La isla del tesoro no es solo una magnífica novela de aventuras, sino que también es una obra maestra de la literatura universal que no se deja clasificar ni exige del lector una determinada edad para poder ser leída con placer y entusiasmo. Esta novela de aventuras es un magnífico ejercicio de ambientación, descripción y técnica narrativa, que nos sumerge en una maravillosa historia de piratas y tesoros. El joven Jim Hawkins y John Silver son los personajes que llevan el peso narrativo de la acción. El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde fue publicado por primera vez en inglés en 1886. Trata acerca de un abogado, Gabriel John Utterson, que investiga la extraña relación entre su viejo amigo, el Dr. Henry Jekyll, y el misántropo Edward Hyde.
La isla del tesoro es sinónimo de emoción y libertad. Robert Louis Stevenson apenas rebasaba la treintena cuando la publicó en 1881, y no podía imaginar que su creación se iba a convertir en un éxito que marcaría para siempre las vidas de varias generaciones de lectores, ni que Jim Hawkins y John Silver el Largo se convertirían en unos personajes tan míticos como los célebres piratas Barbanegra o William Kidd. Esta obra nos transporta a una infancia feliz y evoca todo lo que se espera de una novela de aventuras: tesoros escondidos, motines, tabernas, canciones, y olor a mar, pólvora y ron.
Para ser una esclava en el Saint-Domingue de finales del siglo XVUI, Zarité había tenido buena estrella: a los nueve años fue vendida » Toulouse Valmorain, un rico terrateniente, pero no conoció ni e agotamiento de las plantaciones de caña ni la asfixia y el sufrimiento de los trapiches, por- ^ que siempre fue una esclava doméstica. Su bondad natural, fortaleza de espíritu y honradez le permitieron compartir los secretos y la espiritualidad que ayudaban a y^:^- . sobrevivir a los suyos, los esclavos, y conocer las miserias de los amos, los blancos.
Zarité se convirtió en el centro de un microcosmos que era un reflejo del mundo de la colonia: el amo Valmorain, su frágil esposa española y su sensible hijo Maurice; el sabio Parmentier; el militar Reíais y la cortesana mulata Violette; Tante Rose, la curandera; Gambo, el apuesto esclavo rebelde... y otros personajes de una cruel conflagración que acabaría arrasando su tierra y lanzándolos lejos de ella.
Al ser llevada por su amo a Nueva Orleans, Zarité inició una nueva etapa en la que alcanzaría su mayor aspiración: la libertad. Más allá del dolor y del amor, de la sumisión y la indepen-dencia»de sus deseos y los que le habían impuesto a lo largo de su vida, Zarité podía contemplar su existencia con serenidad y concluir que había tenido buena estrella.
En La Habana en un espejo Alma Guillermoprieto reconstruye una de las épocas más difíciles de su vida; formada en las mejores escuelas de baile de Nueva York, a los veinte años viaja a La Habana para impartir clases en la Escuela Nacional de Danza. La confrontación con el régimen castrista y el idealismo del pueblo cubano sacuden la conciencia política de la narradora, todo ello en una época en la que la revolución parecía ser la única solución a muchos problemas.
La Habana en un espejo es la historia de la reivindicación de esta artista y una reflexión acerca de un régimen, y el resultado es un relato cargado de pasión y de ira en el que la autora consigue desmenuzar sus recuerdos con un pulso ágil y minucioso.
En 1872 Carlos de Borbón y Austria-Este, llamado Carlos VII por sus adeptos, entró en España para ponerse al frente de las partidas sublevadas contra el rey Amadeo de Saboya, dando inicio a la tercera guerra carlista. Valle-Inclán, de familia carlista y durante muchos años defensor de "la Causa", dedicó a ella entre 1908 y 1910 tres novelas –Los cruzados de la Causa, El resplandor de la guerra y Gerifaltes de antaño– y dos relatos –Una tertulia de antaño y La corte de Estella– en los que volcó su simpatía por el campesinado y su visceral rechazo a la España surgida de la Restauración. Leído hoy, el ciclo de La guerra carlista, que aquí presentamos en una nueva edición a cargo de Ignacio Echevarría, permite establecer un hilo histórico que llega hasta la Guerra Civil y explicar la evolución de los nacionalismos vasco y catalán.