En su vocación de escritor Manuel Durán piensa los signos de una época en la crisis y en un camino que asume desde el vivir y el estar-en-el mundo. Lo que habla en su mundo vivido y sentido es su propia forma de afirmarse como sujeto de vida, cardinal de pensamiento y narración. Con el compromiso existencial fortalecido por una intencionalidad que surge de un pensar, a veces metafísico, sustancial y moral el escritor narra sus circunstancias evocando valores, pensamientos y estancias imaginarias.
"Todo este murmullo de pensamientos inquietos y excitantes, se convierten en un tropel de caballos desbocados que corren sólo en una dirección. Es una lucha continua, implacable, que día a día no cesa ni siquiera un ápice. Es como si el fantasma del destino estuviera ahí, siempre al acecho, forzándonos a seguir con su encuentro inminente".
La voz del autor marca su propia aforística filosófica y narrativa en este libro. No se trata de una deriva del objeto solamente, sino de una expresión situada en el suelo de una memoria de tres mil años de consciencia especulativa en el sentido teórico de la palabra. En el Timeo, en el Crátilo y en el Fedro de Platón encontramos esa huella, el registro y una travesía que ha sido tomada en cuenta en la modernidad, así como en el cuerpo de una dialéctica pulsada por el ente ideal.
En efecto, La vida no tiene nombre es el relato
psicológico, el drama épico de un hombre marcado
por un complejo de anti Edipo, y a quien
su pasado no lo deja vivir en paz. Su destino será
pues un eterno desasosiego. Vivió atenazado por
el rencor y el odio. Fue guerrillero durante tres
años, fugitivo y testigo de múltiples fusilamientos.
Fue herido seis veces en su travesía por toda
la geografía dominicana. Es capturado al regresar
a casa de su padre en busca de su herencia, y es
fusilado por el ejército de ocupación.
El humor de Nosotros los suicidas aligera lo trágico de quitarse la
vida al plantear que los asesinados por una dictadura se consideren suicidas
como logra establecer la lógica del relato.
La vida es otra cosa marca la diferencia entre un ‘antes’ y un ‘después’, ya que sería difícil encontrar otra obra de notable factura cuyo autor universalice, como lo hace Jeannette Miller, el drama de las clases oprimidas, y lo haga al margen de sentimentalismos y denuncias ideológicas, sin caídas en el manejo del lenguaje, a través de una densa estructura, nítida y fluida, en la que los personajes integran una especie de coro griego en esa inacabable tragedia que es la vida en nuestras remotas y olvidadas comunidades del interior…
Gabriel es un chico multimillonario que trabaja como modelo en la empresa más famosa del país, un día es torturado por uno de sus fanáticos, afortunadamente, es salvado por un hombre y llevado a una clínica, ahí es diagnosticado con hipertensión pulmonar, por dicho motivo, sus padres lo abandonan debido a que lo consideran como alguien inútil. Drásticamente Gabriel pasa de ser un chico famoso al que todos admiraban, a un chico enfermo y aislado del mundo, él odia esta nueva vida, cada día le enoja saber que está es la nueva vida que le toca, él decide inscribirse en un experimento extraño, si el experimento funciona estará sano otra
vez y si falla morirá, para él las dos opciones son aceptables, en todo su transcurso en el hospital conocerá nuevas personas y vivirá acontecimientos importantes que le hacen cambiar su perspectiva de la vida y descubre que todo este tiempo nada era lo que parecía.
"La Victoria" es una novela escrita a principios de los 40 pero recuperada cuarenta años después. Estamos frente a uno de las narraciones mejor estructuradas de la literatura dominicana del siglo XX. Carmen Natalia (1917-1976) fue una de las primeras luchadoras antitrujillistas.
Este libro, cuyo título original sería "Las Quiméricas abstracciones de Aribaldes y su amigo Demófeles en tiempos de la Tripleta" fue reemplazado por un escueto "La Tríada".
No es un rosario de denuncias a secas para abrazar el pesimismo. Es una compilación de artículos ya publicados junto a relatos inéditos de breves recorridos por esta hermosa y pródiga tierra, poblada por bien intencionados dominicanos y dominicanas que se sienten atrapados en una compleja situación social que les luce ajena en sus orígenes.
Aribaldes y Demófeles ingenuamente tratan de aportar con algunas vivencias y testimonios un grano de arena para que la juventud se valore mejor a sí misma y a su potencial para transformar la sociedad. Para estos dos personajes ficticios el pasado quedó atrás como un archivo de aprendizaje referencias, muchas veces dejándoles amargas cicatrices, pero también experiencias memorables. Figuran también los vivaces demagogos que perseveran, como una tóxica raíz, en lesionar a Quisqueya. Las pobres calificaciones del país en casi todas las evaluaciones realizadas en el Hemisferio son derivaciones de sus acciones. Afortunadamente, se puede cambiar de fondo lo heredado. La reflexión final se subordinará a un mañana que nos someterá a su espacio y que será resultado, en gran medida, de lo que se forje en el presente.
La singular apuesta lingüística y creativa de Carlos Vicioso, tan a contracorriente que no tiene pares en la literatura dominicana, sube un nuevo escalón en esta obra; alcanza un punto álgido que marca la plena madurez de su estilo, un universo propio de barroca apoteosis, símbolos, signos, onomatopeyas, entrañamiento lúdico y magia palabrera que embelesa y aturde. Seguirlo en pos de esta aventura es asomarse a un costado imprevisto de la isla, a una manera única de imbricar la historia nacional, y mundial, en una trama que sabe redondear y calar los más raros contextos en una totalidad narrativa sin distorsiones ni fisuras.