Cuando pienso en la literatura antillana pienso en una sola literatura, una literatura en donde cada isla del archipiélago ha logrado una distinción particular, pero que en su unificación leemos el resultado de una experiencia insular parecida. En su ensayo, “La Isla que se repite”, Antonio Benítez Rojo dice que, dentro de la turbulencia historiográfica y su ruido etnológico y lingúístico, dentro de su generalizada inestabilidad de vértigo y huracán, pueden percibirse los contornos de una isla que se “repite” a sí misma. Es decir, es una región hermanada por su historia que nace del mismo tráfico y explotación humana por parte de los colonizadores europeos, pero que cada una de las naciones han reaccionado distinto al proceso de descolonización, « Cuando callan los ríos » de Jhak Valcourt es un poemario que «nos ilustra la experiencia de vida que geográfica y humanamente viven muchos haitianos en La Española. Como editor de un sello editorial puertorriqueño me preocupa la poca disponibilidad de literatura haitiana en el archipiélago. Con interés en mi región geográfica y mi responsabilidad editorial se publica el trabajo literario de Jhak Vacourt en Puerto Rico con la intención de mantener hermanado a un mismo pueblo.”
Educar para entender la forma de solucionar los principales problemas ambientales del mundo, en un momento en que la tecnología avanza cada segundo, es un reto para los países que deseen alcanzar el desarrollo sostenible.
“La educación ambiental es la formación programática de individuos conscientes y responsables de su entorno ecológico”.
Melinda Dawson conció a Matthew Foley durante su época de adolescencia mientras la madre de este trabajaba en su casa como ama de llaves. Pero un día ambos desaparecen sin dejar rastro, partiendo el corazón de la joven Mel.
Tiempo después Matt reaparece en su vida como su maestro de baile de salón, pero esta vez Melinda no quiere tener nada que ver con Matthew.
Con el tiempo descubrirá que no todo es lo que aparenta ser.
La historia que creía saber no era como se la contaron.
Las personas que pensaba conocer no eran como suponía.
Y la cosas que habían sucedido no eran como lo recordaba.
¿Se puede comprar todo un pueblo? Durante la Era de Rafael Leónidas Trujillo, “Jotaene”, un sicario del régimen, piensa que es posible comprar un pueblo, sus negocios privados, sus instituciones públicas, sus habitantes, incluso su iglesia católica y la mujer más bella del lugar. En esta novela de Ramón Martínez Portorreal, muy amena, esperpéntica, con una historia novedosa propia del realismo mágico en el que nos desenvolvemos los dominicanos y caribeños, hallamos además un profundo bosquejo de una época oscura para la República Dominicana, una Era en la cual los ciudadanos podían ser comprados, vendidos o simplemente desaparecidos.
Como ustedes recordarán en la primera entrega El Cuarto De Los Regueros”, los jóvenes de la barriada de Camino Chiquito se metieron en un berejerete de magnitud descomunal, y todo por el atrevimiento de salir ese sábado maldito en la tarde a marotear unas pocas guayabas al patio de la solktaria casa del señor Frank, el mecánico del pueblo. El problema desencadenado por aquella decisión impulsó al señor Sebastián Cirilo a imerceder por los chicos de Camino Chiquito, como intento por evitar que sobre ellos recayera el peso de la Ley. Cirilo creó una historia alterna dándole un tono distinto a los hechos y con ello trató de engañar a todo el vivo que se cruzó en su camino; incluidos a los chicos. Lo que nadie sospechó fue que dicha acción derivaría en el apresamiento de Cirilo, lo cual desencadenaría la siguiente ola de sucesos, y, las cosas que ya estaban peores, empeoraron aún más, Pero... ¿qué puede ser peor que algo que ya está peor?... Resulta tentador desvelar lo que pasó; y aunque no lo revelaré sí les diré que los chicos de todos modos fueron atrapados, no sin antes dejar una huella en su Comunidad que jamás será borrada.
Érase una vez… No, no, no…Fue una tarde de un sábado cualquiera… No; eso tampoco. Al final, lo que quiero decir, es que si tomáramos cualquier día para hablar de las aventuras de los chicos del barrio de Camino Chiquito; sin temor a equivocarnos elegiríamos cualquiera y no necesariamente este sábado. Resulta que a los ojos del pueblo el único requisito necesario para que los chicos hicieran temblar la tierra era que se reunieran…Y ya que sería lo mismo iniciar por cualquier día, iniciaremos por el sábado de las guayabas:
Como de costumbre, los chicos del barrio buscaban la manera de reunirse antes de salir a cualquiera de sus intrépidas tardes de aventuras. Aquel día se congregaron en el cuarto de los regueros de la casa de Abelardo, a planear el acceso al patio de uno de los vecinos con la idea de «Marotear algunas guayabitas». Según los planes, el proceso fue etiquetado en la categoría de «la ida por la vuelta»… Pero quedó claro que las cosas no salieron tal lo esperado y la cadena de eventos que ocurrió debido a aquella decisión cambió el futuro del pueblo de Caracuya; pasando por algunas situaciones apremiantes, hasta aterrizar en la ayuda más improbable que cualquiera de los compueblanos pudo haber imaginado. No obstante la naturaleza de los hechos ocurridos en el espacio de tiempo de una breve tarde, se puede deducir que el desenlace de los acontecimientos continuó por largo rato…
La familia Poveda echó sus raíces al lado de la iglesia católica y le tocó ejercer su cristiandad en una de las épocas más oscura de la fe. A finales del siglo XVI y principio del XVII, la Santa Madre iglesia, necesitó
de su feligresía la disposición total de sus mejores líderes para que salieran por las colonias establecidas y por establecer a difundir la palabra de Dios y entre las escogidas, para encabezar la delegación, estuvieron María de los Remedios Poveda y su sobrina Gertrudis Poveda junto a su congregación. Estos misioneros no vendrían a la Isla como parte de un servicio a las
damas y cortesanas de los conquistadores, pues ya en
ese tiempo la colonia estaba interesada en una expansión más allá de la ciudadela establecida al lado izquierdo del estuario del Río Ozama.
Desde hace dos décadas, Dios puso en el corazón de Katia Gil escribir este libro, y desde hace 19 años, ella puede contar un antes y un después en su historia. Han llegado a su vida situaciones emocionales, crisis espirituales, problemas financieros y quebrantos de salud, pero si de algo ella está segura es de que: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Filipenses 4:13.
Este libro presenta relatos honestos y experiencias con Dios, en los que se habla de:
—Las consecuencias de no atender la voz de Dios.
—Las ventajas de reconocer el pecado que vive en nosotros.
—Cuando la soberbia y la ira restan calidad a nuestros días.
—La lucha por conocer a un Dios vivo y real.
—La travesía por el desierto y el mundo espiritual adverso.
—Cuando un narcisista irrumpe en tus sueños.
—La gratitud al aceptar la perfecta voluntad de Dios.
No pretende con estas líneas dar recetas mágicas de autoayuda y superación personal, sino decir que Dios vino a dar libertad a los cautivos, que hay victoria en Jesús, que el cielo es tan real como el infierno y que la gracia y la misericordia de Dios es lo que más necesitamos para vivir.
Este no es solo un fibro sobre una finca. Es la historia de una mujer que desafió lo imposible, que cambió los tacones por botas sin perder su
esencia y que convirtió cada obstáculo en una oportunidad Contra todo pronóstico, Cheryl Victoria se enfrentó a un mundo que parecía no estor diseñado para ella. Pero en lugar de rendirse, tomó las riendas, aprendió el lenguaje del campo y demostró que la perseverancia, la estrategia y el corazón pueden más que cualquier barrera.
Si crees que los sueños tienen límites, este libro te demostrará lo contrario. Aquí descubrirás cómo construir un legado, reinventarte en el camino y abrir puertas donde otros solo ven muros.