Los límites del capital es seguramente el gran texto fundacional de la llamada geografía crítica y también una de las obras mayores de David Harvey. Camuflado como un comentario de la obra de Marx, el autor nos va descubriendo, en estas páginas, algunos de los vacíos de la aproximación marxista a la hora de afrontar las dimensiones espaciales de la acumulación de capital. Sobre la base de algunas de las categorías de Marx, como 'capital ficticio', 'renta' o 'desarrollo desigual', Harvey fundamenta el análisis de un campo teórico en el que la dimensión territorial del capitalismo adquiere una nueva centralidad. El espacio aparece, de este modo, como uno de los elementos fundamentales en el diseño capitalista, tanto como instrumento para la acumulación que como fuente de nuevas contradicciones. La teoría de la crisis, centro de la formulación marxista del capital, se ve así completada por toda una nueva batería de conceptos.
Los orígenes de la creatividad aborda la cuestión de cómo esta expresión humana única, tan fundamental para nuestra identidad como individuos y como especie surgió y se manifestó a lo largo de la historia.
Este es un libro profundo y lírico escrito por uno de los más prestigiosos biólogos, que nos ofrece un examen exhaustivo de la relación entre las humanidades y las ciencias: lo que se ofrecen unos a otros, cómo se pueden unir y dónde aún se quedan cortos. Ambos, revela Edward O. Wilson, tienen sus raíces en la creatividad humana: el rasgo definitorio de nuestra especie.
Lulu Miller, periodista científica, atraviesa una profunda crisis cuando descubre una historia que cambia su manera de ver el mundo: la de David Starr Jordan, el biólogo marino más importante del siglo XIX, que resultó ser un ejemplo de perseverancia y tenacidad ante los reveses de la vida.
La investigación sobre Jordan lleva a la autora a reconsiderar las imposiciones sociales y las etiquetas que nos sujetan a una concepción de nosotros mis-mos que nos limita. Una de sus reflexiones surge al constatar que la categoría peces, aplicada a tantos seres marinos, es errónea, y que utilizarla es tan absurdo como decir que todos los seres que viven en la montaña son cabras.