Una defensa a la cultura de la libertad desde los conocimientos científicos hasta las tradiciones, usando como base el juicio crítico, las artes, los valores, las costumbres y los modos de vida. Desde este nuevo enfoque, Carlos Rodríguez Braun realiza un análisis sobre el liberalismo que va más allá de lo meramente económico, y nos ofrece una visión 360º de cómo influye en aspectos cotidianos como la Iglesia, el periodismo, la tauromaquia y la política, la desigualdad y la literatura. A través de estas páginas, nos transmite que la esencia de la cultura de la libertad es que «la libertad no ha de ser propiciada y defendida por sus benéficos efectos económicos, aunque los tenga». La libertad es buena de por sí, es buena por sí misma, independientemente de sus consecuencias. Porque la libertad no es un medio. La libertad es un fin. «Al afirmarse como soberano en el siglo XVI, la potencia expansiva del Estado alteró la trayectoria liberal de la historia de Europa y, en consecuencia, la de sus proyecciones extraeuropeas, determinada, como explica magistralmente Carlos Rodríguez Braun, por los Diez Mandamientos.
La responsabilidad social de las empresas puede parecer un gasto innecesario hasta que se comprueba lo que cuesta ser irresponsable. En La sociedad que no quería ser anónima comprobaremos cómo, en la era de la información, la gestión responsable y la ética empresarial son asuntos que representan una gran apuesta estratégica.
A través de un personaje ficticio, Amaro Cifuentes, director de Responsabilidad Social de una compañía cualquiera, se desentrañan las claves de esta función empresarial gracias a una mezcla sutil entre la realidad y la ficción, el día a día y el esperpento, la gestión ordenada y la ocurrencia caótica. Y es que el desafío en la responsabilidad social para cualquier compañía moderna tiene un nombre: anticipación. Sus beneficios tardan en llegar, pero son claros, como podrá asegurar cualquier directivo que haya tenido que gestionar una crisis.
Vivimos una era de cambios exponenciales y disruptivos en donde las empresas que no se adaptan rápido mueren, y en la que los liderazgos tradicionales y jerárquicos están en extinción. Por ello, las organizaciones deben prestar atención a los temas del futuro, talento, agilidad y cultura, y ajustar sus estilos de liderazgo si desean crear empresas admiradas. Salvador Alva aborda el liderazgo con gran profundidad, llevándonos a escudriñar los cambios que se deben hacer para romper creencias muy arraigadas o, de lo contario, el inconsciente dirigirá nuestras vidas y lo llamaremos destino. «En este cuarto libro, Salvador comparte sus reflexiones, experiencias y aprendizajes sobre el reto que significa ser un líder. Habla de la capacidad de ser ágiles, de innovar y delegar. Es el texto indicado para quien tiene que anticiparse al futuro y navegar las disrupciones exponenciales que ya enfrentamos, y que solo se acelerarán en los siguientes años.