María Cristo vino de Haití, habla bien el español y se dedica a vender ropa de paca. Vive con Casimiro, un chofer de ruta que la ha ayudado en sus gestiones. La familia de María Cristo -compuesta por su madre y hermanos pequeños- sigue en Haitií, después del terremoto que devastó la capital, Puerto Príncipe, atraviesa una situación de extrema necesidad. Por eso, ella se dispone a regresar para ayudarlos a pesar de la oposición de su marido. Después del reencuentro, María Cristo enfrenta un dilema: ¿vuelve a la tierra dominicana o se queda junto a su familia?
Si apeláramos ambos a un juicio imparcial de las naciones cultas, y preguntáramos cuál es el verdadero pirata, entre el General Luperón que montaba el vapor Telégrafo, procuraba salvar la integridad territorial del suelo que lo vio nacer, o el Presidente Grant, que envía sus vapores a ampararse de Samaná, sin previa autorización del Congreso Americano, la solución no sería a mi ver muy difícil. Señor Presidente: S. E. ha abusado de la fuerza para proteger la más baja corrupción. Y si es cierto que es humillante para el pueblo dominicano tener mandatarios tan traidores, no es menos indecoroso para el gran pueblo americano el que su Gobierno consienta en tan ruines achicamientos. Para ambas naciones el hecho es afrentoso. Gregorio Luperón (Carta al Presidente Ulysses S. Grant de los Estados Unidos).