Cosmos trata de la ciencia en su contexto humano más amplio y explica cómo la ciencia y la civilización se desarrollan conjuntamente. La obra aborda también el tema de las misiones espaciales destinadas a explorar los planetas más próximos a la Tierra, del origen de la vida, de la muerte del Sol, de la evolución de las galaxias y de los orígenes de la materia, los soles y los mundos, así como también los más recientes descubrimientos sobre la vida fuera de la Tierra. Con más de doscientas cincuenta ilustraciones a todo color verdaderamente asombrosas. Cosmos está narrado con la proverbial habilidad de su autor para conseguir que las ideas científicas fuesen comprensibles y apasionantes.
Reconstruir el pasado es tarea compleja y resbaladiza, no importa qué vertiente de ese pasado nos interese. Los historiadores se basan fundamentalmente en fuentes escritas publicadas, pero existe otro tipo de fuente: las correspondencias. Querido Isaac, querido Albert – un guiño a Isaac Newton y a Albert Einstein – reproduce, explicando el contexto en el que fueron escritas, un extenso conjunto de cartas de algunos de los mejores científicos de la historia.
Es imposible dar idea de la variedad de temas que tratan las cartas que aparecen en este libro, tanto en su dimensión humana y personal, como en la científica e institucional, un libro que no tiene paralelo en ningún otro publicado hasta la fecha y que en más de un sentido constituye una historia (parcial) alternativa de la ciencia. Entre los muchos episodios que se tratan, se cuentan, por ejemplo, las cartas que cubren el proceso mediante el cual Edmund Halley convenció, y soportó, al siempre reacio Isaac Newton para que escribiera su inmortal libro de 1687, Philosophiae Naturalis Principia Mathematica; la dramática carta que Lavoisier escribió en vísperas de ser víctima de la guillotina; las informaciones que Benjamín Franklin dio al presidente de la Royal Society inglesa de las ascensiones aerostáticas que presenció en París; la reacción de Charles Darwin cuando recibió la noticia de que Alfred Russel Wallace había llegado a la misma teoría de la evolución de las especies que él; la que Galois escribió a Auguste Chevalier la noche antes del duelo que acabó con su vida, resumiendo sus innovadoras ideas matemáticas; las que escribió Albert Einstein a su entonces novia, Mileva Maric, y otras a varios corresponsales que muestran la influencia que la filosofía ejerció para llegar a la teoría de la relatividad especial; la carta en la que Max Planck explicaba a Robert Williams Wood el sacrificio intelectual que tuvo que realizar para introducir los cuantos de luz; o una en la que Francis Crick explicaba a su hijo el descubrimiento de la estructura del ADN.
Hábitos Atómicos parte de una simple pero poderosa pregunta: ¿Cómo podemos vivir mejor? Sabemos que unos buenos hábitos nos permiten mejorar significativamente nuestra vida, pero con frecuencia nos desviamos del camino: dejamos de hacer ejercicio, comemos mal, dormimos poco, despilfarramos. ¿Por qué es tan fácil caer en los malos hábitos y tan complicado seguir los buenos? James Clear nos brinda fantásticas ideas basadas en investigaciones científicas, que le permiten revelarnos cómo podemos transformar pequeños hábitos cotidianos para cambiar nuestra vida y mejorarla.
Esta guía pone al descubierto las fuerzas ocultas que moldean nuestro comportamiento desde nuestra mentalidad, pasando por el ambiente y hasta la genética y nos demuestra cómo aplicar cada cambio a nuestra vida y a nuestro trabajo. Después de leer este libro, tendrás un método sencillo para desarrollar un sistema eficaz que te conducirá al éxito.
Este segundo volumen aborda un periodo vibrante y decisivo de la historia de uno de los grandes logros de la humanidad: la física cuántica.
Científicos pioneros como Werner Heisenberg, Erwin Schrödinger, Albert Einstein, Niels Bohr o Paul Dirac, entre otros, son los protagonistas de este periodo fecundo de la historia del proyecto cuántico. José Manuel Sánchez Ron narra en este segundo volumen la culminación de los esfuerzos que permitieron la creación e interpretación de la mecánica cuántica, y profundiza en sus desarrollos teóricos, mostrando cómo algunos de ellos tuvieron resultados científicos imprevistos y asombrosos. Esta etapa pone de relieve el carácter comunal y poliédrico de la empresa cuántica y culmina en un año trascendental, 1935, cuando la coincidencia de dos publicaciones marca un hito en la disciplina. Por un lado, el famoso artículo de Einstein y sus colaboradores, y por otro, el de la famosa paradoja de Schrödinger, revelaron una propiedad altamente contraintuitiva denominada entrelazamiento. Una idea fundamental y sorprendente de la física cuántica, “la superposición de estados”, que cambiaría para siempre el futuro de la ciencia.