Steve, un policía retirado, disfruta de su tranquila jubilación: las noches de trivia en el pub, su banco favorito en el parque y su gato esperándole en casa. De vez en cuando acepta algún pequeño trabajo de investigación, pero sus días de grandes aventuras han quedado atrás. Ahora, la acción es cosa de su nuera, Amy...o eso cree él.
Para Amy, la adrenalina es parte esencial de la vida. En su trabajo en seguridad privada, cada día trae nuevos riesgos. Actualmente está en una isla remota protegiendo a Rosie D’Antonio, una autora superventas, hasta que un cadáver y una bolsa de dinero convierten el paraíso en una pesadilla. Sin más opciones, lanza un SOS al único en quien confía: su suegro Steve.
Jihye es una chica corriente, nunca ha sido extraordinaria. De carácter más bien apocado, en la Academia donde trabaja como administrativa tolera en silencio la política de sus jefes y los absurdos de la burocracia coreana. Siempre a un solo correo electrónico de la catástrofe profesional, se convierte en una maestra de las miradas silenciosas y de la táctica del café, pero todos sus esfuerzos por soportar a sus superiores y el ambiente de trabajo más o menos hostil que estos generan se ven alterados cuando llega Gyuok Lee, el nuevo becario.
Como si se tratara de una versión pacifista del protagonista de V de Vendetta, Gyuok recluta a un trío de aliados en la oficina para llevar a cabo algunas pequeñas venganzas. Juntos, estos cuatro «rebeldes» protestan contra los más poderosos con pintadas, lanzamientos de huevos y denuncias anónimas. Sin embargo, a medida que sus ataques van aumentando de calibre, la alegría y la sensación de liberación iniciales irá dando paso a otros sentimientos. Jihye y los demás descubrirán la belleza de la amistad y el extraordinario poder de la unidad para hacer frente a los obstáculos.
En medio de la bulliciosa y, al mismo tiempo, mediocre cotidianidad, tal vez sólo los niños sean capaces de apreciar la belleza del universo. Desde esa mirada inocente e infantil, Le Clézio relata ocho historias llenas de sensibilidad y melancolía sobre la búsqueda de la verdadera libertad, en las que los protagonistas, enfrentándose a la alienación agresiva de la civilización contemporánea y del mundo adulto, parten a la aventura para alcanzar sus sueños. Así, Mondo, un niño-poeta, bohemio y huérfano, pasea por la orilla del mar o por las calles atestadas, rodeado de amigos y seres marginales capaces de comprenderle, de enseñarle cosas nuevas: sus ojos asombrados embellecen la percepción que los demás tienen de la realidad. Y como él, Lullaby, la niña que una mañana decide no volver al colegio para disfrutar del mar; Jon, que escala el Reydarbarmur, la montaña del dios viviente desde la que pueden tocarse las nubes; o Pequeña Cruz, que mira el cielo mientras se pregunta qué es el azul.
A veces el primer amor solo necesita una segunda oportunidad.
Callahan es el hermano Kane al que todos critican. Para muchos, Cal es un heredero mimado, un atleta fracasado y un alcohólico funcional. Quizá por eso siente que nadie lo conoce de verdad salvo Alana, la chica a la que le rompió el corazón. Después de aquello, Cal prometió no regresar jamás a Lake Wisteria…, hasta que la herencia de su abuelo lo ha obligado a volver. El único requisito, y a priori sencillo, es que debe pasar un verano entero en la casa del lago de la familia antes de venderla. Sin embargo, todo se tuerce cuando descubre que Lana no solo vive en la casa, sino que también asegura ser la dueña.
Alana no debería haberse enamorado nunca de Cal. Él mismo se lo dijo justo antes de destrozar su corazón y su amistad hace casi seis veranos, tras lo que prometió marcharse para siempre. Y seguramente tampoco debería habérselo creído, porque ahora Cal ha regresado con la intención de vender la casa del lago. Sin embargo, hay un inconveniente: la casa también está a nombre de Lana.
En todas las historias familiares hay un hecho que determina el destino de sus miembros. En el caso de Lola, la matriarca de esta saga de detectives, es la muerte de su hijo Marc, hace casi cinco años. Para Lola, lo que vino después fue un tiempo romo y agrisado. Pero hace unos meses que los Hernández se han reunido de nuevo, vuelven a investigar juntos como en los viejos tiempos. También Ayala, el fiel colaborador, ha regresado. Todos curtidos y, por qué no decirlo, más baqueteados a las órdenes del peculiar Mateo. Por otro lado, un estafador del amor campa a sus anchas por el barrio, se hace pasar por un antiguo compañero de colegio de sus víctimas y parece que su avaricia no tiene límites. Los Hernández se enfrentan a un escurridizo adversario.
La tranquila vida de los habitantes de la isla de Gekkin da un vuelco tras la aparición de varias cartas que alertan de que la encantadora y bella Tomoko es, en realidad, la Abeja Reina, una mujer fatal con la habilidad de atraer y cautivar a todo el que se acerca a ella y de generar en su entorno tanta admiración como resentimiento. Un enigmático asesinato desata una serie de tensiones que rápidamente transforman la pacífica localidad en un avispero, plagado de rumores y sospechas. Kosuke Kindaichi, un perspicaz y poco convencional detective, se enfrentará a este complejo caso en el que todas las personas cercanas a Tomoko, amantes despechados, amigas envidiosas y familiares con oscuros secretos, podrían ser el asesino. A medida que profundice en la investigación, Kindaichi descubrirá un pasado mucho más complejo y perturbador de lo que esperaba.