Gregor Samsa, un joven viajante de comercio, amanece convertido en un insecto y, encerrado en su cuarto, asiste al lento y silencioso derrumbe de todo lo que daba sentido a su vida. Incomprendido y temido por su propia familia, se desliza hacia una existencia que desvela con crudeza lo que ocurre cuando dejamos de ser útiles, cuando ya no encajamos. ¿Qué queda de nosotros cuando ya no respondemos a las expectativas del mundo?
El relato más célebre de Franz Kafka, en una nueva traducción de José Rafael Hernández Arias y con un posfacio de Lorenzo Silva. Una obra hipnótica y despiadada que condensa como pocas la angustia moderna, la deshumanización y el vértigo de no saber quiénes somos. Más de un siglo después, La metamorfosis sigue hablándonos en voz baja... y con dientes afilados.
¿Existen las segundas oportunidades?
Una boda frustrada. Un cálido reencuentro. Esta es la historia de Alex y Emma.
Junto a sus dos mejores amigas, Emma deja atrás la ciudad de Nueva York y viaja a California con el firme propósito de pasar las vacaciones con un cóctel en la mano, bajo el sol, en las cálidas playas de la costa. Un plan perfecto. O al menos lo fue hasta que se encontró con Alex, el chico que no solo le rompió el corazón sino que, además, la dejó plantada una semana antes de subir al altar para darse el «sí, quiero».
Por desgracia, Alex sigue siendo irresistible. Y, aunque Emma siente debilidad por su mirada azul y su sonrisa canalla, no está dispuesta a volver a caer en sus redes. Todo quedó atrás. Él quedó atrás. Así es como deben ser las cosas. El problema es que «querer» no siempre es suficiente y a veces hay recuerdos que pesan demasiado.
Un futuro planificado. Un abogado seductor y canalla.
¿Conseguirá Elisa retomar las riendas de su vida?
Tras un desengaño amoroso, Elisa está decidida a retomar las riendas de su vida e ir tachando propósitos de su lista de objetivos: seguir siendo la mejor en su empleo, casarse, formar una familia, mudarse a una bonita casa a las afueras… ¿El problema? Todavía no ha conocido al futuro padre de sus hijos. Pero ella no es de las que se rinden tras un fracaso y tiene muy claro qué tipo de hombre desea a su lado. Para empezar, uno que no se parezca en nada al abogado con el que debe competir en su trabajo, ese que está poniendo a prueba toda su paciencia.
Jack Helker es tan atractivo como borde. A pesar de su sonrisa insolente y de que es el típico hombre que debería venir con un cartel en la frente en el que pusiese «no tocar», Elisa es incapaz de ignorar el deseo que siente cada vez que él está cerca. Y, entre rocambolescas citas, Froot Loops y noches imprevistas, empezará a reconsiderar que a veces «perder el control» también tiene sus ventajas.
Detengámonos en la «avidez», la nuestra y la de otros. La de todos. El deseo, la ansiedad, la ambición, la codicia. Lina Meruane nos expone a los sentidos materiales y metafóricos de esta palabra a través de una multitud de madres e hijas insaciables, de hermanas incisivas, de amigas y amantes afiladas así como de hombres salvajes y animales cuya hambre alimenta el amor y el odio, la miseria y el castigo, el resentimiento, el perdón. Un universo obsesivo por el que discurren objetos que cobran vida, cuerpos que la pierden, que se mutilan y se desgajan. Leer estos cuentos punzantes de Lina Meruane detona, como en cada uno de sus libros, una inolvidable avidez lectora.
La Dinastía Tang gobernó China entre los años 618 y 907. Fue una época de estabilidad política, prosperidad económica y esplendor de la cultura autóctona, apoyada en influencias foráneas. Hubo un fuerte desarrollo institucional, con iniciativas en pensamiento y religión, y creatividad en todas las artes. Fue también una época de eclecticismo y cosmopolitismo; nunca antes China estuvo tan abierta al contacto exterior.
Y en más de tres mil años de poesía en lengua china, ésta es la edad de oro. Cincuenta mil poemas han llegado hasta nosotros, con abundancia de géneros y modelos poéticos. Todos los funcionarios eran poetas dedicados al servicio del estado y, en algún caso, pagaron con el destierro o la muerte su apego incondicional a la justicia. Otros poetas eran ermitaños —taoístas o budistas— amigos de la soledad y la reflexión serena. En muchos casos, fueron funcionarios y anacoretas en momentos diferentes de sus vidas.
La antología redescubre la faceta más desconocida de un autor que cantó el amor desde sus primeros hasta sus últimos poemas.
Al margen de su popularidad, Antonio Gala fue un autor extremadamente versátil y polifacético cuyo éxito en otros géneros –el teatro, el artículo, la novela, el ensayo e, incluso, la televisión y el cine– ha ocultado su temprana y valiosa dedicación a la poesía, reconocida pero desplazada en favor de los perfiles más difundidos de su obra. Tanto ese éxito como su propio pudor a la hora de publicar, que lo llevó a dosificar las apariciones líricas posteriores a su brillante estreno literario con el libro Enemigo íntimo, accésit al premio Adonáis de 1959, han hecho olvidar que Gala era sobre todo y ante todo poeta, condición que queda clara en cualquiera de sus páginas. Editada por Luis Cárdenas García y Pedro J. Plaza González, responsables del rescate de sus poemas de juventud, la antología Cantaré mañana todavía ofrece una visión panorámica de toda la obra poética de Gala, incluyendo los títulos menos difundidos y algunas composiciones inéditas. El conjunto permite resituar al poeta como uno de los nombres más relevantes del núcleo andaluz –tantas veces obviado– de la llamada Generación del 50, redescubriendo a un poeta imprescindible y, paradójicamente, casi desconocido que cantó, como pocos, el amor desde sus primeros hasta sus últimos poemas.