La Divina Comedia está organizada en tres grandes cánticos, «Infierno», «Purgatorio» y «Paraíso». Se trata de una alegoría en la que el hombre, enfrentado a sus propios pecados y tras asistir a la paulatina purificación de los mismos, alcanza en plena liberalización espiritual, la contemplación del origen y fuente de todo saber y toda perfección.
«Por fin: aquí están los prolegómenos de la gran obra, la aurora boreal del ciclo, el lienzo secreto del fresco, el solar en el que se construyó la catedral de siete pilares, el prefacio del propio Marcel, la búsqueda de En busca del tiempo perdido. [...] Proust ha vuelto, único y visionario como siempre» ( J. Garon, L’Obs). Así han saludado unánimemente los expertos y la crítica el hallazgo de este tesoro literario: un manuscrito mítico que ve la luz tras el fallecimiento de su propietario, Bernard de Fallois. Escritos entre 1907 y 1908, con estos episodios emblemáticos y fundacionales de su obra maestra se penetra por arte de magia en la memoria proustiana como si se tratara de una primigenia autobiografía en la que los personajes y los lugares surgen en toda su desnudez y conservando sus nombres auténticos —la abuela Adèle, la madre Jeanne y un joven Marcel estremecedoramente «humano, amoroso, atento con su familia, fiel y generoso» (A. Compagnon, Le Figaro Littéraire).
Diarios en la vieja rectoría es un acercamiento al primer año de convivencia del célebre escritor Nathaniel Hawthorne y su esposa Sophia, cuando, recién casados, se instalaron en una casa de Concord. Es también la exploración de un entorno aún por descubrir, de un paisaje, natural y cultural, donde coincidieron personalidades tan destacadas como Thoreau y Emerson, figuras capitales del pensamiento trascendentalista. Esta filosofía, surgida en parte como reacción al impacto que tuvo la Revolución Industrial sobre la naturaleza y el orden social, se manifiesta en estas páginas en esa forma a veces sobrecogida, a veces exaltada, con que el matrimonio cuida cada retazo del jardín, los frutos de la tierra y las orillas del río que pasa junto a su hogar, en lo que supone una lección moral, elegantemente descrita y con una profundidad tan sabia como enternecedora, para nuestros días.
«Los Fusileros siempre éramos los primeros en desembarcar, porque, de hecho, siempre formábamos la vanguardia al avanzar y la retaguardia en las retiradas. Como los antiguos nativos de Kent, exigíamos por derecho el puesto de honor en el campo de batalla. [...] Ni el calor del ardiente sol, ni las largas millas, ni las pesadas mochilas, pudieron domeñar nuestro ardor.
[...] Era una visión gloriosa la de nuestras banderas desplegadas al viento en aquellos campos. Los soldados parecían invencibles: nada, pensaba yo, hubiese podido derrotarlos. Con decir que, nada más que en los Fusileros, contábamos con algunos de los hombres más duros que hubiesen luchado nunca bajo el sol ardiente en tierra enemiga. Pero viví para ver cómo las penalidades y la fatiga acababan con cientos de ellos antes de que hubiesen pasado unas pocas semanas.
[...] En la retirada de Salamanca recuerdo haber visto caer a muchos hombres. Entonces se trataba ya prácticamente de un "sálvese quien pueda". Aquellos cuyas fuerzas empezaban a fallarles no miraban ni a izquierda ni a derecha, sino que, con los ojos vidriosos, seguían adelante, tambaleándose, como buenamente podían.
[...] Tras la desastrosa retirada a La Coruña, los Fusileros habíamos quedado reducidos a una sombra enfermiza, si se me permite el término. Mi compañía, de cerca de un centenar de hombres, no contaba ya sino tres.»
«Madame Bovary» es, sin lugar a dudas, una de las novelas más importantes de la literatura universal. Su publicación en 1856 suscitó un proceso por ofensa a la moral pública y a la religión, del que Flaubert salió absuelto. Favorecida por el escándalo, la novela inició a partir de ahí su camino a la gloria, que el paso del tiempo no hace sino acrecentar.
A mediados del s. XIII el monarca noruego Hákon Hákonarson promovió una actividad cultural sin precedentes en las tierras del norte con la intención de introducir las formas y modales cortesanos europeos en su país y emular a los soberanos de los reinos del sur del continente. Fruto de aquella política artística y cultural, fueron las traducciones y adaptaciones a la antigua lengua nórdica de obras ampliamente divulgadas en las cortes europeas. Producción característica de aquel período son las llamadas “sagas de caballeros” o riddarasögur, basadas algunas de ellas en traducciones de textos de procedencia francesa, mientras que otras son obras de origen islandés salpicadas de elementos autóctonos nórdicos y otros de origen extranjero.
Al primer grupo pertenece la versión de la celebérrima leyenda de Tristán e Iseo que en 1226 llevó a cabo cierto hermano Roberto por indicación del propio Hákon. Basada muy probablemente en el roman de Tristan de Thomas, poeta normando de la corte de Enrique II de Inglaterra, la Saga de Tristán e Iseo nos describe el infausto y atormentado amor de unos jóvenes que no son sino juguetes en manos de un destino cruel y caprichoso.
La saga destaca por su estilo elegante, en ocasiones recargado y típicamente cortesano, así como por la presencia de elementos compartidos por otras “sagas de caballeros” y por las llamadas “de los tiempos antiguos”, ya conocidas por los lectores de esta colección.
Otros libros de Anónimo
Extraterrestres. El fin del mundo. Estados totalitarios. Científicos locos. Y todo eso en nuestro país hace cien años. Este libro supone una invitación al lector a adentrarse en el universo de la ciencia ficción temprana en España. Mundos al descubierto constituye la mayor antología de ciencia ficción de la Edad de Plata jamás publicada: veinticuatro textos, la mayoría de ellos muy poco conocidos, que presentan un completo panorama de las distintas facetas de la ficción científica entre 1898 y 1936. Se reúnen aquí narraciones breves tanto de autores consagrados (Unamuno, Azorín, Gómez de la Serna, Pardo Bazán o Pérez de Ayala, entre otros) como de escritores fuera del canon literario. Esta producción demuestra cómo en España, al igual que en otros países europeos, existió una línea de escritura alejada del costumbrismo que se dedicó, mediante las técnicas de la ciencia ficción, a explorar e interrogar el futuro, la idea de progreso, los avances tecnológicos o las nuevas formas políticas autoritarias. En definitiva, una oportunidad única para sumergirse en historias fascinantes, imaginativas, divertidas y proféticas que un siglo atrás retrataron nuestro presente y anunciaron nuestro futuro. Juan Herrero Senés es profesor titular de literatura española en la Universidad de Colorado Boulder. Sus principales áreas de investigación son la literatura de vanguardia, la historia intelectual del modernismo europeo y la ciencia ficción temprana. Editor de Benjamín Jarnés, Miguel de Unamuno, Lluís Montanyà y Edgar Neville, entre otros. En esta misma editorial ha publicado recientemente Charlas de actualidad. La literatura española al filo de 1930 en 50 entrevistas de época y Miguel Pérez Ferrero, Memorándum de golpes de lanza. Artículos de crítica 1927-1936.
Con La Casa lúgubre, Dickens afianzó su reputación de novelista serio a la par que de maestro del efecto cómico, presentando un relato que tiene tanto de historia de misterio como de crítica a una sociedad caracterizada por su estricta indiferencia. En un experimento creativo inusitado, el autor reparte el hilo de la narración entre Esther Summerson, quien conforma un peculiar perfil psicológico, y el narrador anónimo cuya perspectiva complementa y en ocasiones cuestiona la de la protagonista.
Los cuentos aquí reunidos, que incluyen muchos hasta ahora incompletos o dispersos en distintas publicaciones, son una prueba más que evidente de la versatilidad temática de su autor, dotado de un estilo único y de un universo narrativo plural que, en palabras de Joáo de Melo, han hecho que «el nombre de Eca de Queirós no sea tan solo garantía de un talento que lo convirtió en el más grande escritor portugués de todos los tiempos, sino de algo todavía más infrecuente: de un creador por excelencia, de un demiurgo satánico y divino. Y de un genio».