Anna Karénina, que Tolstói empezó a escribir en 1873 y no vería publicada en forma de libro hasta 1878, es una exhaustiva disquisición sobre la institución familiar y, quizá ante todo, como dice Víctor Gallego (autor de esta nueva traducción), «una fábula sobre la búsqueda de la felicidad». La idea de que la felicidad no consiste en la satisfacción de los deseos preside la detallada descripción de una galería espléndida de personajes que conocen la incertidumbre y la decepción, el vértigo y el tedio, los mayores placeres y las más tristes miserias.
Edición de Alberto del Río Nogueras.El volumen 19 de la BCRAE reúne la totalidad del teatro enciniano, formado por las ocho églogas incluidas en el Cancionero de 1496 y las seis piezas compuestas a partir de esa fecha.
La obra de Encina compendia y eleva a la excelencia la tradición dramática medieval, en la que injerta las perspectivas amorosas propias de la lírica cancioneril y de las ficciones sentimentales, acordes con el gusto palaciego del tiempo y refinadas con ciertos aires mitológicos durante su etapa italiana.
Nadie le discute el trono de los inicios de nuestra escena, aunque la posteridad lo olvidase y tuviese que esperar a la época de las vanguardias, al calor de su reivindicación como músico, para cautivar con las mismas armas literarias de sus comienzos: un estudiado primitivismo que logra, bajo disfraz pastoril, calar hondo en las conciencias.
Para establecer el texto crítico de la presente edición se ha consultado la totalidad de testimonios antiguos, algunos de ellos conservados en ejemplar único.
El presente estuche, una publicación única en el mercado actual, contiene la totalidad del canon holmesiano dividido en tres volúmenes atractivos y cuidadosamente editados: en Relatos 1 encontramos las dos primeras colecciones de cuentos de Conan Doyle: Las aventuras de Sherlock Holmes (1892) y Las memorias de Sherlock Holmes (1894); Relatos2 contiene las tres que le siguieron: El regreso de Sherlock Holmes (1907), Su último saludo (1917) y El archivo de Sherlock Holmes (1927); por último, Novelas reúne las cuatro narraciones largas protagonizadas por el emblemático y perspicaz detective de Baker Street: Estudio en escarlata (1887), El signo de los cuatro (1890), El perro de los Baskerville (1902) y El valle del miedo (1915).
Épica y tragedia se conjugan de manera magistral en la obra seminal de la literatura samurái nipona que sorprenderá por su dramatismo, crudeza, vivacidad y lirismo.
El Heike monogatari es un clásico indiscutible de la literatura japonesa. Metáfora universal de la ambición humana, esta obra épica del siglo XIII narra los tumultuosos acontecimientos sucedidos en el siglo anterior, cuando la influencia de la aristocracia declina en favor de la pujante clase militar y dos importantes clanes samuráis, los Genji (Minamoto) y los Heike (Taira), mantienen una encarnizada lucha por el poder. Heroicos samuráis, damas afligidas, cortesanos intrigantes o fieros bonzos guerreros… el Heike monogatari constituye un caleidoscópico repertorio de personajes desgarradoramente humanos que se ha convertido en una fuente inagotable de temas a la literatura japonesa posterior.
Los hijos legítimos de Hedor Pávlovich Karamázov —un «bufón», un «filisteo», un «déspota», solo en última instancia. un padre— se reúnen después de haber sido educados, lejos unos de otros, en distintas partes de Rusia: Dmitri es soldado y —corno su padre— puro «ímpetu», bebedor, derrochador, lujurioso; Iván se ha convertido en un escéptico que duda de la ley, de la conciencia y de la fe (el primer existencialista, según Sartre); Aliosha ha abrazado la religión, todo el inundo lo llama «ángel» y vive en un monasterio. Ineluctablemente, la reunión familiar precipita la disolución y la tragedia.
Los hermanos Karamázov (1878-1880), (que ahora presentamos en una nueva traducción de Fernando Otero y Marta Sánchez-Nieves, la primera en español en casi 50 años), fue la última novela de Dostoievski y sin duda una de esas obras decisivas cuya influencia ha perdurado hasta nuestros días. En ella se encuentra —diría un personaje de Kurt Vonnegut— «todo cuanto hay que saber en la vida»; también —añadiríamos— todo cuanto hay que saber del género narrativo. Con un narrador experto en tender lazos al lector y en crear con él una de las redes más fascinantes y comunicativas de la historia de la literatura, lo que Dostoievski construye no es solo una monumental visión del mundo moral humano (incertidumbre, violencia, perdón) sino un arriesgado y espléndido ensayo sobre la forma de reproducirlo.