Los peores vaticinios del capitalismo se han cumplido: triunfan los dioses del consumo y la comodidad, y el orbe se divide en diez zonas en apariencia seguras y estables. Los humanos ya no procrean, el sexo se ha convertido solo en una diversión y las letras del alfabeto griego se han pervertido para clasificar a los seres humanos por castas. Todos aceptan su lugar en la nueva jerarquía social, perfectamente ordenada. Los valores humanos esenciales no tienen cabida en este mundo y los habitantes se crean in vitro con una técnica concebida a imagen y semejanza de una cadena de montaje. El soma, la droga por excelencia en este mundo distópico que propone Huxley, ayuda a los habitantes a escapar de la rutina. A cambio de este orden pulcro, la libertad de expresión y el pensamiento crítico han sido erradicados. Bernard Marx, el protagonista de la novela, inconformista e inteligente, deberá probar los límites de la sociedad que lo ha engendrado, iniciando un viaje más allá de las fronteras distópicas de su universo.
Un mundo feliz" (1932) presenta una visión satírica de un futuro utópico en el que, a partir del desarrollo de la ingeniería genética y de las nuevas técnicas de lavado de cerebro, se ha conseguido crear una sociedad perfecta cuyos habitantes viven sometidos a un estado de felicidad y armonía perpetuo. Publicado en el periodo de entreguerras, cuando el crecimiento del nazismo era ya inexorable para quien supiera verlo, Un mundo feliz ha cautivado y aterrorizado por igual a millones de lectores. Casi cien años después nadie duda de que sus peores pronósticos se han hecho realidad: triunfan los dioses del consumo y el bienestar, y el mundo se distribuye en zonas en apariencia seguras y estables… y todo lo contrario. Las ilustraciones de Cristina Daura, aparentemente infantiles, de colores planos pero en el fondo complejas, cargadas de un drama no menos insidioso al que se representa en este libro, lo convierten en una obra nueva, anclada en el siglo xxi.
La familia de Miryem se halla al borde de la pobreza, hasta que se hace cargo de la situación y no tarda en ganarse la reputación de ser capaz de convertir la plata en oro. Cuando el rey de los staryk, unas criaturas hechas de hielo que amenazan con llevarse el verano para siempre, se entera de tal hazaña le impone una tarea que parece imposible y que hará que Miryem descubra que tiene poderes. Tejerá una telaraña en la que quedarán atrapadas una joven campesina, Wanda, y la desdichada hija de un noble local que pretende casarla con el joven y apuesto zar Mirnatius. Miryem y sus dos inesperadas aliadas se embarcarán en una desesperada odisea que las llevará hasta los límites del sacrificio, el poder y el amor.