Estructura de los Laberintos de la complejidad conduce al lector
por los escabrosos y cautivantes senderos de la teoría de la complejidad
y del caos. En este excitante paseo, el lector es conducido
de un modo llano, por los distintos conceptos que conforman la
complejidad como disciplina del conocimiento, tales como caos
determinista, efecto mariposa, atractor extraño, reglas sencillas,
emergencia y fractalidad, entre otros. El autor considera que los
sistemas complejos fundamentales funcionan con base en unas
pocas reglas y muy simples. Dichas reglas o componentes básicos
oscilan entre tres y cinco elementos. Al darle continuidad al
principio de simplicidad de la teoría de la complejidad, el autor
se hace las siguientes interrogantes: ¿Existe un número limitado
de componentes en la estructura de los sistemas complejos fundamentales?
¿Es el número de componentes de estos sistemas una
cantidad constante o un intervalo? Si este número fuera un intervalo,
¿Cuál sería dicho intervalo? Se afirma que los sistemas complejos
fundamentales están constituidos por cuatro componentes
fundamentales, o en su defecto, por tres o por cinco. Para este intervalo,
el cuatro es el punto medio del recorrido y simultáneamente,
la moda o número que posiblemente más se repite.
Charamicos, novela ambientada en los terriblemente represivos “doce años” de Joaquín Balaguer, es uno de esos textos que sacude los cimientos de la historia oficial dominicana al proponer una osada visión del Santo Domingo de los años setenta. Charamicos acaba con el mito de la modernidad democrática al retratar con lujo de detalles el sempiterno legado de autoritarismo en el país.
Este libro trata sobre el gobierno del Triunvirato 1963 a 1965 en la República Dominicana, como resultado del golpe de Estado al profesor Juan Bosch; perpetuado por la aristocracia comercial y empresarial, aunado esfuerzo con la cúpula militar, eclesiástica y de políticos nacionales e internacionales contrarios a dicho gobierno y que tomó cuerpo en un gobierno colegiado de tres miembros en sus dos primeras etapas y de dos miembros en su parte final.
A través de los treinta y tres capítulos el autor nos sumerge
en el laberinto del tiempo con la marcada intencionalidad de
hacer del pasado el caldo de cultivo del futuro. La extensión es
sufi ciente para aprisionar la realidad humana de una pequeña
población de República Dominicana, en cuyo nombre actúan
los personajes enlazados por indestructibles y a veces fatídicos
lazos familiares. Sí, la familia es la estructura social sobre la que,
de manera magistral, aunque con apariencia ingenua, el autor
nos enfrenta a la antinomia vida-muerte o realidad-irrealidad,
celosamente vigiladas por un tiempo cuya presencia nos obliga
a evocar a Platón para quien “el tiempo es la imagen de la eter-
nidad en movimiento”.
Entrar al mundo del “Labrador de palabras” es un viaje que
sorprende a cada paso cuando devela lugares, asociaciones,
tendencias y memorias que permiten entender la razón por la
que el lector se reconoce en muchos de sus poemas. Labrador
de palabras es poesía y testimonio.