Una historia sobre el ingenio y la corrupción urbanística.
Mi nombre es Bern, diminutivo de Bernardo. Tengo cuatro patas, ojos oscuros, pelo abundante con manchas blancas y marrones por el lomo. Peso…, peso mucho, pero eso ahora no importa. Lo importante es que tengo un buen cerebro. Soy el único que piensa en la casa de locos en la que vivo. No sé qué harían en esta familia sin mí. Siempre los saco de los líos en los que se meten. Por eso quiero ser yo el que cuente lo que pasó cuando la señora Moon se presentó con un trozo de fantasma…
Durante el duro invierno, en una ciudad del norte, un niño se escapa de su casa a causa del maltrato de su padrastro. Encuentra refugio bajo una tubería, cerca de las vías del tren y de la explanada que conduce al bosque. Nadie parece compadecerse de él hasta que unos ojos lo miran con detenimiento y ternura. También con autoridad. Esos ojos pertenecen a una perra callejera. El niño tendrá que aprender a sobrevivir junto a ella y la manada de perros que lidera. Aunque su presencia no será del agrado de todos los perros.
Hay un barco que surca cada noche los cielos del mundo para recoger las palabras que han quedado suspendidas en el aire.
A bordo viaja una familia de pescadores. Nadie conoce sus nombres. Más allá de las nubes, donde sólo llegan los que tienen alas, todos los llaman los pescadores de palabras. Con redes tejidas de estrellas recogen palabras de todo tipo y tamaño, pero hay una, grande y brillante, que no pueden atrapar, aunque es tan bella y luminosa que no pueden renunciar a ella.
Un relato muy adecuado para mostrar a los niños el problema de la demencia senil o del Alzheimer. es una bonita historia sobre los lazos entre abuelos y nietos y los recuerdos.
Tobías se considera un buen detective, por lo que toma notas de todo cuanto le explican sus entrevistados. Ser un niño no le impide hacer un trabajo serio sobre el pasado de su personaje: Elvira.