Vanessa Montfort, con una voz única, nos deleita con una historia que entrelaza con gran sensibilidad el presente y el pasado de una familia marcada por la guerra civil española. Este hilo llevará a Eva Alcocer a descifrar las claves de la historia de
su familia, así como la memoria de todo un país. ¿Conseguirá con esto descubrir cuál es ese misterioso ingrediente que le falta para sentir que su vida tiene sentido?
El lirismo y la frescura en el estilo de la autora, así como su capacidad para convertir la realidad en algo extraordinario, atraparán a cualquiera que se deje absorber por esta fascinante novela sobre la búsqueda de la felicidad.
Barcelona, 2012. Bruno, Raquel y Cristian parecen haber dado con el negocio que les sacará de la miseria, de dormir en parques y cajeros automáticos. Bruno controla el negocio. Su novia, Raquel, extoxicómana, lleva la contabilidad, y Cristian hace el trabajo de campo. Es un negocio tan limpio y sencillo que es increíble que no se le haya ocurrido a nadie antes. Se apostan alrededor de las casas de citas donde las parejas acuden de día y de noche. Al salir, las siguen, apuntan las matrículas de los coches, consiguen saber quién es el titular del vehículo y después llaman y ponen precio a su silencio. Los chantajes empiezan dando buenos resultados, pero llegará el momento en que se equivoquen de víctima.
«Tenemos que hablar», le dice Lola a su marido durante el desayuno. Él le responde que lo harán por la noche, cuando acabe su jornada en el taxi. Sandino es un hombre melancólico, que duda en regresar a casa porque teme que Lola, harta de sus infidelidades, lo deje. No está muy seguro de si desea que eso suceda, como tampoco sabe si le gusta ser taxista, si es capaz de querer a alguien o si todo consiste en seguir rodando y chocando, como una bola en una mesa de billar llamada Barcelona.
Durante siete días y sus seis noches, Sandino recorre las calles y los barrios como un muñeco roto que huye de sí mismo, un depredador que deambula sin rumbo fijo, de sitio a sitio, a criterio siempre del cliente, del tedio o de la ocasión de cauterizar la herida de la forma más carnal.
Para Ruth, una madre primeriza que está recuperándose de psicosis posparto, cada día es un reto. Lleva meses escuchando voces que salen de las paredes y sintiendo que no puede fiarse de nadie. Ni siquiera de sí misma.
Cuando una noche Ruth oye un grito proveniente de la gasolinera del barrio, asume que se trata de su mente jugándole una mala pasada. La policía ha sido tajante con ella: tiene que dejar de llamarlos. Y su marido, Giles, también está harto de que vea un peligro acechando en cada esquina.
Ruth sabe que es muy probable que el grito no fuera real, pero no puede olvidarse del asunto. ¿Y si no se lo ha imaginado? ¿Y si fue la única que lo oyó? ¿Y si alguien necesita ayuda?
En los años veinte la familia Deveraux es una de las más importantes de San Francisco. En 1929 la boda de la hija, Eleanor, con Alexander Allen, un joven y adinerado banquero, se convierte en uno de los acontecimientos sociales del año. El día más feliz de su vida, la joven luce un vestido exquisito de encaje con perlas bordadas, creación de una firma de alta costura de París. Sin embargo, poco después de las nupcias, Wall Street se desploma y las vidas de Eleanor y Alexander cambian para siempre.
A lo largo de las siguientes décadas, los Deveraux se enfrentan a desafiantes cambios sociales, políticos y económicos. No obstante, el hermoso traje de novia sigue uniendo a la familia. Pasa de Eleanor a su hija Charlotte, y más tarde a Ruby y a Kendall. Una prenda, convertida en reliquia, que se transmite a través de cuatro generaciones de mujeres, cada una con su propia historia que contar.