Louise Glück (Nueva York, 1943), Premio Nobel de Literatura 2020, explora en Vita nova (1999) ―cuyo título recuerda a la obra que Dante escribió tras la muerte de su amada Beatriz― la vida posterior al matrimonio y a la pérdida del sujeto amoroso. De este modo, la voz poética es la de un Orfeo que en el umbral se debate entre mirar hacia delante o hacia atrás, consciente de que la música solo es posible si hay un verdadero dolor. La «vida nueva» a la que canta la poeta supone a la vez un desamparo y una libertad que la impulsan a retrotraerse a su pasado, a la muerte de su madre, al limbo entre la infancia y la vida adulta. También a reflexionar sobre la mezcla de placer y dolor que forma parte de cualquier relación humana y sobre la naturaleza de un tiempo cíclico en donde la repetición es también renovación. No exentos de ironía o autoparodia, los poemas de Vita nova abordan las muertes y los comienzos, la resignación y la esperanza, el trauma y la recuperación desde una perspectiva única donde la abstracción convive con una extraña nitidez biográfica a pesar de que dicha biografía sea a menudo una presencia que el lector solo percibe por el rabillo de ojo, y la confesión poética, como en los mejores libros de Glück, sea un acto de intimidad a la vez esquivo y cercano, pero siempre iluminador.
Grace y Jaxon estaban unidos por un vínculo inquebrantable, eran compañeros… hasta que regresó Hudson.
«Siento que estoy a punto de llegar al límite. Si intentar graduarme en una escuela para seres sobrenaturales ya era suficientemente estresante, ahora resulta que el estado de mi relación ha pasado de ser complicado a ser un imposible… Y por si no fuera suficiente Bloodletter ha decidido lanzarnos una bomba de proporciones épicas a todos...
Pero bueno, si lo piensas, ¿cuándo algo en Katmere Academy ha sido normal? No dejan de suceder cosas: Jaxon se ha vuelto más frío que un invierno de Alaska. El Círculo no está preparado para mi próxima coronación y, como si las cosas no pudieran empeorar, ahora hay una orden de arresto por los supuestos delitos que cometimos Hudson y yo, lo que implica una sentencia de prisión de por vida con una maldición mortal e inquebrantable.
Habrá que tomar decisiones... y me temo que no todos sobrevivirán.»
«Coser era mucho más que unir piezas. Con ilusión, telas e hilos íbamos construyendo algo que de verdad nos importaba. Coser era compartir, crear, soñar. Sí, coser se parecía cada vez más a vivir».
Madrid, 1991. Siete mujeres muy diferentes coinciden en una pequeña academia de costura donde compartirán la historia de sus vidas. Cada una tiene un motivo distinto para aprender a coser y, entre telas, patrones y alfileres, todas ellas irán conectando con partes de sí mismas que creían olvidadas, descubrirán el poder terapéutico de la amistad entre mujeres y, puntada tras puntada, hilvanarán el relato de sus amores, dolores y secretos familiares.
Una historia inolvidable que nos muestra que en la costura, como en la vida, casi todo tiene remedio; que equivocarse y aprender van de la mano, y que cada puntada siempre encierra una enseñanza.
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Julia siempre soñó con tener su propia academia para compartir con otras mujeres el amor por la costura que su madre le transmitió desde pequeña.
Amelia acaba de quedarse viuda tras permanecer toda la vida a la sombra de su marido. Cuando decide ayudar a Julia a cumplir su sueño rompe con los corsés que la sociedad le ha impuesto.
Sara necesita un respiro. Entró en la academia buscando un modo de evadirse de una vida monótona y anodina que la había alejado de sus sueños.
Catherine llegó a España en los años sesenta y es la voz de la sabiduría. Coser y compartir las historias de toda una vida la ayudarán a conectar con su juventud.
Margarita es mexicana, está casada con un diplomático, tiene dos hijos y, aunque lleva una vida cómoda, a veces se siente una extraña lejos de su hogar.
Laura es una de esas mujeres que necesita demostrar al mundo que puede con todo, que es una gran profesional y una madre excelente. Pero también necesita tiempo para sí misma.
Marta, moderna y pizpireta, es la más joven de todas. Entró en la academia alentada por su abuela aunque sus intereses son muy distintos a los del resto de sus compañeras.
James Delacorte, un anciano excéntrico coleccionista de libros raros sospecha que alguien le roba y quiere que Charlie, el bibliotecario, haga un inventario de su colección. Poco después de ponerse manos a la obra, Delacorte aparece muerto en su biblioteca. Charlie cuenta con la ayuda de su gato Diesel para encontrar pistas y resolver el caso. El juego del gato y el ratón se intensifica tras la desaparición de un valioso ejemplar de Edgar Allan Poe y un segundo asesinato. Charlie y Diesel tienen que actuar rápido antes de que el asesino ataque por tercera vez, y cruzar los dedos para que no se cumpla el dicho y la curiosidad mate al gato...
George Smiley, que es un hombre con problemas y con compasión infinita, es también un decidido e implacable adversario como espía.
La escena en la que entra es un paisaje de Guerra Fría, de topos y faroleros, de cazadores de cabelleras y artistas callejeros, donde los hombres son cambiados, quemados y comprados. La misión de Smiley es atrapar al topo del Centro de Moscú, infiltrado desde hace treinta años en el mismísimo Circus.
El monólogo –ácido, divertido, desgarrador– de una vieja actriz que repasa su vida y su carrera.
Anne-Marie, una vieja actriz, desgrana sus recuerdos. Evoca su infancia en una pequeña ciudad del norte de Francia; la juvenil fascinación por Brigitte Bardot, cuyas fotos recortaba y pegaba en un álbum; el hechizo del teatro; su llegada a París con diecinueve años; el encuentro con Giselle Fayolle, alias Gigi, desde el principio destinada a convertirse en una estrella... Se conocieron cuando compartieron escenario en las representaciones de Berenice: entre ambas hubo amistad, pero también rivalidad; sus carreras transcurrieron en paralelo y Anne-Marie se convirtió en la confidente de Gigi, cuya vida amorosa era mucho más agitada que la suya.
Anne-Marie nos habla también de su aburrida vida matrimonial con su difunto marido, de su operación de cadera, del hijo que ya no vive con ella, de los achaques de la vejez, de la soledad en su apartamento parisino...