Una estremecedora crónica de la fragilidad de la sociedad actual.
Pese a las intenciones de quienes lo perpetraron, el ataque con gas sarín que se produjo en el metro de Tokio en marzo de 1995 sólo se cobró once vidas. Sin embargo, miles de personas resultaron heridas y muchas otras sufrieron sus consecuencias y secuelas. El novelista Haruki Murakami entrevista a las víctimas, a los que vivieron y sufrieron en propia piel el atentado, para establecer con precisión qué ocurrió ese día en las distintas líneas de metro afectadas. También para desentrañar la verdadera historia que se ocultaba bajo un acto terrorista que convirtió una anodina mañana de lunes en una tragedia nacional. Pero, sobre todo, para contestar a una pregunta primordial: ¿por qué? ¿Por qué la violencia terrorista, o cualquier violencia? ¿Y por qué en ese momento y lugar concretos? Como contrapunto, Murakami nos ofrece los testimonios de los miembros de la secta que participaron en aquel ataque y sus posibles motivos.
Una ilustradora antifascista, la pasión femenina de Lorca, la fusilera que fue azote de los franceses durante la guerra de la Independencia, la mejor trapecista del mundo, la guerrera de Lepanto, las hermanas Sorolla, la creadora de la muñeca Mariquita Pérez, la cantante de ópera que pudo ser reina o la esclava que se convirtió en la dramaturga más importante del Siglo de Oro son solo algunas de las 50 vidas que recoge este libro. Los sufrimientos, luchas, esperanzas e increíbles gestas de todas estas mujeres que, con su visión talentosa, a veces compleja y silenciosa, y siempre polifacética, trataron de construir un mundo más igualitario a través de su excelsa capacidad y de su excepcional talento creativo.
El 14 de febrero de 1942, el Vyner Brooke, un barco mercante que transportaba a un grupo desesperado de expatriados que huían de Singapur fue hundido por bombarderos japoneses. Aunque muchos de los pasajeros se ahogaron de inmediato, Nesta, enfermera australiana y Norah sobrevivieron milagrosamente pero fueron tomadas como prisioneras de guerra y trasladadas a campos.
Durante casi cuatro años, junto con cientos de mujeres y niños, lucharon por sobrevivir, contra enfermedades, el hambre y la brutalidad impensable infligida por los soldados japoneses y consiguieron encontrar, en sí mismas y juntas, un coraje e ingenio extraordinarios.