Pushkin nunca tuvo una nieta, o acaso la desconocemos, por eso este libro de cuentos es dos cosas: la audacia de la búsqueda de personajes azarosos, perdidos y esenciales, y un viaje hacia territorios desconocidos. Los escenarios son múltiples: de La Habana al desierto del Rajastán, de Saint-Nazaire a Teherán, de Rusia a Miami o Lima. El hilo conductor es el tiempo, la nostalgia, la pérdida, pero también la aventura, el humor, y la recuperación del pasado. Un salto a un vacío lleno de sentidos. La nieta de Pushkin es un libro híbrido entre el cuento y el viaje en clave de autoficción. Si toda literatura es un ejercicio de solapamiento autobiográfico, Ronaldo Menéndez rompe las rasgaduras de ficción para filtrar un yo, un nosotros, que envuelve al lector y le hace viajar con él. Y por encima de todo, un lenguaje que es en sí mismo una búsqueda y una fundación, una manera de entender la literatura. Una prosa enérgica, que nos traslada con pulso propio, a la mejor renovación de la literatura latinoamericana de este primer tercio del siglo xxi.
El vacío identitario de los llamados suburbios de Nueva York, la discriminación, la vigilancia vecinal, la impostura del movimiento woke, la normalización de los suicidios diarios, la degeneración de gran parte de la academia norteamericana, la enfermedad mental y sus laberínticas soluciones, la atroz soledad y la ternura de los inesperados encuentros que suceden como consecuencia. Esto son algunos de los temas y sentimientos paradójicos en ocasiones que recorren los cuentos de Luna Park. Y, pese a todo, el de Marina Perezagua no es un libro oscuro, sino que el humor, la ironía y la contradicción están presentes en estos cuentos como elementos vitales y lúdicos. Un libro implacable, sin medias tintas para, entre otras cosas, describir una ciudad y un tiempo imposibles de describir.
El día que se perdió la cordura
«A veces el destino nos pone a prueba para que sepamos que existe».
Boston, 24 de diciembre de 2013. El doctor Jenkins, director del centro psiquiátrico de la ciudad, y Stella Hyden, agente de perfiles del FBI, se adentrarán en una investigación que pondrá en juego sus vidas y su concepción de la cordura y que los llevará hasta unos sucesos fortuitos ocurridos en el misterioso pueblo de Salt Lake diecisiete años atrás.
El día que se perdió el amor
«A veces el amor te pone en el camino equivocado para que sepas cuánto duele».
Nueva York, 14 de diciembre de 2014. El inspector Bowring, jefe de la Unidad de Criminología, intentará descubrir por qué una joven llena de magulladuras se ha presentado desnuda en las instalaciones del FBI con varios papeles amarillentos. Pero, sobre todo, tratará de averiguar por qué el nombre de una mujer que aparece decapitada horas más tarde coincide con el que estaba escrito en una de las notas. A medida que avance, se dará cuenta de que el caso abre antiguas heridas difíciles de cicatrizar.
¿Y si fueras capaz de dejarte llevar por quien eres en realidad?
Porque las canciones que fuimos se convierten en pasado.
Porque los recuerdos que seremos son el futuro.
Fuimos canciones. Macarena vive en Madrid, es asistente de una influencer de moda, disfruta la vida a sorbos e intenta ser feliz. Tiene dos amigas: Adriana y Jimena. Macarena guarda un secreto que deletrea a escondidas. Ese secreto tiene tres letras: L-E-O. Macarena no sabe que Leo está en Madrid. Macarena teme, Macarena sueña, Macarena ama, Macarena vuela... A veces lo que fuimos da sentido a lo que de verdad somos.
Seremos recuerdos. Macarena ha conseguido poner su vida y su trabajo en orden, pero sus amigas no tienen tanta suerte... Esta segunda parte habla de lo que sucede cuando nos damos cuenta de que lo que fuimos no afecta a lo que seremos. Una historia llena de risas, llantos, letras y melodías...
El sol baña los acantilados y las aguas turquesas del mar de Cornualles cuando Jane Bellamy y Cedric Stone se conocen en el verano de 1939. No están destinados a ser una ecuación perfecta, pero son jóvenes y el amor lo arrolla todo a su paso. Así que esta historia comienza como otras muchas: él y ella se enamoran. Hay primeras palabras, primeras miradas y primeros besos. Y luego la guerra, la nada. Solo oscuridad. Todo cambia.
Años más tarde, en un hospital de Edimburgo, Margot Abbot sostiene en la mano un anillo que pertenece al paciente que dormita en la cama, Cedric Stone. Ella todavía no lo sabe, pero está a punto de abrir un baúl de recuerdos y descubrir qué ocurrió tras aquellos luminosos días de estío que quedaron atrás.
El 28 enero de 1908, una española de 17 años, sentada a lomos de un elefante lujosamente enjaezado, hace su entrada en una pequeña ciudad del norte de la India. El pueblo entero está en la calle rindiendo un cálido homenaje a la nueva princesa de tez tan blanca como las nieves del Himalaya. Podría parecer un cuento de hadas, pero así fue la boda de la andaluza Anita Delgado con el riquísimo maharajá de Kapurthala. Y así empezó una gran historia de amor —y traición— que se desgranó durante casi dos décadas en el corazón de una India a punto de extinguirse.