En un pequeño batey rodeado de cañaverales y viejas historias, el viento sopla con ecos de pasado y esperanza. Brisas del Batey narra la vida de una comunidad olvidada que lucha entre la pobreza, la fe y los sueños rotos, donde cada amanecer trae consigo la promesa de cambio.
Después de cuatro años sin pisar su tierra, Gabriela, una inmigrante dominicana en Estados Unidos, recibe una llamada desgarradora. Su hermana, con la que perdió contacto al igual que con toda su familia, le informa que el cuadro de salud de su padre pronostica que estos pueden ser sus últimos días de vida. A solo tres días de Navidad, Gabriela toma el primer vuelo a casa, acompañada de Jacob, su novio de hace tres años para despedir a su padre.
Sin embargo, pronto descubrirá que el motivo de su regreso no es tan sombrío como parecía. Más bien, es parte de un plan de Jacob y su hermana, quienes, sabiendo cuánto extraña a su familia, pero también cuánto le cuesta enfrentar el pasado idearon esta "emergencia" para que regresara a pasar las fiestas con ellos.
Mientras la música y el espíritu navideño dominicano resuenan a su alrededor, dentro de Gabriela resurgen la nostalgia y los viejos resentimientos sin resolver.
¿Serán el amor y el espíritu navideño suficientes para restaurar la conexión con su familia, o este intento será un error que le costará su relación con Jacob?
Entre fogones encendidos con brasas prestadas, patios que huelen a mango y regolas que ya no son ríos, se tejen las memorias y las ficciones de un Caribe íntimo y entrañable. Cuentos intercalados nos invita a recorrer escenas donde lo cotidiano se convierte en relato, y la nostalgia se disfraza de personajes que parecen salir de las calles polvorientas, los colmados y las cocinas de antaño.
Este libro, El Sabor del Desierto, no es solo para aquellos que atraviesan una enfermedad; es para todos los que han experimentado el dolor, la incertidumbre y la necesidad de aferrarse a algo más grande que ellos mismos. Lo que contaré aquí es una historia de milagros, uno de los tantos que Dios realiza a diario para impactar vidas, pero que a menudo permanecen ocultos por diversas razones. Este no es el caso. En estas páginas, “mi milagro” quedará grabado, para que el mundo sepa que Dios existe y que, si lo sigues, su presencia en tu vida no será en vano. Y lo mejor de todo: tu milagro, el tuyo, está más cerca de lo que imaginas, solo tienes que buscarle y ponerle a prueba.
La familia Poveda echó sus raíces al lado de la iglesia católica y le tocó ejercer su cristiandad en una de las épocas más oscura de la fe. A finales del siglo XVI y principio del XVII, la Santa Madre iglesia, necesitó
de su feligresía la disposición total de sus mejores líderes para que salieran por las colonias establecidas y por establecer a difundir la palabra de Dios y entre las escogidas, para encabezar la delegación, estuvieron María de los Remedios Poveda y su sobrina Gertrudis Poveda junto a su congregación. Estos misioneros no vendrían a la Isla como parte de un servicio a las
damas y cortesanas de los conquistadores, pues ya en
ese tiempo la colonia estaba interesada en una expansión más allá de la ciudadela establecida al lado izquierdo del estuario del Río Ozama.
La leve gracia de los desnudos llegó a mí sin pedir permiso, como un fresco tridimensional de sensaciones, una paleta de historias magistralmente entrelazadas. Regreso a ese nicho de luces y sombras una y otra vez, escudriño en sus imágenes casi cinematográficas cuánto de brutal y sutil esconde. Esta obra convirtió a Alberto Garrido en un escritor imprescindible para nuestras letras. Ana lvis Cáceres No es solo precisión sórdida de las palabras, su engranaje visceral, su trote germánico por la página, lo que confiere intensidad y tensión, sino el trazo finísimo de los personajes. Las imágenes son el más grande logro de esta obra. El derroche de luz y de sombra. El erotismo úrico, de linaje.
«Vas a sanar. Porque te ríes con el alma, porque eres de corazón noble, porque la vida tiene algo aún mejor esperando por tí. Porque lo mereces. Y porque a pesar de todo, brillas hasta con el alma rota»