Esta es la última biografía que escribió Chesterton y también una de las mejores, siendo todas excelentes. Chesterton escribió siempre desde un entusiasmo que no estaba reñido con un profundo conocimiento de lo tratado, pero sí con el tópico, con lo ya sabido. Por eso dedicó tantas páginas a clásicos como Shakespeare o a Dickens, que en sus manos parecen autores nuevos, iluminados por una desusada luz. Chesterton, es sabido, fue un enamorado de la Edad Media, un ideal y algo idealista defensor de las luces de la Edad Media; por eso escribió unas excelentes y muy personales biografías de San Francisco, de Chaucer y de Santo Tomás de Aquino. El Santo Tomás de Chesterton es un Santo Tomás un tanto combativo, en lucha siempre con la estupidez y la ignorancia de su tiempo, pero, de algún modo, también con la del nuestro, gracias a las muchas chispas que saltan entre el pensamiento de Santo Tomás y el de nuestro Chesterton, también él personalísimo filósofo.
Un clásico inagotable, que sigue hablándonos como en la época de su primera publicación.
Edición de Florencio Sevilla Arroyo, catedrático de literatura española en la Universidad Autónoma de Madrid
Un éxito desde su publicación en dos partes (1605 y 1615), Don Quijote de la Mancha es con toda seguridad la mayor novela jamás escrita. Cuenta la historia de un hidalgo que, enloquecido por la lectura excesiva, recorre España en busca de aventura, justicia y gloria. Las múltiples interpretaciones de la obra reflejan su riqueza de significados y contenido: una crítica de las novelas de caballerías, la contraposición entre realismo e idealismo, o una sátira de las ilusiones cortesanas. Con las divertidas andanzas de su ingenioso protagonista, Cervantes retrató la complejidad de lo humano y dio al arte literario su más alta expresión.
Esta edición al cuidado de Florencio Sevilla Arroyo, catedrático de literatura española de la Universidad Autónoma de Madrid, incluye una introducción que contextualiza la obra, un aparato de notas, una cronología y una bibliografía esencial, así como propuestas de debate en torno a la lectura.
El regreso a la naturaleza y su preservación no es una obsesión ni una necesidad actual, sino que corre en paralelo a la historia de la humanidad y cobra especial fuerza durante el ilustrado Siglo de las Luces y su sucesor, el industrializado siglo XIX, que verá crecer de modo exponencial la población y la tecnología, con la consecuente explotación exhaustiva de materias primas que agota la tierra. Hoy seguimos sufriendo los males que todo esto acarrea, y no parece que haya voluntad de aplicar la medicina que nos sane.
Esta antología, cuyos relatos fueron publicados entre 1830 y 1903, no se ocupa de la naturaleza arcádica de los grecolatinos, ni del jardín del edén de los escritores medievales y renacentistas, ni del paisajismo Barroco, sino de la naturaleza que nos atraviesa como «las corrientes del Ser Universal». Se ocupa, pues, del movimiento que promovieron los transcendentalistas, y del contagio de sus ideas en contemporáneos y sucesores; un contagio que dará lugar a un nuevo género e incluso a una novedosa manera de contar, propio de la literatura estadounidense, que llega hasta nuestros días.
El señor March ha tenido que marcharse a la guerra y sus hijas se han quedado con su madre, su tía y sus amigos, durante un invierno en el que tendrán que aprender muchas cosas. Meg, Beth, Amy y Jo, las cuatro hermanas March, tienen intereses muy distintos, pero tratan de convivir lo mejor posible y afrontar los cambios que supone crecer y hacerse un lugar en el mundo. Y más siendo mujeres.
De una novela titulada Padres e hijos puede esperarse, por supuesto, un conflicto generacional, entre lo viejo y lo nuevo, entre lo que está a punto de desaparecer y lo que está a punto de venir y más en la Rusia que ve acercarse inevitablemente, con la liberación de los siervos, el fin de una época. Lo que quizá no sea tan esperable es que, en este conflicto, quienes tengan el poder sean los hijos frente a unos padres cansados, deseosos de pasar el relevo con una entrega que roza el servilismo. Turguénev coloca justo en el centro de este mundo frágil a uno de los héroes clave de la literatura rusa y universal, el estudiante de medicina Bazárov, dotado de una energía prodigiosa para el sarcasmo, la negación y la paradoja, y de un carisma que seduce a la vez que aleja a todo el mundo. Padres e hijos (1862) fue la obra más polémica de su autor. Le ganó enemigos en el bando de sus amigos y amigos en el de sus enemigos. Por su complejidad no es difícil adivinar por qué.