descendiendo y, de repente, deja de ser simple testigo para ver con los ojos de cada uno de los personajes. Capítulo a capítulo, salta de casa en casa, de personaje en personaje, abriéndonos un mundo gobernado por la necesidad, las grandes frustraciones, las pequeñas ilusiones, la nostalgia de tiempos que ni siquiera fueron mejores. Todo cubierto por el silencio tedioso de la dictadura, la música de Beethoven y una pregunta de Pessoa: ¿Deberemos ser todos casados, fútiles, tributables?Saramago terminó de escribir Claraboya a los treinta y un años y entregó el manuscrito a una editorial de la que solo obtuvo respuesta cuarenta años más tarde, cuando era un escritor consagrado. La escritura minuciosa y paciente retrata con maestría una época marcada por la desesperanza. Claraboya anticipa de un modo deslumbrante los elementos del universo Saramago, así como las virtudes que serán el germen de tantas obras maestras. En el texto se oye la voz de José Saramago, se reconocen sus personajes, se identifican la lucidez y la compasión que según la Academia Sueca distinguen su obra. La crítica ha dicho... «En todas las almas, como en todas las casas, además de fachada, hay un interior escondido.» Raul Brandaõ «Claraboya es un retrato luminoso sobre una época sombría; un regalo, porque los lectores pueden saciar la necesidad de seguir leyéndole.» Pilar del Río, traductora y presidenta de la Fundación Saramago «El original estaba completo. Se ha podido publicar el libro sin ningún tipo de interferencia; no le falta nada, ni un bocado. Es una novela interesantísima, con un gran número de personajes, muy elocuente y bien narrada.» Zeferino Coelho, editor portugués de José Saramago «Tal vez exista alguna ingenuidad en la elaboración de este libro, pero yo prefiero llamarla luminosidad, transparencia, y se lo agradezco. El dispositivo narrativo es, como siempre, potente y original. Una vez más demuestra poseer el don que le hizo inconfundible y único.» Inés Pedrosa, escritora «Un relato sencillo y divertido, con la fuerza y la profundidad que han definido todo el trabajo posterior de Saramago.
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