Un misterioso anuncio de una sola línea en una revista culinaria, sin número de teléfono ni dirección: ¡quienes deseen visitar la taberna Kamogawa tienen que confiar en un toque de magia para llegar hasta ella! Solo los asiduos y los curiosos, guiados por el destino, encuentran el camino hasta el pequeño edificio escondido entre las callejuelas de Kioto.
La pareja formada por el padre y la hija Kamogawa ha empezado a anunciar sus servicios como «detectives de la comida»: mediante ingeniosas investigaciones, son capaces de recrear un plato del pasado de sus clientes, guisos que bien podrían contener las claves de historias olvidadas y promesas de felicidad futura. ¿Les permitirán estos sabores redescubiertos cerrar la puerta a los remordimientos y empezar de nuevo?
Una fascinante combinación de cyberpunk, novela negra, relato fantástico y reflexión moral a un ritmo trepidante en un mundo de desolación, ternura e identidades ambiguas.
Dos historias paralelas se desarrollan en escenarios de nombre evocador: una transcurre en el llamado «fin del mundo», una misteriosa ciudad amurallada; la otra, en un Tokio de un futuro quizá no muy lejano, un frío y despiadado país de las maravillas. En la primera, el narrador y protagonista, anónimo, se ve privado de su sombra, poco a poco también de sus recuerdos, e impelido a leer sueños entre unos habitantes de extrañas carencias anímicas y unicornios cuyo pelaje se torna dorado en invierno. En la segunda historia, el protagonista es un informático de gustos refinados que trabaja en una turbia institución gubernamental, enfrentada a otra organización no menos siniestra en una guerra por el control de la información; sus servicios son requeridos por un inquietante científico que juguetea con la manipulación de la conciencia y de la mente y vive aislado en la red de alcantarillado, una red poblada por los tinieblos, tenebrosas criaturas carnívoras.
Si hay algo que Bast sabe hacer es negociar. Verlo hacer un trato es ver trabajar a un artista..., pero incluso el pincel de un maestro puede errar. Sin embargo, cuando recibe un regalo y lo acepta sin ofrecer nada a cambio, su mundo se tambalea. Pues, aunque sabe regatear, no sabe deberle nada a nadie.
Desde el amanecer a la medianoche, durante el transcurso de un día, seguiremos al fata más encantador de la Crónica del Asesino de Reyes mientras baila con el peligro una y otra vez con asombrosa gracilidad.
El estrecho sendero entre deseos es la historia de Bast. En ella, nuestro protagonista sigue a su propio corazón, aunque sea en contra de su buen juicio. Porque, al fin y al cabo, ¿de qué sirve la cautela si lo mantiene a uno alejado de la aventura y del placer?
Nora Stephens se ha pasado la vida entre libros; es una dura agente literaria que pelea por las obras y los contratos de cada uno de sus clientes. Solo hay una cosa que esté por encima de su trabajo: su hermana pequeña Libby, a la que lleva cuidando desde que su madre falleció. Por eso decide acceder a su petición e ir con ella a Sunshine Falls, el lugar en el que se ambienta su libro favorito. Allí, Libby pretende realizar un viaje de transformación en el que recrear las escenas de sus novelas favoritas hasta lograr que Nora sea la protagonista de su propia novela.
Con lo que ninguna de las dos cuenta es con toparse con Charlie Lastra, un editor con el que Nora ya había tenido un encontronazo en Nueva York y que amenaza con convertirse en una presencia constante en sus vacaciones. A veces, ni siquiera una agente literaria y un editor son capaces de escribir su propia historia.
Fallon y Ben se encuentran por casualidad cuando sus vidas están cambiando. Ella está a punto de instalarse en Nueva York con la esperanza de cumplir su sueño y convertirse en actriz de teatro, y Ben quiere ser escritor. Se cruzan como dos estrellas fugaces pero la intensidad de lo que comparten les lleva a fijar una cita anual, el 9 de noviembre, para no olvidarse. Fallon se convierte entonces en la inspiración de Ben, en su musa. En cada encuentro anual obtiene material para continuar escribiendo, y los dos se explican sus vidas. Hasta que en una de las citas Fallon empieza a dudar de lo que Ben le cuenta, ¿es posible que se haya inventado una vida de novela? ¿Y por qué haría algo así?
«No seas demasiado dura conmigo, Fallon. Tengo el corazón frágil.»