Annie Ernaux cuenta en estas páginas la relación que mantuvo con un hombre más joven que ella. Una experiencia que la hizo volver a ser, durante varios meses, la «chica escandalosa» de su juventud. Un viaje en el tiempo que le permitió atravesar una etapa decisiva en su escritura.
«A menudo he hecho el amor para obligarme a escribir. Quería encontrar en el cansancio, en el desamparo que le siguen, razones para no aguardar ya nada de la vida. Tenía la esperanza de que el final de la expectativa más imperiosa, la del orgasmo, me hiciera sentir la certeza de que no había goce superior al de la escritura de un libro. Quizá ese deseo de desencadenar la escritura del libro fue el que me condujo a llevar a A. a mi casa a tomar una copa después de cenar en un restaurante donde, por timidez, había permanecido prácticamente mudo. Era casi treinta años más joven que yo.»
Publicada originalmente en 1897 por entregas, El Hombre Invisible relata las contradicciones de un joven y brillante científico que se desprende de toda ética en pro de su sed de dominio y lucro personal. Este clásico atemporal del escritor británico H. G. Wells, conocido como el padre de la ciencia ficción, nos pide reflexionar acerca de los límites éticos de la ciencia en esta época de veloces avances médicos y tecnológicos.
La novela empieza en un día de nieve cerrada, con la llegada de un hombre, cubierto con vendas, sombrero y gafas oscuras, a un pequeñísimo pueblo inglés. A los pocos días, el inquietante personaje recibe un paquete con un cargamento lleno de tubos de ensayo y productos químicos, y se encierra a trabajar en un misterioso experimento. Todo indica que ha sufrido un terrible accidente. Sin embargo, la curiosidad de los vecinos puede más que la compasión y poco a poco conseguirán arrancarle a este forastero su terrible secreto.
Un frío día de invierno un desconocido llega a la posada de una pequeña localidad inglesa, abrigado de pies a cabeza, con gafas oscuras y vendas en la cara. Su carácter reservado levanta sospechas entre los vecinos, por lo que, cuando empiezan a suceder acontecimientos extraños, deciden averiguar quién es ese personaje cuyo rostro no han visto.
Publicada originalmente en 1897, El hombre invisible cuenta las contradicciones de un joven y ambicioso científico que, tras un largo y arduo trabajo, encuentra la fórmula de la invisibilidad. Pero lo que inicialmente parecía un logro brillante termina convirtiéndose en una pesadilla. En esta novela H. G. Wells expone los peligros del mal uso de la ciencia y nos invita a reflexionar sobre sus límites éticos.
Hace años tenía compañeros de armas y una causa en la que creer, pero ahora el hombre que se hace llamar Nómada solo conoce la vida a la fuga. Obligado a saltar de un mundo a otro en el Cosmere cada vez que la implacable Brigada Nocturna le gana demasiado terreno, Nómada acaba en un nuevo planeta y de inmediato se ve implicado en la trifulca entre un tirano y los rebeldes que solo pretenden evitar que los conviertan en esclavos sin mente. Y todo bajo la amenaza constante de un amanecer cuyo calor derrite la misma piedra. Incapaz de comprender su idioma, ¿sabrá navegar el conflicto y obtener el suficiente poder para saltar fuera del planeta antes de que su mente o su cuerpo paguen el precio definitivo?
El Hombre en el Castillo nos sumerge en un mundo alternativo en el cual el Eje ha derrotado a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial y los Estados Unidos han sido invadidos y divididos entre los vencedores. Mientras los nazis se han anexionado la costa atlántica, donde han instaurado un régimen de terror, la costa pacífica permanece en manos japonesas. En esta América invadida, los nativos son ciudadanos de segunda clase a pesar de que su cultura es admirada por los vencedores, hasta el punto de que uno de los mejores negocios es la venta de auténticas antigüedades americanas, como relojes de Mickey Mouse o chapas de Coca-Cola.
Una novela que se lee con la avidez de un relato de intriga pero que nos sumerge en las cuestiones esenciales de la vida.
¿Qué sucede cuando Tertuliano Máximo Alfonso descubre a sus treinta y ocho años que en su ciudad vive un individuo que es su copia exacta y con el que no le une ningún vínculo de sangre?
Ése es el interrogante que Saramago, explorando de nuevo las profundidades del alma, plantea en El hombre duplicado. ¿Cómo saber quiénes somos? ¿En qué consiste la identidad? ¿Qué nos define como personas individuales y únicas? ¿Podemos asumir que nuestra voz, nuestros rasgos, hasta la mínima marca distintiva, se repitan en otra persona? ¿Podríamos intercambiarnos con nuestro doble sin que nuestros allegados lo percibiesen?
Innovando frente a las convenciones de la novela, Saramago convierte la voz narradora en sujeto activo, en un juego metaliterario que pone al servicio de la historia y que va mucho más allá de las rupturas estrictamente formales.