Robinson Crusoe es una de las obras de aventuras más famosas de la literatura. Escrita por Daniel Defoe, está considerada como la primera novela inglesa. Cuenta la historia del joven Robinson Crusoe que embarca en un largo viaje como marinero a bordo de un barco mercantil. Una gran tormenta hunde el barco en el que viajaba, naufragando a una isla deshabitada cerca de Venezuela. Solo y sin modo de escapar, pasará sus aventuras en la isla en la que permanecerá durante veintiocho años.
Tras una travesía llena de aventuras y peligros, el marinero Robinson Crusoe naufraga en una isla desierta donde le esperan más de dos décadas de absoluta soledad.
Para sobrevivir y construir un nuevo mundo desde cero, cuenta con una sola herramienta: sus propias manos. Considerado el padre de la novela británica, Daniel Defoe recurre en esta historia a un brillante uso de la perspectiva para poner en primer plano aspectos como los peligros de la naturaleza, el instinto o la soledad. Uno de los libros de aventuras más leídos de todos los tiempos, traducido por el maestro Julio Cortázar.
Julien Sorel es un plebeyo provinciano, inconformista y rebelde que, si bien carece de recursos, ha recibido del bondadoso cura de su pueblo una educación privilegiada. Ello, unido a su afán de poder y a la seducción que jerce sobre las mujeres, despierta en él la inquebrantable resolución de hacer fortuna. La ascensión y caída de Sorel darán pie a una vívida descripción de una época que no ha ajustado cuentas con el pasado. Compleja y poderosa, esta obra cumbre del XIX sitúa a su autor como el primer novelista de genio de la era burguesa.
Inspirándose en una antigua leyenda acerca de la rivalidad entre dos familias de la Italia medieval, William Shakespeare (1564-1616) encarnó en la tragedia de Romeo y Julieta el símbolo universal por excelencia del amor juvenil contrariado. La feroz enemistad entre el clan de los Capuletos y el de los Montescos no consigue, en efecto, evitar que dos jóvenes miembros de ambos se enamoren y lleguen a casarse en secreto, unión que la oposición de sus progenitores y las pasiones ajenas tornarán funesta. La obra, que ha emocionado a lectores de todos los tiempos, ha atraído en nuestra época, por su poderosa fuerza dramática, la atención de numerosos cineastas, coreógrafos y compositores, que la han hecho objeto de las más variadas versiones y adaptaciones.
Mencionada apenas en los Evangelios, la figura de Salomé atrajo ya desde la Edad Media la imaginación de los artistas figurativos. Sin embargo, fue sobre todo a partir del siglo XIX, y especialmente en el último cuarto de este siglo y el primero del XX, cuando alcanzó un lugar preeminente en el imaginario artístico moderno como figura en la que confluyen belleza y maldad, esplendor y lujuria, así como esa exacerbación de los sentidos cuya búsqueda es tan propia de la época. Escrita originalmente en francés en 1891 durante un larga estancia en París, Oscar Wilde aunó en Salomé la visión clásica transmitida por Flaubert en obras como «Salambó» o «Herodías» con la mirada decadente llena de oros bizantinos del pintor Gustave Moreau, para alumbrar una obra magnífica en la que laten la violencia y la sexualidad.