Hace tan solo tres decadas pocos podían imaginar que una especie humana hallada y nombrada en la península iberica por científicos españoles tuviera el honor de formar parte de nuestra historia evolutiva. La especie Homo antecessor, cuyos restos fueron descubiertos en un nacimiento de la sierra de Atapuerca, fue descrita en 1997 en la revista Science. El proceso, que duró tres años, no estuvo exento de grandes dificultades ajenas a la propia investigación. No obstante, la emoción de cada nuevo hallazgo y la sorprendente anatomía de los restos fósiles fueron un estímulo para superar todos los obstáculos. Una vez superado el primer escollo, la aceptación de Homo antecessor como fuente trascendental para la comprensión del origen del linaje de nuestra especie tropezó con la oposición de un buen número de expertos en evolución humana. La resistencia duró más de veinte años, hasta que la información anatómica y molecular impuso su lógica.
«¿Por qué fui abusado?». En busca de las respuestas a esa pregunta, el cirujano digestivo chileno James Hamilton, quien obligó a modificar las políticas pontificias en la prevención de abusos y logró que los abusos a menores y adolescentes no prescribieran en su país, se embarcó en una profunda investigación para entender el origen de la violencia y el mal en el ser humano.
Homo Exul indaga en la pregunta de por qué, en un momento preciso de la historia, los homínidos dejaron de cooperar y comenzaron a mostrar conductas violentas. Defiende, además, que la mayoría de dolencias y enfermedades crónicas que hoy nos afectan (desde la obesidad hasta el alzhéimer) son consecuencia de ese mismo proceso evolutivo que, por fuerza, conllevó importantes cambios sociales y alimenticios en adultos, niños y lactantes.
Lanza, además, una importante pregunta: ¿estamos a tiempo de revertir estas marcas evolutivas y convertirnos de nuevo en una sociedad cooperativa?
La historia de la ciencia como nunca te la habían contado.
Solemos pensar que la ciencia moderna se inventó en Europa, producto de grandes mentes como Nicolás Copérnico, Isaac Newton, Charles Darwin o Albert Einstein. Pero esto es un error. La ciencia no es, ni ha sido nunca, un empeño exclusivamente europeo.
Copérnico se basó en técnicas matemáticas tomadas de textos árabes y persas. Cuando Newton estableció las leyes del movimiento, se basó en observaciones astronómicas realizadas en Asia y África. Cuando Darwin escribió El origen de las especies consultó una enciclopedia china del siglo XVI. Y cuando Einstein estudiaba la mecánica cuántica, se inspiró en el físico bengalí Satyendra Nath Bose. Horizontes va más allá de Europa, explorando las formas en que los científicos de África, América, Asia y el Pacífico encajan en la historia de la ciencia, que se entiende mejor como una historia de intercambio cultural global.
Con una poderosa fuerza narrativa, James Poskett nos lleva en un viaje en el tiempo alrededor del mundo y rastrea los orígenes de la ciencia moderna: desde los palacios de los aztecas hasta las universidades chinas, cuenta la historia de los pioneros olvidados de los grandes conocimientos.