De la amplia obra de Stefan Zweig, cele- brada por generaciones de lectores alrede- dor del mundo, quizá sus biografías son las que mejor dan muestra de la destreza del escritor para el retrato, de su agudeza psicológica y de la profunda comprensión del alma humana. Este volumen las reúne todas, tanto aquellas dedicadas a persona- jes insignes de la historia—Erasmo de Ró- terdam, Fernando de Magallanes, María Es- tuardo, María Antonieta, Joseph Fouche, Honore de Balzac y Marceline Desbordes- Valmore—, como las que retratan a algu- nos destacados contemporáneos y amigos del autor, como Émile Verhaeren y Romain Rolland. La reunión de estas obras ofrece al lector cinco siglos de historia en Occidente a traves de algunos de sus conspicuos protagonistas, además de una clave incomparable para entender la singularísima perspectiva de uno de los observadores más sagaces y sensibles del siglo xx.
Un estuche único con las dos primeras novelas de Javier Castillo: El día que se perdió la cordura y El día que se perdió el amor.
El día que se perdió la cordura
«A veces el destino nos pone a prueba para que sepamos que existe.»
Centro de Boston, 24 de diciembre, un hombre camina desnudo con la cabeza decapitada de una joven. El doctor Jenkins, director del centro psiquiátrico de la ciudad, y Stella Hyden, agente de perfiles del FBI, se adentrarán en una investigación que pondrá en juego sus vidas, su concepción de la cordura y que los llevará hasta unos sucesos fortuitos ocurridos en el misterioso pueblo de Salt Lake diecisiete años atrás.
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El día que se perdió el amor
«A veces el amor te pone en el camino equivocado para que sepas cuánto duele.»
A las doce de la mañana del 14 de diciembre, una joven llena de magulladuras se presenta desnuda en las instalaciones del FBI de Nueva York con varias notas amarillentas en la mano. El inspector Bowring, jefe de la Unidad de Criminología, intentará descubrir qué oculta la joven y su conexión con otro caso, el de una mujer que aparece decapitada horas más tarde y cuyo nombre coincide con el que estaba escrito en una de las notas. A medida que avance en la investigación se dará cuenta de que este caso abre antiguas heridas difíciles de cicatrizar.
Jack Duluoz (Kerouac) ha publicado una novela (En el camino) que ha alcanzado un gran éxito, pero la fama es como una fiera que lo devora. Huyendo de la imagen que los críticos y los lectores se han forjado de él, en junio de 1960 se refugia en una cabaña que su amigo Lorenzo Monsanto (Lawrence Ferlinghetti en la vida real) tiene en la costa californiana de Big Sur, entre San Francisco y Los Ángeles, donde medita, sufre alucinaciones, escribe poemas místicos, bebe como un cosaco, recibe visitas, se droga y evoca el pasado. También hace excursiones y va a ver a su viejo amigo Neal Cassady (su compañero de aventuras de En el camino, que aquí se llama Cody Pomeray).
Sus encuentros con los antiguos amigos no carecen de consecuencias, pues todos excepto él parecen haber aceptado los convencionalismos del mundo en que viven. La estancia en Big Sur es una prueba de fuego, un purgatorio cristiano o uno de los transitorios infiernos budistas que le permitirán volver a la civilización completamente transformado.
Un cajón exclusivo en el armario. La copia de una llave. Un te amo dicho a tiempo. Un mensaje agradeciendo una cena. Gestos de amor y muestras de interés que construyen los cimientos de cualquier pareja. Aunque muchas veces todo esto queda relegado por un muro que no puede atravesarse. El egoísmo, el hastío, la pereza e incluso el maltrato se entrometen en la relación y el desenlace final se vuelve inevitable, si es que antes no clausuraron la posibilidad de un verdadero comienzo.
Claire Keegan observa y escribe con la sensibilidad justa para convertir la típica historia de amor en un relato tan conmovedor como atrapante, y avanza sobre zonas incómodas de la intimidad de una pareja como la falta de generosidad o incluso el desamor. Bien tarde en el día confirma la agudeza de su estilo y se vuelve un reflejo de la imposibilidad del amor en los tiempos que corren, aunque también una vía de escape.
In a profound work that pivots from the biggest questions about American history and ideals to the most intimate concerns of a father for his son, Ta-Nehisi Coates offers a powerful new framework for understanding our nation’s history and current crisis. Americans have built an empire on the idea of “race,” a falsehood that damages us all but falls most heavily on the bodies of black women and men—bodies exploited through slavery and segregation, and, today, threatened, locked up, and murdered out of all proportion. What is it like to inhabit a black body and find a way to live within it? And how can we all honestly reckon with this fraught history and free ourselves from its burden?
Between the World and Me is Ta-Nehisi Coates’s attempt to answer these questions in a letter to his adolescent son. Coates shares with his son—and readers—the story of his awakening to the truth about his place in the world through a series of revelatory experiences, from Howard University to Civil War battlefields, from the South Side of Chicago to Paris, from his childhood home to the living rooms of mothers whose children’s lives were taken as American plunder. Beautifully woven from personal narrative, reimagined history, and fresh, emotionally charged reportage, Between the World and Me clearly illuminates the past, bracingly confronts our present, and offers a transcendent vision for a way forward.
Digging graves had not been part of my plans when I woke up that morning.
Reacher goes where he wants, when he wants. That morning he was heading west, walking under the merciless desert sun—until he comes upon a curious scene. A Jeep has crashed into the only tree for miles around. A woman is slumped over the wheel.
Dead? No, nothing is what it seems.
The woman is Michaela Fenton, an army veteran turned FBI agent trying to find her twin brother, who might be mixed up with some dangerous people. Most of them would rather die than betray their terrifying leader, who has burrowed his influence deep into the nearby border town, a backwater that has seen better days. The mysterious Dendoncker rules from the shadows, out of sight and under the radar, keeping his dealings in the dark.
He would know the fate of Fenton’s brother.
Reacher is good at finding people who don’t want to be found, so he offers to help, despite feeling that Fenton is keeping secrets of her own. But a life hangs in the balance. Maybe more than one. But to bring Dendoncker down will be the riskiest job of Reacher's life. Failure is not an option, because in this kind of game, the loser is always better off dead.