Dos jóvenes se encuentran una tarde de septiembre en un casino alemán; no se conocen ni son presentados; pero él, Daniel Deronda, mira cómo ella, Gwendolen Harleth, juega y pierde a la ruleta. A ella su mirada le parece de «una ironía exasperante». Daniel, hijo adoptivo de un barón liberal que lo ha tratado siempre con cariño y educado impecablemente, pero nunca le ha dicho quiénes son sus padres, vive con un sentimiento de ilegitimidad pero tiene una personalidad afectuosa y sentimientos delicados: es capaz de hacer grandes gestos por los demás. Para Gwendolen, en cambio, los demás solo están para admirarla: está decidida a ser feliz… como mínimo a no dejar pasar la vida igual que otros; y además afirma: Cuando apunto no puedo evitar dar en el blanco. Pero su familia no tardará en caer en la ruina y su única vía de escape será casarse con un hombre rico al que crea que pueda dominar. Deronda, por su parte, rescata de ahogarse en el Támesis a una muchacha judía que ha huido de un padre explotador y se encarga de velar por su porvenir. Las relaciones de estos personajes se entrecruzan de las formas más inesperadas, creando una tensión presidida por el desafío de llevar una vida nueva y desconocida.
«Nadie pondrá en duda que soy un padre afectuoso con todos los hijos de mi imaginación, y que ningún otro progenitor puede querer a su familia con tanta ternura. Pero, como muchos padres afectuosos, tengo un hijo favorito en el fondo de mi corazón. Y su nombre es David Copperfield.» Este reconocimiento de Dickens en el prólogo a la edición de 1867 de la novela tiene el valor de venir de su propio «padre». Pero, desde su publicación por entregas entre 1849 y 1850, Dcnñd Copperfield no ha dejado más que una estela de admiración, alegría y gratitud. Para Swinburne era «una obra maestra suprema». Henry James recordaba que de niño se escondía debajo de una mesa para oír a su madre leer las entregas en voz alta. Dostoievski la leyó en su prisión en Siberia. Tolstói la consideraba el mayor hallazgo de Dickens, y el capítulo de la tempestad, el patrón por el que debería juzgarse toda obra de ficción. Fue la novela favorita de Sigmund Freud. Kafka la imitó en Amerika, y Joyce la parodió en el Ulises. Para Cesare Pavese, en estas «páginas inolvidables cada uno de nosotros (no se me ocurre elogio mayor) vuelve a encontrar su propia experiencia secreta». El lector tiene ahora la ocasión de recuperar esa experiencia secreta gracias a la excelente traducción íntegra de Marta Salís, la primera en español en más de cincuenta años de una obra de la que, sin ningún género de duda, cabe afirmar que es clave en la literatura universal.
Edición conmemorativa de la gran novela autobiográfica de Charles Dickens.
David Copperfield, una historia llena de épica y exuberancia, es una de las obras más importantes de Charles Dickens y uno de los libros más célebres de la literatura universal. Cuenta la historia de David Copperfied y de los villanos, salvadores y excéntricos que se cruzan por su camino, personajes como Mr. Murdstone, el valiente Peggotty, la formidable Betsey Trotwood, el miserable Micawber y la odiosa Uriah Heep. Dickens solía decir que esta era su obra más querida, en parte porque estaba inspirada en su propia experiencia, pero cabe añadir que se trata de un libro lleno de vida, así como de fabulosos momentos tragicómicos.
Esta edición especial, publicada cuando se cumplen ciento cincuenta años de la muerte del autor, no puede faltar en ninguna biblioteca personal con vocación de permanencia.
En De la Tierra a la Luna Jules Verne imaginó un enorme proyectil disparado hacia la Luna con tres hombres dentro. Avanzada a su tiempo, esta novela se ha convertido en un referente de la ciencia ficción temprana y en una de las más famosas de Verne; asi mismo ha sido adaptada para la gran pantalla en numerosas ocasiones, pero es la adaptación de 1902 de Georges Méliès la que se convirtió en icónica.
El inmortal Oscar Wilde despliega todo su genio en dos obras que son un testamento literario de incalculable valor. Estas piezas, escritas en el ocaso de su existencia, nos ofrecen una introspección profunda y desgarradora del alma humana, explorando las sombras de la soledad, el arrepentimiento y la redención.
De Profundis es una extensa carta escrita desde la prisión de Reading, donde Wilde, con una prosa tan bella como punzante, reflexiona sobre su caída en desgracia, su amor no correspondido y la búsqueda de sentido en medio de la adversidad. Este testimonio íntimo y doloroso revela al hombre detrás del artista, a la vez que despliega una crítica mordaz de la sociedad victoriana. Por otro lado, La Balada de la cárcel de Reading es un poema épico que dibuja con crudeza y compasión la brutalidad del sistema penitenciario y la deshumanización de los reclusos. Los versos, impactantes y sumamente emotivos, nos empujan a sentir la desesperanza y el anhelo de libertad, recordándonos que la belleza puede emerger incluso de los rincones más sombríos.
Del sentimiento trágico de la vida es una de las obras cumbre de Miguel de Unamuno, quizá la de más calado filosófico de cuantas escribió. Publicada en 1913, desarrolla y analiza las opciones y respuestas existentes ante la tragedia mayor del ser humano: el miedo a la muerte. De aquí surge, en su intento por aunar razón y fe, el concepto de querer creer y la idea final de vivir y escribir conforme a ella… aunque sea a costa de lanzarse al ruedo de la opinión pública cual Don Quijote moderno. Más de cien años después de su publicación, y a pesar de los avances científicos y los sucesos históricos, el mensaje de Unamuno continúa alimentando nuestra alma y respondiendo a nuestros mayores dilemas.