Simón Hernández, un escritor bogotano con más ínfulas que obra, ha muerto. Y en su viaje por el inframundo se encuentra con siete personajes de todas las épocas y paisajes: una monja tunjana del siglo XVII, un enterrador portugués que presencia la destrucción de Lisboa de 1755, una joven impostora colaboradora de Dumas, un soldado alemán que durante la Primera Guerra Mundial batalla contra su propia violencia, un astronauta trastornado por la experiencia de viajar a la Luna, una rabiosa rockera acechada por la fama de los ochenta y una profesora china que se bate por recuperar la humanidad en el mundo del futuro dominado por las máquinas.
En esta ambiciosa novela, Silva Romero hace un repaso por la historia de la cultura y de la especie humana a través de las empresas delirantes que asumen sus personajes. Son ocho tramas que tienen en común la defensa del individuo ante los yugos y la idea de que la muerte es una suerte de reivindicación si se logra volver a la vida.
El sargento Washington Poe está en la corte, luchando contra el desalojo de su amada y aislada granja, cuando lo citan a un burdel callejero en Carlisle, donde un hombre ha sido asesinado a golpes con un bate de beisbol. Todo hace indicar que es un simple asesinato por parte de un proxeneta, pero su asistencia fue solicitada personalmente, por el tipo de personas que prefieren permanecer en las sombras.
A medida que Poe y su inseparable compañera Tilly Bradshaw profundizan en el caso, se enfrentan a preguntas aparentemente sin respuesta: a pesar de haber sido examinados exhaustivamente para un trabajo de alto perfil, ¿por que no se verifica nada en los antecedentes de la víctima? ¿Por que se dejó un pequeño adorno en la escena del crimen y por que alguien del equipo de investigación lo robó? ¿Y cuál es la conexión con un atraco a un banco perfectamente ejecutado tres años antes, un atraco en el que no se llevaron absolutamente nada?
Se trata de una meditación que combina la crónica política, la crítica literaria y el relato biográfico para trenzar un número asombroso de historias oculares.
«Matar el ojo» abre el libro con el estallido chileno y lee ahí los mensajes explícitos e implícitos de la «visible» estrategia policial de cegar a la ciudadanía en diversas democracias contemporáneas. «Ojos prestados» regresa al episodio de ceguera experimentado por la autora para analizar cómo se ha escrito la pérdida visual en la obra de Milton, Wordsworth, Joyce, Sartre y Borges, entre otros, y cómo esas cegueras masculinas ensombrecieron las femeninas. El libro cierra con «Las casi ciegas», que narra, a partir de fascinantes hallazgos en entrevistas y cartas, las «borrosas biografías» de tres escritoras fundamentales del siglo XX -Gabriela Mistral, Marta Brunet y la mexicana Josefina Vicens- que sufrieron de la vista sin que ello llegara a manifestarse en su obra.