De acuerdo a Calvino, hay en Borges como en otros
escritores que incursionan en diversos géneros, una unidad
que no parece conocer fronteras.
José Mármol, en ese aspecto, es un seguidor del autor de
Fervor de Buenos Aires, pues entre sus ensayos, poesías y
aforismos hay un cordón umbilical que transmite pensamien-
tos junto a una experiencia formal que tiene al lenguaje
como núcleo.
Con Mármol y su cosmos artístico, tres décadas laborando
con las palabras, se desprenden desde la luz o desde las
sombras signos claros de la calidad de su poesía, demuestra
con su talento que cada uno de los versos que construye su
mundo literario tiene lucidez, precisión y rigor. Estos
aspectos se combinan entre sí para darnos en cada nueva
entrega poética algo propio, y aunque su particular mundo
literario forma parte de cada parto editorial, cada texto es
una estrella con luz propia.
En el poemario Ladran los huesos de Virgilio López Azuán hasta los huesos ladran, los sapos se asustan de los búhos, las escopetas disparan plumas y un verso puede tapar el sol. Se trata de una poesía que lo arrastra todo, los mundos humanos y los que se perciben más allá de la exposición de la imagen, de esa imagen creadora. Una realidad a veces popular y a veces estilizada.
A las dos semanas llegó a Nueva York. ¡Y qué maravilla, mano! Las luces adornaban la ciudad. Quedó deslumbrado. Los edificios se veían como millones de estrellas en la tierra. Estrellas por arriba. Estrellas por abajo. Ahí mismo, en ese instante, comenzó su embriaguez. Él, que venía de un lugar donde era un lujo tener electricidad cuatro horas diarias. Él, que procedía de un país donde había un faro grande, grande anunciando que allí vivía gente ciega. Ahora veía acercarse más y más una ciudad que nunca quiso imaginar maravillosa. Nueva York donde, según cuentan las malas lenguas, cualquiera puede comprar, usar y vender drogas con tanta o más facildad que si estuvieran vendiendo azúcar...
Plantearnos la vida como un proyecto con fines trascendentales; superar los obstáculos internos y externos; aceptar las crisis como desafíos y oportunidades de crecimiento; desatar los nudos que tanto nuestros pensamientos negativos asó como las palabras desalentadoras de quienes nos rodean, atan a anuestra voluntad de crecer; proyectar la propia personalidad para convertirnos en entes de bien en la sociedad y la vida, armonizando con la naturaleza y asumiento valientemente la cuota de responsabilidad con la nación en la cual nos tocó nacer... Tales son algunos de los temas que Saúl Marcano explora en este valeroso testimonio de fe en las potencialidades positivas del ser humano, que es su libro: El éxito tiene un precio.