Las empresas con un ADN disruptivo innovan con gran rapidez para ganar cuota de mercado y adelantarse a sus competidores, que siguen atrapados en modelos más convencionales y lentos. Muchas veces quienes no emprenden esta transformación creen que la disrupción es algo que sólo afecta a las empresas tecnológicas. Pero se equivocan. Todos los mercados se están viendo afectados por la celeridad del cambio, y en todos los ámbitos la tendencia es caminar hacia lo digital.
También en el sector inmobiliario, donde la irrupción digital no es reciente. Hace años que utilizamos servicios como Idealista, Airbnb u otros parecidos, pero algunas circunstancias, entre ellas la aparición de la COVID-19, han impulsado el proceso de transformación del sector y alertado a sus profesionales: lo que parecía un cambio lento ha venido para quedarse. Es el protech: la aplicación de tecnologías innovadoras a las necesidades del mercado inmobiliario.
Un libro revelador sobre la influencia abrumadora del silencio y cómo vencerlo para encontrar nuestra voz y liberar nuestro potencial.
Tener un sitio en la mesa no significa que nuestra opinión sea bien recibida. Saber que algo no está bien no significa que sea fácil decirlo en voz alta. Pero el silencio, deliberado o no, tiene profundas consecuencias en el trabajo y en la vida: bloquea el talento, distorsiona las decisiones y provoca que los equipos y las personas fracasen. ¿Y si pudiéramos desaprender las formas en que nos silenciamos y aprendiéramos a utilizar nuestra voz?
Elaine Lin, a partir de su experiencia docente en la facultad de Derecho de Harvard, explora:
- Cómo hemos aprendido a permanecer callados.
- Cómo nos hemos beneficiado del silencio.
Tener un sitio en la mesa no significa que nuestra opinión sea bien recibida. Saber que algo no está bien no significa que sea fácil decirlo en voz alta. Pero el silencio, deliberado o no, tiene profundas consecuencias en el trabajo y en la vida: bloquea el talento, distorsiona las decisiones y provoca que los equipos y las personas fracasen. ¿Y si pudiéramos desaprender las formas en que nos silenciamos a aprendiéramos a utilizar nuestra voz?