La ciudad y los perros nos introduce al severo mundo del Colegio Militar Leoncio Prado en Lima, donde cadetes jóvenes se enfrentan a la violencia institucional, los abusos, la camaradería, las humillaciones, y la moral fragmentada de una sociedad atrapada entre tradición y autoridad.
Conversación en la Catedral es una radiografía de la corrupción, la represión política y la descomposición moral bajo la dictadura de Odría en Perú. A partir de una conversación entre Santiago Zavala y Ambrosio en el bar La Catedral, la novela urde una interminable cadena de voces y recuerdos que revelan cómo un país entero cae en la frustración y la resignación.
La tía Julia y el escribidor ofrece un cambio de tono, más ligero, festivo, irreverente: una novela semiautobiográfica donde un joven aspirante a escritor en la Lima de los años cincuenta vive su romance con su tía política Julia, se enfrenta a los prejuicios sociales, y convive con la locura creativa de Pedro Camacho, un autor de radionovelas cuyo mundo de ficción empieza a mezclarse peligrosamente con la realidad.
La Fiesta del Chivo nos lleva a República Dominicana para retratar los últimos días de la dictadura de Rafael Trujillo: el poder absoluto, el miedo gobernante, las conspiraciones clandestinas, los crímenes del régimen y la memoria traumática de quienes sobrevivieron. Una novela conmovedora sobre el autoritarismo, la injusticia y la resistencia.
Todas las literaturas han conocido el sueño de un mundo ideal, de pasiones y valores absolutos. El Renacimiento lo concibió con disfraces de pastor; en España, bajo los rasgos de La Diana, que gozó de un enorme éxito editorial desde su publicación (1558-1559).
Con una trama geométrica, perfecta, y con una sapientísima mezcla de naturalidad y artificio, la obra maestra de Jorge de Montemayor ofrece a un tiempo una absorbente novela psicológica y una enciclopedia de la erótica renacentista.
Con Trafalgar y La corte de Carlos IV, Galdós emprendió uno de los proyectos más ambiciosos de la literatura escrita en español. Nadie ha repetido la proeza de convertir en ficción cerca de un siglo de nuestra historia (los años que van de 1805 a 1880) a través de cuarenta y seis novelas de corta extensión.
Escritos entre 1873 y 1912 y agrupados en cinco series, cada episodio es un relato autónomo, pero también es posible leer cada serie como una novela larga completa, cuyo nexo es la etapa allí reflejada en personajes históricos y ficticios, que viven los sucesos cuando se producen, entremezclados con sus experiencias cotidianas. La BCRAE presenta los dos primeros episodios, en los que domina, como en toda la Primera serie, la voz de Gabriel Araceli, casi un niño en el arranque de una acción rememorada en su vejez.
La presente edición analiza a fondo las características de la escritura galdosiana y atiende a las sucesivas fases de redacción de la novela, para establecer un texto seguro y autorizado, con una anotación adecuada a la inagotable riqueza verbal, imaginativa e historicista de los Episodios, más un estudio que da cuenta en su conjunto de este colosal e inigualado esfuerzo narrativo.
La brevedad del relato del génesis lleva a la imaginación del poeta a plantearse sugestivos interrogantes respecto a la historia de Adán y Eva: ¿qué sintieron aquellos adultos sin infamia al despertar en el Paraíso? ¿Cómo fue su encuentro? ¿Qué les hizo desobedecer a Dios? ¿Qué se dijeron al conocer su culpa y espantoso castigo? Como toda obra clásica de renombre universal, El Paraíso perdido da pie a numerosas lecturas. En ella están las tradiciones clásicas de Homero y Virgilio, la deslumbrante imaginación creadora del Renacimiento, las concepciones del universo elaboradas por los astrónomos o las respuestas a los misterios de la teología; todo el saber humanista y científico de su época entran en este inmenso crisol donde el lector encontrará siempre lo que busca.
Comprender, comprender enteramente su propio corazón»: este podría ser el lema de las heroínas de Jane Austen, que lo aprenden en un intenso proceso condicionado por las circunstancias sociales y por los equívocos derivados de la noción de amor romántico. Casi todas ellas se equivocan, pero por primera vez en la historia de la literatura la equivocación -que da pie a tanto a situaciones cómicas como dramáticas- se ve como un derecho, hasta ahora reservado a los hombres, en el curso del aprendizaje de la vida. Con Jane Austen las jóvenes tienen, también por primera vez, el derecho a una segunda oportunidad.