Una ventana para mirar al mundo es este libro. Un camino hacia el amanecer y su adorable luz. Hay aves, hay gorjeos, un oscilante pino majestuoso y erguidos cocoteros contra la línea del horizonte azul, y siempre eterno. Las estaciones vienen también a la ventana y anidan en el pecho. Aquí atrapó al otoño. Hoja a hoja van cayendo los versos de este libro hacia el alma. Cada poema una lágrima, cada imagen un beso y una flor. Capa tras capa, la insolente nostalgia nos recuerda lo perenne y lo efímero. El sedimento se convierte en poesía. Amor y desamor transitan juntos, risa y llanto, exaltación y paz…
Los ocres de la estación más leve atrapan la belleza del mundo, que es capaz de impregnarse en la brizna, en el polen, en la oscura pupila de una grulla silvestre o en el arco de un ala, y también, en la gracia que mora hacia nuestro interior… El otoño es amigo. El otoño es poesía; por eso este poemario abriga la sensación de pérdida inminente que se percibe en su silencio; y, al mismo tiempo, la infinita esperanza de renacer que lo habita.
Se trata de construir y desconstruir una nueva ideología sobre el feminismo y transformar la vieja basada en los mitos y clichés del amor pasional a través del simbolismo de países orientales y personajes femeninos dominicanos casi todos de provincia, los cuales han tomado el nuevo discurso como su política.
RESOLI
Ese cerro que miras a Viejos me ha invitado a que vuelva a ser la niña que esperaba encontrar en la campiña el amor del que sólo vio reflejos.
Que lo busque detrás de los espejos que sorprenden a un alma que escudriña, en mis noches de insomnio, de morriña mal de tierra o relatos muy añejos.
Sin pensarlo dos veces dije sí, volveré tras mis pasos, florecida. Tejeré un nuevo sueño para mi.
Nadie sabe si ronda por ahí el que fuera el más bello de mi vida y por nada, en la nada, lo perdí.
En esta desgarradora historia, Hermógenes Solís Rosado, haciendo uso de su agradable arte narrativo dibuja de manera precisa las múltiples peripecias que el Cojo Memé se vio obligado a sortear para sobrevivir cada día bajo la ilusión de que mañana será mejor con la esperanza de que tendrá mejor suerte.
De ahí que, Solís Rosado, presenta a su personaje de un modo real, desgarrador y patético, a fin de que muchos se miren en este espejo.