En Las Troyanas, Eurípides adopta una posición antibelicista que, por desgracia, al cabo de los siglos, no ha perdido vigencia. Aunque centrada en el amargo destino de las mujeres dependientes de los héroes vencidos en la guerra de Troya, la obra versa sobre el desastre que suponen las guerras, cualquier guerra, así como sus detestables secuelas.
Considerado generalmente el más innovador de los tres grandes dramaturgos clásicos griegos, Eurípides (480-406 a.C.) se distinguió por plantear en sus obras los conflictos morales más permanentes de la condición humana. La experiencia de la guerra del Peloponeso, de la que fue testigo en el postrer tramo de su existencia, le movió, como bien testimonia "Las Troyanas", a tomar una posición antibelicista que, desgraciadamente, al cabo de los siglos, no ha perdido vigencia. En efecto, aunque centrada en el amargo destino de las mujeres dependientes de los héroes vencidos en la guerra de Troya, la obra versa sobre el desastre que suponen las guerras, cualquier guerra, así como sus detestables secuelas. Traducción e introducción de Antonio Guzmán Guerra
Friedrich Schiller comenzó a escribir "Los bandidos" cuando apenas tenía diecisiete años y era alumno de la Academia Superior Militar. Esta institución, máxima expresión de un absolutismo ilustrado en su versión más represiva, acogía en su seno a los jóvenes más capacitados del reino, rigurosamente seleccionados para ser formados en carreras técnicas y administrativas, con el fin de crear una reserva de talentos destinados a trabajar en los más altos puestos del estado. Los incidentes que se produjeron durante el estreno de la obra y la insostenible situación que le creo al autor llevaron a Schiller a dar el amargo paso del autoexilio y abocaron, sin embargo, a "Los bandidos" a una carrera teatral imparable. "Los bandidos" se inscribe en las tendencias dramatúrgicas de la Ilustración y del "Sturm und Drang", con un lenguaje provocativo y en ocasiones soez. Pero también tiene muchos rasgos extemporáneos que están en claro contraste con esas dos tendencias: la falta de naturalidad y espontaneidad, el patetismo que a veces roza el ridículo, rasgos escénicos regresivos que combinados con las más radicales manifestaciones fundamentan y configuran el rango extraordinario de esta historia de dos hermanos enemigos y antagónicos, unidos, sin embargo, por el enfrentamiento con el padre.
Marcel Proust escribe con una diferencia de cinco años, de tres si nos atenemos a la fecha del último "salón" publicado (1905) y el primer "pastiche" (1908), estos dos conjuntos de textos presididos por una idea absolutamente distinta. Si los Salones pertenecen al mundo en que se ha movido la primera juventud del autor y en el que ha nacido su primer libro, Los placeres y los días (1896), en El caso Lemoine se trata de una gimnasia del oficio de la escritura, de un ejercicio de análisis de estilos ajenos a traves de un caso de crónica de sucesos: la estafa de un tal Lemoine a la más alta compañía de diamantes del mundo. En los Salones encontramos un Proust alabancero, que reseña, bajo pseudónimo y en Le Figaro, actos sociales de ese mundo aristocrático con el que más tarde saldaría cuentas críticas en distintos volúmenes de A la busca del tiempo perdido, su obra capital (en 'La parte de Guermantes' y 'Sodoma y Gomorra' sobre todo, y tan acerbas como en el viscontiniano "Baile de las Cabezas" de 'El tiempo recobrado').
Esta obra narra la apasionada historia de amor entre Diego Pacheco ?un donjuán?, y Asís Taboada, marquesa de Andrade ?viuda, atractiva y respetable?, que se fragua durante las fiestas madrileñas de San Isidro. Al conocer a Pacheco, Asís se da cuenta de que, para poder recuperar su vida, antes debe atender a sus necesidades, huyendo del decoro y las exigencias sociales. Un canto a la sensualidad y la libertad de las mujeres, en una novela soberbia, fresca y amena, que no deja indiferente.
Un año antes de sorprender al mundo con "El mago de Oz", el escritor Lyman Frank Baum y el diseñador e ilustrador William Wallace Denslow se unieron en 1899 para publicar un cuento en verso: "Papá Ganso". Resultó tan surrealista como el universo de Oz e igualmente exitoso, porque ese año fue el libro infantil más vendido de Estados Unidos. Obra inédita hasta ahora en España, Luis Alberto de Cuenca, Premio Nacional de Traducción y Premio Nacional de Poesía, ha logrado junto a José Fernández Bueno respetar el contenido de los poemas y preservar el ritmo de los versos originales, un alarde de diversión y fantasía. Aunque originalmente se destinó al público infantil y juvenil, el paso del tiempo la ha convertido en uno de esos clásico aptos para todo tipo edades. La belleza de su diseño, ilustraciones y tipografía, que se han respetado escrupulosamente en esta edición en español, lo convierten en un auténtico regalo, una exclusiva joya bibliográfica.
En este libro se recogen y comentan refranes y expresiones populares que utilizaban los hablantes de griego de hace dos mil años. Muchos de ellos («poner el colofón», «ser un sibarita», «del árbol caído todos hacen leña», «una golondrina no hace verano», «vista de lince», «lágrimas de cocodrilo» y tantos otros) permanecen vivos todavía hoy en las lenguas modernas, sobreviviendo al paso del tiempo y a los continuos y profundos cambios sociopolíticos, culturales, religiosos y económicos; y su supervivencia en muchas lenguas europeas demuestra que nuestra cultura, por encima de diferencias locales, regionales o nacionales, es fundamentalmente una unidad que hunde sus raíces en la antigüedad grecolatina (e incluso en algún caso podemos remontarnos dos mil años más, hasta los antiguos sumerios y asirios que ya empleaban refranes todavía vivos en nuestras lenguas de hoy).