Entre 1932 y 1935, en plena Depresión, Tennesse Williams trabajó en las oficinas de la International Shoe Company, en su sede de Saint Louis, donde su padre, que le había obligado a dejar la universidad, era jefe de ventas. Fue un período triste y opresivo en el que, a escondidas, escribía cuentos y poemas, como se refleja en «Escalera a la azotea» (cuyo primer título fue «Episodios de la vida de un oficinista»), incluido en esta recopilación que ilustra los primeros pasos de sus ambiciones literarias y del universo característico que construyó. Las derivas de la vejez –hacia la demencia o la paz interior– y de la adolescencia –en sus primeros amores y experiencias sexuales– están muy presentes en estas primeras piezas, así como la violencia grotesca típica del llamado «gótico sureño». Sin embargo, entre la locura extremosa, las fantasías criminales y el suicidio, asoma una visión compasiva de la intimidad y de los sueños enterrados de una serie de personajes vencidos por un ambiente hostil o por sus propias emociones, que no consiguen identificar. Los perros oruga y otros cuentos de juventud es un buen adelanto de todo lo que sería Tennesse Williams tan solo unos pocos años después y de todo lo que le haría universalmente conocido.
«Por fin: aquí están los prolegómenos de la gran obra, la aurora boreal del ciclo, el lienzo secreto del fresco, el solar en el que se construyó la catedral de siete pilares, el prefacio del propio Marcel, la búsqueda de En busca del tiempo perdido. [...] Proust ha vuelto, único y visionario como siempre» ( J. Garon, L’Obs). Así han saludado unánimemente los expertos y la crítica el hallazgo de este tesoro literario: un manuscrito mítico que ve la luz tras el fallecimiento de su propietario, Bernard de Fallois. Escritos entre 1907 y 1908, con estos episodios emblemáticos y fundacionales de su obra maestra se penetra por arte de magia en la memoria proustiana como si se tratara de una primigenia autobiografía en la que los personajes y los lugares surgen en toda su desnudez y conservando sus nombres auténticos —la abuela Adèle, la madre Jeanne y un joven Marcel estremecedoramente «humano, amoroso, atento con su familia, fiel y generoso» (A. Compagnon, Le Figaro Littéraire).
Los viajes de Gulliver es la obra canónica del género de viajes imaginarios, y tiene un valor incalculable como precedente de la literatura fantástica moderna. Jonathan Swift sufrió en carne propia la persecución política y religiosa en la convulsa Irlanda del siglo XVIII, por eso no es de extrañar que, según sus propias palabras, esta novela ?cuya publicación fue todo un ejemplo de cómo burlar la estricta censura de la época? estuviese destinada «más a vejar al mundo que a divertirle». Sin embargo, eso no impide que sea una lectura tremendamente entretenida y totalmente vigente tres siglos después de su primera publicación.
El padre de Lucy Gayheart, relojero y director de la banda municipal del pueblo de Haverford, ha costeado con ilusión y esfuerzo la educación musical de su hija en Chicago. Ésta es una joven sensible, impulsiva y brillante que empieza a ganarse la vida dando clases de piano. Un día le surge la oportunidad de acompañar al famoso barítono Clement Sebastian, un hombre mucho mayor que ella y algo cansado de la vida, pero a quien el contacto con la juventud parece traer una nueva y melancólica primavera. La diferencia de edad y posición, y sobre todo de experiencia, no impide a Lucy aferrarse a una «promesa luminosa» que está convencida de que acabará haciéndose realidad… aunque para ello tenga que renunciar a Harry Gordon, el «gran hombre del Oeste» que ha sido su pretendiente desde la infancia. «A algunas personas les afecta lo que sucede con su vida o con sus propiedades, mientras que para otras es el destino lo que se cruza en sus sentimientos y en sus pensamientos… el destino y nada más»: estas palabras condensan el clima de Lucy Gayheart (1935), una de las últimas novelas de Willa Cather. En ella sus grandes temas –la oposición entre valores rústicos y urbanos, la tragedia que acecha a la inocencia, el arte como conflictiva forma de elevación– se conjugan en una depurada historia de amor escrita con el sello de la madurez.
Emma Rouault es una joven de origen campesino y huérfana de madre que contrae matrimonio con el médico Charles Bovary. El afán por ser la protagonista de una vida romántica presidida por el amor, ambición que su marido no puede satisfacer, será la perdición de la ingenua muchacha, que buscará por todos los medios, con aventuras y con amantes, escapar al tedio, la monotonía y la exasperación que se han apoderado de su vida. La presente edición, en reciente traducción de Mauro Armiño, incluye los fragmentos, descubiertos entre los manuscritos de Flaubert, que el autor decidió a última hora no incluir en la novela.
Fanny Price es aún una niña cuando sus tíos la acogen en su mansión de Mansfield Park, rescatándola de una vida de estrecheces y necesidades. Allí, ante su mirada amedrentada, desfilará un mundo de ocio y refinamiento en que las inocentes diversiones alimentarán maquinaciones y estrategias de seducción. Ese mundo oculta una verdad peligrosa, y solo Fanny, desde su sumiso silencio, será capaz de atisbar sus consecuencias y amenazas.