Clare Cosi es la encargada de la histórica cafetería Village Blend de Nueva York. Vive feliz junto a su gata Cafelito en un apartamento justo encima de la cafetería. Pero todo da un giro inesperado cuando descubre en la trastienda el cuerpo de la subencargada del negocio rodeado de posos de café. Al no encontrar indicios de violencia, la policía concluye que se trata de un accidente, pero Clare no opina igual. Ella piensa que algo se cuece. Si quiere llegar al fondo del asunto deberá investigar por su cuenta y rápido... antes de que alguien más corra la misma suerte. Porque un buen crimen, como el buen café, siempre debe estar a punto.
Una emocionante saga familiar que corre paralela a la historia política y cultural del Brasil del siglo XX y marcada por un lugar único: un castillo a los pies de la playa de Ipanema.
Río de Janeiro, 1968. Estela, recién casada, mancha de lágrimas y rímel la funda bordada de su almohada. Tan solo una semana antes se preparaba para celebrar una fiesta de Nochevieja que marcaría irremediablemente su boda. Setenta años antes, Johan Edward Jansson, el abuelo de Estela, conoce a Brigitta también durante una fiesta de Nochevieja en Estocolmo. Se casan, se mudan a Río de Janeiro y construyen un castillo en un lugar desolado, lejos del centro, llamado Ipanema. El castillo será testigo de cómo estas dos fiestas de Año Nuevo definen la trayectoria de la familia Jansson a lo largo de 110 años.
Un castillo en Ipanema es una saga familiar cargada de historia, escrita con una mezcla de humor, ironía y sensibilidad. La riqueza y complejidad de los personajes creados por Martha Batalha permiten a la autora abordar temas que han marcado a la sociedad brasileña en las últimas décadas, como el sueño de ascenso social y la división de clases, los ideales femeninos y feministas, la revolución sexual, la dictadura militar y el posterior deterioro del país.
Una novela conmovedora sobre elecciones y arrepentimientos, sobre la fragilidad de la memoria y los imperceptibles pero irremediables cambios que produce el paso del tiempo.
A mediados del siglo XIX, Charles Baudelaire tradujo, glosó y adaptó al francés Confesiones de un opiófago inglés, de Thomas de Quincey, publicado en 1821 y al que seguiría, más de dos décadas después, Suspiria de profundis. Su adaptación acabó siendo una mise en abîme que permitió a Baudelaire imbricar sus impresiones y juicios particulares así como su práctica poética en la obra del ensayista inglés, a quien consideraba «su hermano mayor». Flaubert, Glatigny o Barbey d'Aurevilly no escatimaron elogios hacia la obra, cuyo éxito literario radicaba en la forma que Baudelaire había logrado conferirle.