La isla del tesoro es sinónimo de emoción y libertad. Robert Louis Stevenson apenas rebasaba la treintena cuando la publicó en 1881, y no podía imaginar que su creación se iba a convertir en un éxito que marcaría para siempre las vidas de varias generaciones de lectores, ni que Jim Hawkins y John Silver el Largo se convertirían en unos personajes tan míticos como los célebres piratas Barbanegra o William Kidd. Esta obra nos transporta a una infancia feliz y evoca todo lo que se espera de una novela de aventuras: tesoros escondidos, motines, tabernas, canciones, y olor a mar, pólvora y ron.
Jim Hawkins regenta, junto a sus padres, la posada Almirante Benbow. Su vida discurre tranquila entre la barra y las mesas hasta que, un día, un viejo marinero entra en su fonda acarreando un pesado secreto... De la noche a la mañana el joven Jim se encuentra en la cubierta de la Hispaniola, rodeado de rudos marineros, agasajado por un misterioso cocinero cojo, ansiosos todos ellos por encontrar el codiciado tesoro del capitán Flint.
Esta cuidada edición de Penguin Clásicos incluye un estudio introductorio de John Sutherland, profesor de literatura inglesa de la University College de Londres. La traducción está a cargo de Jordi Beltrán Ferrer.
La isla del tesoro no es solo una magnífica novela de aventuras, sino que también es una obra maestra de la literatura universal que no se deja clasificar ni exige del lector una determinada edad para poder ser leída con placer y entusiasmo. Esta novela de aventuras es un magnífico ejercicio de ambientación, descripción y técnica narrativa, que nos sumerge en una maravillosa historia de piratas y tesoros. El joven Jim Hawkins y John Silver son los personajes que llevan el peso narrativo de la acción. El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde fue publicado por primera vez en inglés en 1886. Trata acerca de un abogado, Gabriel John Utterson, que investiga la extraña relación entre su viejo amigo, el Dr. Henry Jekyll, y el misántropo Edward Hyde.
El caso de Evelyn Grovedale desafía a la ciencia. La joven volvió a la vida, pero profundamente cambiada. Ahora es una criatura pálida y distante, y a medida que recupera su fuerza y vigor, los que la rodean se marchitan y desfallecen. La dilatada experiencia de un erudito neurólogo no parece suficiente para entender su trastorno, y pronto, James, el hombre con el que se ha casado, se da cuenta de la horrible verdad: ¡Evelyn se ha convertido en una vampira! La joven vampira (1911) es una novela, inédita en español, de J. H. Rosny Aîné, el autor francés de ciencia ficción más importante desde Julio Verne. En esta encontramos los elementos góticos habituales de los relatos de vampiros: muerte, amor romántico, palidez…, con la singularidad de que Rosny construye a esta vampira desde la ciencia, confiriendo al vampirismo una interpretación radicalmente contemporánea.
Publicada al principio de la Gran Guerra, cuando muchos jóvenes se encaminaban a un destino incierto en el frente, La línea de sombra cuenta la historia de un capitán que, poco después de asumir el mando de su primer barco, queda varado en un mar sin viento, con una tripulación atacada por la fiebre. La crisis lo obligará a cruzar la frontera difusa que separa la juventud de la edad adulta, pero también acabará revelándole las inspospechadas fortalezas de su carácter. Basada en la experiencia del autor, la novela se ha leído como un homenaje a los atributos personales y colectivos que demostraba toda una generación enfrentada al desastre.
La llama vehemente es considerada su novela más exitosa, tras el ruido que provocó El caso del señor Crump. Esta novela agitó la llama de Artaud quién no dudó en lanzarse a su traducción en colaboración con Bernard Steele, con el ánimo de darlo a conocer a los lectores francófonos. La novela escandalizó a los críticos de la época: un texto cuya modernidad en cualquier caso, transcurrido casi un siglo, deja sin aliento. Lewisohn traza en ella, con una minuciosidad que no escatima en nada, el destino de unas parejas neoyorquinas entre la Belle Epoque y los locos años veinte. Personajes conformistas, excepto uno de ellos que se pasa el tiempo mintiendo a los demás claro, pero primero y sobre todo a sí mismo. El lector no se sorprende cuando uno de estos seres traicionados, cansado de todas estas pretensiones, saca una pistola del bolsillo y mata. No para castigar la infidelidad del amor, sino para permitir que el deseo se muestre finalmente sin máscara.