Un libro para comprender los conceptos fundamentales de la realidad económica.
No cabe duda de que vivimos en un mundo regido por los fenómenos económicos: el paro, la inflación, la política fiscal, el precio del dinero, los mercados, los tipos de interés, la política monetaria, el papel del Estado, la distribución mundial de la renta o la naturaleza de las leyes del mercado. Esos fenómenos afectan y condicionan nuestras vidas todos los días del año. Y, sin embargo, no conocemos bien los mecanismos de la economía, que nos parecen cosa de sesudos especialistas.
Pero, ¿por qué nos asusta la ciencia económica? ¡Si es muy fácil! Se trata de aplicar el sentido común y huir de los tópicos. Muchos de los términos de la economía, en apariencia técnicos, que manejan economistas y políticos, no se dirigen tanto a nuestro entendimiento como a nuestras emociones.
Alfredo Pastor consigue con este libro que, casi sin darnos cuenta, dominemos para siempre los principios básicos de una materia que todos construimos sin cesar: esa ciencia (en realidad humilde) que está o debería estar al servicio del ciudadano, y no al revés.
En La crítica agotada, José Manuel Naredo no solo muestra la opacidad y lo vacío de estos "no-conceptos" y de dónde surgen, sino que además despliega toda la potencia del genuino pensamiento crítico cuando trasciende esos "puntos ciegos". Solo con ese cambio de perspectiva, solo pensando fuera de los márgenes delimitados por el sentido común dictado por la ideología económica dominante, podremos construir un nuevo paradigma civilizatorio que emancipe a seres humanos y devuelva la dignidad a la naturaleza.
Una defensa a la cultura de la libertad desde los conocimientos científicos hasta las tradiciones, usando como base el juicio crítico, las artes, los valores, las costumbres y los modos de vida. Desde este nuevo enfoque, Carlos Rodríguez Braun realiza un análisis sobre el liberalismo que va más allá de lo meramente económico, y nos ofrece una visión 360º de cómo influye en aspectos cotidianos como la Iglesia, el periodismo, la tauromaquia y la política, la desigualdad y la literatura. A través de estas páginas, nos transmite que la esencia de la cultura de la libertad es que «la libertad no ha de ser propiciada y defendida por sus benéficos efectos económicos, aunque los tenga». La libertad es buena de por sí, es buena por sí misma, independientemente de sus consecuencias. Porque la libertad no es un medio. La libertad es un fin. «Al afirmarse como soberano en el siglo XVI, la potencia expansiva del Estado alteró la trayectoria liberal de la historia de Europa y, en consecuencia, la de sus proyecciones extraeuropeas, determinada, como explica magistralmente Carlos Rodríguez Braun, por los Diez Mandamientos.