Un hombre parado ante un semáforo en rojo se queda ciego súbitamente. Es el primer caso de una «ceguera blanca» que luego se propaga de manera fulminante. Internados en cuarentena o perdidos en la ciudad, los ciegos tendrán que enfrentarse a lo más primitivo de la naturaleza humana: la voluntad de sobrevivir a toda costa.
Con esas premisas, José Saramago traza una imagen aterradora y conmovedora de los tiempos de crisis. También, en el cruce de la literatura y la sabiduría, nos exhorta a los lectores a cerrar los ojos y ver más allá de las evidencias. Recuperar la lucidez y rescatar el afecto son dos propuestas fundamentales de una novela que es, además, una reflexión sobre la ética del amor y la solidaridad.
Durante las elecciones municipales de una ciudad sin nombre, la mayoría de sus habitantes decide de forma espontánea ejercer su derecho al voto de una manera inesperada. El gobierno teme que ese gesto revolucionario #capaz de socavar los cimientos de una democracia que tal vez no sea lo que dice ser# propicie su caída, de ahí que lo presente como producto de una conjura anarquista internacional o de grupos extremistas desconocidos. Las cloacas del poder se ponen en marcha: los culpables tienen que ser eliminados. Y si no se hallan, se inventan.
Los protagonistas deEnsayo sobre la lucidez, un inspector de policía y la mujer que conservó la vista en la epidemia de ceguera blanca deEnsayo sobre la ceguera, dan muestras de la altura moral que los ciudadanos anónimos pueden alcanzar cuando deciden ejercer la libertad.
Con esta obra, Saramago, un escritor reconocido como la conciencia lúcida de una época cegada por los mecanismos del poder, lanza una llamada de alerta: «Puede suceder que un día tengamos que preguntarnos Quién ha firmado esto por mí». Ese día puede ser hoy.
He aquí la primera y más fundamental de las obras de Bergson, que contiene ya in nuce toda su singular filosofía. En ella se enfrenta su autor de manera muy nueva con un viejo problema: el del ser o no ser de la libertad del albedrío humano.