Desde sus orígenes, el desarrollo de República Dominicana, ha estado sustentado en sus riquezas naturales. En lo que respecta a la minería, es oportuno recordar que, en tiempos ancestrales, cuando los primeros habitantes de la isla desarrollaban rutas e intercambios comerciales de carácter rudimentario y hasta los actuales procesos de modernización, la industria minera ha dejado una huella indeleble en la geografía, la economía y la vida de las comunidades en donde se ha desarrollado. En lo que respecta a la provincia Monseñor Nouel, la minería ha realizado un aporte significativo que se demuestra en el orden económico, el sector educativo y el desarrollo urbanístico. Como consecuencia, esta localidad cuenta con patrones de urbanización, desarrollo de talento humano, inversión en tecnología y vínculos con importantes sectores de la vida nacional como son la energía, la construcción y la manufactura.
Con el deseo de colaborar, aunque sea mínimamente a una mejor y más justa convivencia en nuestro país, he escrito algunos artículos publicados en el periódico El Nacional, entre 2022 y 2024. Ahora, me permito presentar a su consideración amable lector, la recopilación de los temas tratados, a fin de dejar constancia de estos.
Este propósito lo motiva mi interés por recordarles a las autoridades nacionales que, de alguna manera estén vinculadas a las instituciones responsables de cumplir los mandatos que les ordenan la Constitución y las leyes, su obligación de velar porque se cumplan fielmente todos y cada uno de esos preceptos.
Muchos pensarán que se trata de una labor quijotesca. Sin embargo, pienso que peor sería resignarnos; por aquello de que: “tanto da la gota de agua en la piedra, hasta que le hace un hoyo”. Las jornadas por la prevalencia de la responsabilidad, la honestidad, el decoro y otros valores dignificantes, nunca han sido fáciles ni se logran en breve tiempo.
Siendo así, pienso que la tenacidad, perseverancia y consistencia en los propósitos, rinden sus frutos.
Continuamos pues, reclamando el cumplimiento del deber, y, presentando estas propuestas con ideas que entendemos pueden coadyuvar a resolver y/o mejorar las falencias denunciadas.
¿Qué estarías dispuesto a perder por amor? ¿Tu vida? ¿Tu tiempo? ¿Tu alma?
Waldo Tenerife Méndez desapareció de su país durante cuarenta
años. Algunos lo creyeron muerto. Otros, un traidor. Solo unos
pocos sabían la verdad: su cuerpo fue preservado en un experimento secreto, en busca de una segunda oportunidad para vivir... y para amar.
Al despertar, descubre un mundo que ha cambiado más de lo que pudo imaginar: tecnología desbordante, fe amenazada, una
sociedad dividida entre la razón científica y el dogma religioso. Pero su mayor batalla no será contra el tiempo, sino contra los prejuicios, los enemigos ocultos... y los límites de su propia humanidad.
Una historia profunda, valiente y conmovedora, donde la ciencia y el amor se enfrentan a los grandes miedos del alma humana: la enfermedad, la muerte, el olvido y el perdón.
Esta novela explora los límites de lo humano y lo divino, de lo que el hombre puede lograr cuando el amor lo impulsa más allá de la muerte.
La otra historia dominicana contiene los artículos
que publiqué en la revista Rumbo, entre los
años 1994 y 2000, dentro de una página titulada
«La Historia tiene otra historia». Contiene muchas
sugerencias para ver y estudiar la evolución de la
sociedad dominicana desde perspectivas distintas
a las meramente políticas o las simplemente
económicas.
Otras miradas a la historia dominicana recoge
una compilación de artículos publicados en las
columnas «En aquel tiempo», del periódico El Caribe,
e «Historia y memoria», del periódico Diario
Libre entre los años 2004 y 2012.
Como en el volumen La otra historia dominicana,
obra de la cual este libro puede ser considerado
una continuación, el propósito fue siempre el
mismo: examinar la historia dominicana desde
nuevas perspectivas que contribuyan a entenderla
a partir de causalidades hasta entonces
inexploradas, mal explicadas o poco estudiadas,
haciendo uso del instrumental conceptual de las
modernas ciencias sociales.
En este privilegiado laboratorio que fue la isla Española, se adaptó y curtió el español de la primera hora al convertirse en experimentado baquiano dispuesto a señorear tierras y gentes y a recorrer descubriendo y poblando dominios españoles más allá del Caribe.
Los monarcas españoles siempre quisieron “probar la tierra", que no era otra cosa sino enviar simientes de todo tipo procedentes de España para ver si esa tierra era apta para su cultivo. Lo mismo sucedió con los animales de tiro y de granja. Las haciendas de la Española sirvieron para desterrar mucha hambre y como despensa para futuras expediciones. Al mismo tiempo, en una reciprocidad ejemplar, de la capital de las Antillas salieron los primeros productos americanos
para enriquecer al Viejo Mundo.
En los tumultuosos «Doce Años», Los Palmeros, armados con ideales de libertad y justicia, se opusieron al gobierno autoritario de Joaquín Balaguer. César Sánchez Beras nos cuenta de manera magistral el desenlace de Amaury, Virgilio, Ulises y Bienvenido con una prosa poética y cercana. Conoce el relato de este suceso histórico, contado desde diversas voces, y sumérgete en uno de los periodos más trágicos de la historia contemporánea dominicana.
En este libro se reúnen textos que resumen de alguna manera una actividad de lectura-escritura de casi cuatro décadas. La mayoría de esos textos estaban destinados al olvido luego de aparecer, de manera fugaz y efímera, en las páginas impresas o virtuales de los diarios nacionales, y muy particularmente, el suplemento Isla Abierta del periódico Hoy y Acento. Otros, no menos evanescentes, se leyeron en actos de presentación pública de libros. Los menos, finalmente, aparecieron publicados en varias de las bitácoras digitales que su autor manejó en la primera década del presente siglo. De ese modo, el título de este libro apunta a disimular la variedad, tanto de naturaleza como de intención, de los textos que lo componen. Y, por cierto, el silencio al que se alude en el título no es aquel que, según cuenta la leyenda, era rigurosamente recomendado en otras épocas en ciertas zonas donde la gente se congregaba a leer, como las bibliotecas y las salas de espera, sino ese otro silencio tan parecido a la más perversa forma de ser humanos, que es la indiferencia.