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AL DESPUNTAR EL ALBA

Ser una manera de estar en el mundo y de "decir" y "decirse" el mundo. Es 3ber usar los vasos comunicantes del lenguaje, sus múltiples códigos significativos, ara llevar al que lee o escucha la poesía, a los páramos insondables del arrobamiento el placer estético. i éste, su nuevo libro, Ramón Esteban Gómez lo logra. Con versos sencillos, lo hace, érsos sencillos, sin deslumbrantes metáforas o estructuras experimentalistas, pero snos de belleza y de emociones que nos logran contagiar las vivencias íntimas del oeta. Sus versos logran conseguir el elemento empático en el lector, la identificación recisa, la complicidad de la experiencia, y son como saetas que dan en el blanco. No 3 puede pedir más, el arte es para eso, para emocionar, y para sacar lo humano que nevamos dentro, debajo de esta piel de lobo que nos ponemos todos los días para salir a la calle. Amores y desamores, miserias y grandezas, duda, ¡ncertidumbres y certezas, todo apa­rece en estos frescos versos que el poeta R Esteban Gómez ofrece a nuestra considera­ción, como lo vemos en el poema "HUIR" que es un hermoso y desgarrador poema que bien pudo escribir cualquiera de nosotros, pues todos, en el fondo, deseamos volver a esa etapa maravillosa en que no teníamos tantas cosas ni habíamos vivido tanto, pero en que tanto teníamos, sin saberlo. Te felicito, haz crecido enormemente en poesía. Enhorabuena al poeta, que las Musas sigan iluminando su canto. Daniel Baruc. Sacerdote, poeta y escritor
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MONUMENTO AL DIVINO NIÑO: MI LEGADO A C.

ababa de superar una dificil situación de salud producto de la reapari- ción de un cáncer de colon y me sentía comprometido a cumplir con lo que para mí era una obligación contraída con mi madre aquella noche en que fui objeto de una revelación de su parte: "¿Hijo, apégate al DIVINO NIÑO que él te sanará!" En el instante en que aquello ocurrió no sabía cómo atender su recomenda- ción. Ella, desde la niñez, me había inculcado que quien le pide con fe al DIVINO NIÑO siempre recibe sus favores. También decidí apoyarme en lo que me demostró ser un arma poderosa: el poder de la mente. Desde que me enteré de que estaba aquejado por esta terri- ble enfermedad me hice la idea de que ella no iba a acabar conmigo a pesar de que las quimioterapias me disminuían el apetito, conllevando esto a que reba- jara considerablemente -poseía 50 libras menos de mi peso original y mi figura estaba muy desmejorada-; sin embargo, en mi cerebro anidaba la convicción de que cuando esos tratamientos terminaran recuperaría mi peso anterior. Entonces, me nació la idea de construir el monumento al DIVINO NIÑO, lo cual tenía doble propósito: agradar a mi progenitora, quien desde la gloria se sentiría feliz de que esto sucediera, y de mi parte premiar el favor a obtener por medio de esta divinidad. Cabe destacar las vicisitudes que tuve que enfrentar en el transcurso de los nueves meses en que se edificó la estatua, también las graves consecuencias al sacarla del taller del escultor, luego las peripecias para trasladarla hacia Cons- tanza, como también la dificultad de realizar el recorrido dentro de la finca donde iba a ser instalada y, por demás, el domingo angustioso que pasamos para colocar la escultura en el pedestal.
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RECUERDOS DE INFANCIA

Recordar los momentos vividos durante la niñez es como pasar las páginas de un libro cargado de emocionantes aventuras, y sonríes porque revives experiencias cargadas de un sentimiento tan puro y quieres que tus hijos y parientes vivan contigo esos momentos que, aunque no estuvieron ahí, sentirán cada risa, cada lágrima, cada dolor, cada travesura. Esto es justamente lo que en el paseo por cada página de este libro encontrarás y notarás que no son simples historias de costumbres familiares, sino vivencias que han marcado de una forma extraordinariamente hermosa la vida de varias generaciones. Te invito a que te sumerjas en cada relato y vivas cada historia, respires ese aire de campo, de primavera, de cosecha… en fin albergar en el corazón remembranzas de un tiempo que no se ha ido, porque como dijo una vez Gabriela Mistral: Recordar un buen momento es sentirse feliz de nuevo.
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LA LIBELULA

Trata del fenómeno de la emigración, visto desde el carácter psicológico. Los problemas de adaptación a una nueva sociedad. La vida de una emigrante dominicana hacia new york.
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DILEMAS ESTRATEGICOS DOMINICANOS

Este libro presenta al lector una colección de artículos que abordan temas de geopolítica, de interés para la política del Estado dominicano.
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AMALGAMA POETICA

Si es cierto que la poesía es alimento del alma, como afirmaba Jacques Maritain, este libro es un verdadero manjar, ¡porque aquí hay poesía! Leer Amalgama poética equivale a disfrutar de los más extraños manjares de la lírica, porque su poesía es un festín de estrellas, un desfile de clásicos y modernos aromas. Desde el verso bisílabo, el más corto posible, la poeta hace un recorrido por distintos metros y formas estróficas, pasando por la frescura del haikú, la música del octosílabo, la extrañeza del ovillejo, la sutileza del dístico, la extravagancia del tetrástrofo, la ondulación del alejandrino, la supremacía del soneto, e incluso la gracia metro libre. Pero no piense el lector que la riqueza del libro está en su forma, pues eso es, quizás, lo que menos le importa a la escritora; su verdadera riqueza, como debe ser, está en el fondo, en el contenido: sus imágenes son claras y trasparentes como el agua de la fuente Castalia. Miguel Contreras
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SIN PASAR POR GO

La literatura dominicana ha explotado, y para bien, con una generación diversa y sin ataduras que escribe de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro. Esta selección de Rita Indiana lo demuestra incuestionablemente, al congregar autores diaspóricos y nacionales, y revelar la diversidad creativa de una mirada caribeña, cosmopolita y, a la vez, no convencional. Se trata de una literatura que —como apunta Lorgía García Peña en el prólogo de este libro -corona «la dominicanidad como una vaína que se lleva en el cuerpo más allá de las fronteras nacionales y políticas de la isla». La cas a go del Monopoly es el inicio de un recorrido, pero no del único.
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CRONICAS CRONICAS

Los sesenta y ocho textos que componen el índice de Crónicas crónicas constituyen una muestra bastante elocuente de lo que viene a ser el ejercicio de la escritura cuando la asume René Rodríguez Soriano: una perpetua búsqueda de difuminar, hasta hacerlos desaparecer, los límites entre los distintos géneros expresivos, literarios o no, por la vía de la inoculación en el torrente verbal de los inefables fluidos de una escritura poética cuyo arsenal se encontraba ya presente, en su gran mayoría, en los poemas de este autor dominicano.
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TREINTA Y DOS MIL TESOROS Y MIL SUEÑOS

Joseph Willis, es un joven introvertido y soñador, vive con sus padres y dos hermanos, junto a los cuales trabaja en la granja familiar. Desilusionado por las pérdidas y la falta de mercado para la producción, una tarde, mientras almorzaban, narra a su familia sus más anhelados sueños de vida. Con el fin de lograrlos, solicitó a sus padres permiso para marcharse a la ciudad. Soñaba con conseguir un trabajo en la ciudad, para desde allí emprender una ardua lucha por alcanzar sus más grandes propósitos. Transformar la granja de la familia en una empresa organizada y eficiente era un gran sueño, pero sus aspiraciones iban más lejos; soñaba con poseer negocios propios y ser un empresario exitoso e influyente en su país. Sus hermanos lo nombraron “el soñador de las cosas imposibles”, no obstante, después de cumplir los dieciséis años, partió a la ciudad. Su primer trabajo fue como sirviente en una tienda y, desde allí, comenzó a trabajar sus metas de vida. Trabajó duro. Durante cincuenta y cuatro años no conoció el descanso ni el esparcimiento; nunca dedicó tiempo para él, todo a costa de alcanzar lo que deseaba. Diseñó un mundo que le brindó fama y reconocimiento. Había logrado todo aquello que imaginó, sin embargo, se olvidó de lo más importante: su vida, su familia y el placer de vivir. Cuando cumplió setenta años, comprendió que había triturado su vida. Empujado por su esposa y, después de asistir a una conferencia sobre superación personal, comenzó a entender que cada día era un valioso tesoro que él no había aprovechado. A partir de ese momento, Joseph dio un giro a su vida. Comenzó a quererse a sí mismo y a su familia, y a fortalecer sus lazos de amistad. Dejó a un lado las ataduras, los compromisos y las preocupaciones que tanto habían vapuleado su vida, y dedicó el más mínimo segundo de cada día a darle vida a su vida: decidió vivir.
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