En su despacho, el comisario Maigret recibe una llamada de un hombre que dice estar siendo acechado por individuos que quieren matarlo. De bistró en bistró, el hombre lo llamará varias veces pidiendo protección mientras intenta despistar a sus perseguidores. Con todo, acabará muerto en la Place de la Concorde.
Maigret deberá empezar por preguntarse por qué fue a ese sitio desierto en plena noche, cuando le convenía perderse entre la multitud. ¿O acaso alguien ha movido el cadáver?
Ya jubilado de la policía judicial, Maigret acepta el encargo que le hace una anciana adinerada de investigar a título privado el sospechoso ahogamiento de su nieta, una gran nadadora con pocas posibilidades de tener un accidente.
El excomisario se desplazará a la localidad rural de Orsenne, donde vive la familia extendida de la muchacha, y reencontrará entre sus miembros a un antiguo compañero de instituto, un hombre ambicioso que oculta oscuros secretos tras su modélica vida burguesa.
De camino al trabajo, los empleados de una planta hidroeléctrica, en un profundo valle de los Pirineos, descubren el cuerpo de un caballo decapitado suspendido en la cara helada de la montaña. La investigación del macabro hallazgo se le asigna al capitán Servaz, un cuarentañero hipocondriaco siempre atento a sus instintos.
Pero ¿por qué alguien querría matar un caballo a dos mil metros de altitud? Todo indica que este es solo el principio de una larga pesadilla. Ese mismo día, una joven psiquiátra se inicia en el mundo laboral en el centro psiquiátrico de la zona. Y las dos historias tejen una atmósfera opresiva, con suspense desde la primera página, así como un viaje a los miedos más atroces del ser humano.
Un vecino llama a la policía para advertir de que hay un joven sentado junto a la piscina de la víctima, que está llena de muñecas flotantes. El joven, Hugo, drogadicto, resulta ser el único hijo de Marianne, el gran amor de Servaz y a la que este no ve desde hace más de veinte años. Hugo parece el único sospechoso del terrible crimen pero una vez que Servaz se pone a investigar, descubre algo mucho peor: Julian Hirtmann, el perverso asesino en serie de Bajo el hielo, podría estar detrás del crimen.
Tras oír un grito de mujer seguido por un disparo en un edifico de la alta burguesía parisina, un transeúnte acude a las autoridades para denunciar un presunto crimen.
Tocará a un joven Maigret, por entonces adjunto del comisario, desplazarse al lugar de los hechos para tratar de penetrar en un entorno social hermético.
En este precuela de sus investigacinones más famosas, nos retrotraemos a sus comienzos en la fuerzas del orden durante la Belle Époque, cuando desputan ya su sagacidad, su paciencia y su capacidad para comprender la naturaleza humana.
De viaje por Estados Unidos para estudiar los métodos de la policía de ese país, Maigret asiste a una audiencia en la que se busca determinar si la muerte de una muchacha arrollada por un tren debe clasificarse como suicidio u homicidio.
Con una reflexión de fondo sobre la justicia, la novela es una historia típicamente norteamericana en la que aparecen grandes espacios, carreteras en el desierto y soldados sin escrúpulos, lo que demuestra la rapidez con que Simenon comprendió el imaginario estadounidense que por entonces empezaba a globalizarse
En Mortal y rosa, sobrecogedora y tierna elegía de la infancia, Francisco Umbral evoca la muerte de su hijo. Desde la inhóspita revelación de la pérdida, el escritor construye un largo monólogo en que la muerte actúa como coartada maravillosa que convierte su pesadilla humana en una fuerza catártica y liberadora. Francisco Umbral procura el reencuentro en la evocación, y cada sensación es un continuo superar la existencia inerte, cada objeto, una excusa para la reflexión: «sillas de paja infantil, graves mecedoras, caballos de crin celeste me preguntan por ti, se preguntan por ti». Con «esta corporeidad mortal y rosa / donde el amor inventa su infinito» —verso de Pedro Salinas que preludia el texto—, el escritor aborda una cantata de belleza y originalidad máximas, que desborda todos los rencores, porque, como señala en una frase que bien pudiera glosar la obra, «el hijo es un relámpago de futuro que nos deslumbra. Por él, por mi hijo, he visto más allá, más adentro, y más lejos, y quizás, ay, eso basta».
Cuando vuelve de hacer compra, la criada Félicie descubre que han asesinado a su empleador, el jubilado Jules Lapie. Llamado a investigar, el comisario Maigret no tarda en darse cuenta de que esa joven poco agraciada sabe más de lo que dice, pero también de que su carácter soñador la hace proyectar en la realidad anhelos y fantasías románticas.
¿Cómo conseguir que confíe en él? ¿Y a quién protege con su silencio? Pocas veces un testigo ha causado tantos problemas al famoso comisario.
Un hombre ha sido condenado a muerte por asesinar a una viuda adinerada y a su criada. Sin embargo, el comisario Maigret no cree en su culpabilidad y, sin que nadie lo sepa, orquesta su fuga de la cárcel para descubrir al verdadero asesino.
Mientras sigue sus pasos por París, Maigret entra en contacto con un ambiente de riqueza y decadencia, al tiempo que se enfrenta a un hombre al menos tan inteligente como él, que ha movido los hilos de una trama oculta y cree poder burlar los mandatos de la ley.
Críticas:«Uno de los escritores más importantes de nuestro siglo.»Gabriel García Márquez
«Un escritor excepcional, como todo el mundo sabe. En realidad es único y no me refiero sólo a nuestra época, sino a cualquier época.»Henry Miller