El mundo de Mistborn llega a la segunda era.
Han transcurrido trescientos años desde los acontecimientos de la Trilogía Original Mistborn. Kelsier y Vin han pasado a formar parte de la historia y la mitología, y el mundo de Scadrial se halla a las puertas de la modernidad.
Sin embargo, en las tierras fronterizas conocidas como los Áridos, las antiguas magias todavía son una herramienta crucial para quienes defienden el orden y la justicia.
Uno de esos vigilantes de la ley, Waxillium Ladrian, deberá regresar a la capital para retomar sus obligaciones como líder de una casa noble. Pero pronto descubrirá que la ciudad puede ser más peligrosa que las salvajes llanuras de los Áridos.
—¿Qué crees que está protegiendo ese cerebro que tienes? La guerra ha acabado. Holdfast está muerto. La Llama Eterna se ha acabado. No queda nadie a quien salvar.
Aunque en el pasado era una alquimista con futuro, Helena Marino es ahora una prisionera, de guerra y de su propia mente. Sus amigos y aliados de la Resistencia han sido brutalmente asesinados, sus habilidades, reprimidas, y el mundo que conocía, destrozado.
Tras una larga guerra, la nueva clase dirigente de Paladia, familias corruptas del gremio y nigromantes depravados, cuyos infames no muertos fueron clave para otorgarles la victoria, mantienen cautiva a Helena.
Según los registros de la Resistencia, era una sanadora insignificante de sus filas. Pero Helena sufre de una inexplicable pérdida de memoria que le ha hecho olvidar los meses previos a su cautiverio y que hace preguntarse a sus enemigos: ¿de verdad es tan insignificante como parece o su pérdida de memoria esconde alguna pieza clave sobre la última táctica de la Resistencia?
Para descubrir los recuerdos enterrados en el fondo de su mente, envían a Helena al Sumo Inquisidor, uno de los nigromantes más poderosos y despiadados de este nuevo mundo. Atrapada en su mansión derruida, la lucha de Helena (la de proteger su historia perdida y la de preservar los últimos jirones de su persona) apenas ha comenzado, pues su cárcel y carcelero esconden sus propios secretos… Secretos que Helena debe desvelar, cueste lo que cueste.
Junto con Esquilo y Sófocles, los otros dos grandes trágicos de la Grecia clásica, Eurípides (484-407 a.C.) contribuyó a elevar el género teatral hasta las más altas cimas de la perfección estética y a plantear los conflictos morales más permanentes y profundos de la condición humana. De las noventa y dos piezas atribuidas a su genio, sólo diecinueve han llegado hasta nosotros. Las tres tragedias agrupadas en este volumen -"Alcestis", "Medea", "Hipólito"- cuentan entre las más significativas y reputadas de su obra. Traducción e introducción Antonio Guzmán Guerra
La alcaravea es una planta silvestre de flores pequeñas. Sus semillas tienen distintos usos que podrían replicar los cuentos de este libro: • Medicinal: en infusión, esta especia calma los cólicos infantiles (muchos son los niños que lloran aquí, a pesar de las nanas), pero, además, su uso tópico sirve para limpiar y cicatrizar heridas, sean las de madres derrotadas por la vida, las de un visir enamorado o las de un hermanastro tímido. • Culinario: un sabor, amargo y dulce a la vez, condimenta la mayoría de los relatos. En ellos, hay desolación y hasta horror en ocasiones, pero siempre se asoma la luz de la ternura que salva. • Relajante: su aroma, usado en aceites y lociones, tiene una cualidad tranquilizante que los protagonistas habrían agradecido. Si aún les interesa conocer otras propiedades de Alcaravea, entren en sus páginas y descubran sus beneficios.
Esta antología está compuesta por los poemas más transgresores de una autora prodigiosa que no escondió su amor a una mujer y que defendió los derechos de las mujeres. Con una lírica barroca, se aferra a un arte emocional e instintivo para alcanzar la pureza humana y a liberación cultural.
Siglos atrás, unos brujos de gran poder dividieron el mundo en cuatro reinos (cielo, piedra, fuego y mar), y a continuación desaparecieron. Con el transcurso del tiempo, la magia perdió vigor y los hechiceros sólo realizaban conjuros en sus propios reinos, olvidándose de los demás. Hoy, únicamente los pocos que han sobrevivido al Laberinto y han atravesado la Puerta de la Muerte conocen la existencia de los cuatro reinos..., pero ni siquiera ellos han desvelado todos los misterios que guarda su mundo dividido.