A sus setenta y dos años, Juan Cabrera vive prácticamente enclaustrado con sus libros en un pequeño piso del barrio de Argüelles. No es algo nuevo para él. Durante años estuvo confinado en un convento benedictino, del que salió con un indulto especial de exclaustración para un profeso de votos perpetuos. En el claustro ya no lograba escuchar a Dios, pero quizá su salida también se vio influenciada por la denuncia que hizo de tres novicios a los que descubrió en una situación impropia, o al menos entonces eso le pareció. Alejado de la familia, Cabrera recibe un día la visita de su sobrino Jaime, quien, poco después, propicia el encuentro entre su tío y Antón Rubial, uno de los novicios expulsados por la acusación del exmonje. Tras dejar la orden, Rubial rehízo su vida y se casó con Petri, con quien mantiene una relación complicada.
Un padre y su hijo se ven por primera vez después de muchos años. El padre tiene algo que contarle antes de que sea demasiado tarde: la historia de una niña que yace en la cama de un hospital a pocos kilómetros de distancia. La pequeña es valiente y lo bastante inteligente como para saber que no vencerá al cáncer.
Ahora, en una fría noche de invierno, el padre tiene la inesperada oportunidad de hacer algo extraordinario que podría cambiar el destino de una niña a la que apenas conoce. Pero antes de poder hacer el trato de su vida, debe averiguar cuánto ha valido realmente la suya, y sólo su hijo puede darle esa respuesta.
La vida, como el violín, solo tiene cuatro cuerdas: naces, creces, te reproduces y mueres. Con estos mimbres se teje cada historia personal con toda una maraña de sueños y pasiones que el tiempo macera a medias con el azar».
Un niño se sube por primera vez a uno de los caballos de cartón de un tiovivo sin imaginar que esa manera de galopar, arriba y abajo, siempre una vuelta más, presagia todo lo que va a cumplirse a lo largo de los años. La música, las canciones, las lecturas, los perros, los automóviles y el mar siempre el mar se trenzan con los sueños, los amigos, los amores, las heridas y los momentos de belleza que conforman una vida.
Tilda ama las matemáticas y la natación, pero por encima de todo a su hermana, la pequeña y fantasiosa Ida. Su madre es alcohólica, su padre las abandonó hace tiempo y la vida de Tilda fluctúa entre sus estudios en la universidad, el trabajo de cajera en un supermercado, las labores domésticas y obligaciones familiares y los 22 largos que nada todos los días en la piscina.
Cuando un profesor le ofrece la posibilidad de realizar un doctorado en Berlín, empieza a vislumbrar por fin la libertad; pero antes de dar ese paso debe ayudar a Ida a valerse por sí misma. La tarea resulta ardua, porque la situación familiar está a punto de estallar, pero en ese momento aparece Viktor en la vida de Tilda, un chico solitario que, como ella, oculta una herida y nada 22 largos todos los días. Su presencia provocará un vuelco en la historia de los tres.
Suena el teléfono temprano con la urgencia de las malas noticias, y el narrador escucha a su hermano anunciar que su padre está infartado de camino al hospital. El hombre, admirado y amado por su hijo, había ido perdiendo la cabeza a manos de la ingrata vejez, y ese olvido y esa mirada extraviada despiertan en el protagonista la necesidad de contar la historia de ese trabajador humilde. Historia que no se puede contar sin la del barrio que los vio crecer a Gilmer y a sus hermanos, y la de sus habitantes que lograron eludir la fatal cuadra y sus improbables devenires, tan cargados de realidad colombiana como ningún otro.
Aranjuez se convierte así en el escenario de vidas complejas a las que la mirada sensible de Mesa dota de dignidad y esplendor, en la medida en que nos comparte el dolor profundo del hijo que observa los desvaríos de su padre.
Iola, Colorado, 1948. Victoria Nash es una joven de diecisiete años que ayuda a su familia a cultivar melocotones a orillas del río Gunnison. La vida parece sonreírle cuando conoce por casualidad a Wilson Moon, un joven vagabundo con un pasado misterioso, de piel morena y ojos negros y brillantes, si bien la chispa que se enciende entre ellos acabará desencadenando tanta pasión como desgracia. Y cuando la tragedia les golpea, Victoria decide abandonar la vida que lleva y huir a las montañas para protegerse a sí misma y el secreto que guarda en su interior. Con el paso de las estaciones, Victoria consigue hallar fuerzas para recuperarse y seguir adelante, gracias también a su amistad con mujeres tan fuertes y valientes como ella, aunque muy diferentes.
Inspirada en hechos reales, Como si fuera un río es una historia palpitante de resiliencia femenina frente a las dificultades, las prevenciones y las pérdidas, pero también sobre la capacidad del ser humano para encontrar coraje, camaradería y un hogar en las circunstancias más adversas.
Claudio es un profesor español residente en Pittsburgh que, por inclemencias del tiempo, ve retrasado un viaje a Buenos Aires. En el aeropuerto conoce a Marcelo, un ejecutivo de talante abierto que le cuenta su propia experiencia, años atrás, en un hotel de la capital argentina: allí conoció a Carlota, una fantástica mujer que despertó en él profundos sentimientos. Pronto Claudio se encontrará a las puertas del antiguo hotel bonaerense, escenario de las fantasías de su compañero de espera.
La bella Marguerite desaparece repentinamente de su pequeño pueblo en el norte del estado de Nueva York,pero las causas no están del todo claras. ¿Hubo alguien más involucrado? ¿O simplemente aprovechó la oportunidad para dejar atrás su angustiosa vida? Veinte años despues, su hermana menor, Gigi, reconstruye las pistas de lo acontecido aquellos días y de la investigación posterior. Poco a poco, las revelaciones sobre las dos hermanas se vuelven claras, y se desvela que su perfecta vida hogareña no era tan placentera como parecía. Y sutilmente, con la maestría de Joyce Carol Oates para el suspense, comenzamos a vislumbrar lo acaecido.
Una inquietante novela que funciona como una caja mágica y contiene tanto una historia de amor como una irónica y moderna historia de fantasmas. Su protagonista, Finn, es un profesor de mediana edad en un descanso forzoso del trabajo que termina por asumir: al fin y al cabo puede que resulte demasiado emocional impartir clases de historia precisamente ahora, cuando la nación se precipita hacia la histeria.
No ayuda que durante esa pausa reciba una llamada que le alerta de que su expareja, Lily -a quien su trabajo como payaso no le ha ayudado a mitigar sin embargo sus tendencias suicidas- está en serios problemas. Ambos comenzarán un extraño viaje juntos que abrirá una trampilla en la realidad, mientras Lily se desliza de un mundo a otro y Finn se enfrenta a preguntas ineludibles sobre la vida y la muerte, el dolor y el pasado, la comedia y tragedia, y las diáfanas separaciones que existen entre todos ellos.
Y en medio de todo ello, el lector tendrá que resolver el misterio de un extraño diario del siglo XIX que contiene la historia de un asesino.
ras cautivar al público y la crítica de más de cuarenta países con Toda una vida, Robert Seethaler, sutil intérprete del alma y uno de los escritores en lengua alemana de mayor proyección, vuelve con una original historia sobre las emociones y la esencia de la vida a través de la voz singular de quienes ya no están con nosotros.
Al atardecer, el anciano Harry Stevens se levanta del banco, bajo el abedul torcido, donde ha estado sentado todo el día, y sale del cementerio de la pequeña localidad de Paulstadt, un lugar al que todo el mundo llama «el Campo» y casi nadie visita. No hace mucho tuvo lugar el último entierro, aunque él recuerda un funeral muchos años antes, el de Gregorina Stavac, la florista de hermosas manos con quien sólo intercambió unas palabras, pero a la que se siente irremediablemente unido. A Harry le parece oír hablar a los difuntos, pero sólo logra captar unas cuantas palabras y se pregunta qué se estarán diciendo. ¿Discutirán sobre la vida, ahora que son capaces de juzgarla en todos sus aspectos, o recordarán el pasado con nostalgia? ¿Hablarán de la muerte, de lo que ésta significa, o seguirán quejándose como cuando estaban vivos, tratando de sus dolencias y otras minucias?