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LOS RELATOS DE MEDICOS

Si bien William Carlos Williams debe gran parte de su reconocimiento a la poesía, en la que introdujo conceptos novedosos como el «pie variable» y con la que trató de aprehender un habla típicamente americana en contraposición al inglés europeo, destacó también de manera importante por sus relatos en prosa. Williams, que ejerció durante toda su vida como médico de cabecera y pediatra —ejercía de día y escribía de noche hasta caer rendido—, dedicó un buen número de historias a su profesión y plasmó una sentida y conmovedora semblanza de los hombres y mujeres corrientes. Tanto por su ocupación como por su penetración psicológica y su interés en el ciudadano de a pie y el campesino, a menudo se ha comparado a Williams con Antón Chéjov. Gran impulsor del uso del habla coloquial en su narrativa, sus aportaciones al diálogo interior y el flujo de conciencia lo situaron en la vanguardia literaria de la primera mitad del siglo XX. Pero hoy son el sustrato íntimo de sus personajes y la insondable honestidad de su mirada los que, unidos a su estilo conciso y sugerente, nutrido de imágenes imborrables, lo han convertido en un clásico y en un autor poderosamente vivo para los cánones contemporáneos.
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TOKYO

Tokyo. Fragmentos es la primera obra que se publica en España de Leopold Federmair, escritor y traductor austriaco nacido en 1957 y que desde 2002 reside en Japón. En este libro, estructurado como un paseo literario por el Japón contemporáneo, visitamos a Kenzaburo Oé, vamos al cine, entramos en hoteles, tiendas, bares o en el hospital en el que han ingresado a Mayuko, la hija del autor, viajamos en tren, paseamos por parques o por zonas residenciales, y también encontramos comentarios sobre literatura y música o reflexiones sobre el sistema educativo, el urbanismo o la cultura de Japón. Como señala en su epílogo Daniel F. Hübner, profesor de la Universidad de Zaragoza, «todo ello tiene cabida aquí, en este paseo que adquiere rango de género literario en cuanto permite dotar de unidad a los diversos fragmentos en los que a modo de capítulos se encuentra dividido el libro». Pero, tal como apunta asimismo el profesor Hübner, «este libro no solo ofrece a sus lectores un fascinante recorrido por los múltiples fragmentos en los que se descompone la caleidoscópica realidad del Japón contemporáneo. Su interés radica también en lo que revela de la persona —o del personaje— que está presente en estas páginas, ese paseante que observa una ciudad y sus gentes con la inocente sabiduría de una niña y el amplio bagaje de vivencias y referencias culturales de un escritor cosmopolita en plena madurez creadora.
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LA LUNA SOBRE ROMA

No pudo evitar preguntarse por qué el asesino de sus padres la quería viva. Y si eso no era una razón suficiente para desear estar muerta. Cuando la mañana del 10 de agosto del año 30 a.C. la reina egipcia Cleopatra es encontrada muerta por la guarnición romana encargada de custodiarla para llevarla a Roma para el desfile triunfal de Octavio, la cólera de los romanos recae sobre sus dos hijos mellizos, Cleopatra Selene (Luna) y Alejandro Helios (Sol), de apenas diez años. Son acusados de haber ayudado a su madre a darse muerte, escatimando así el golpe de efecto que hubiese tenido la presencia de la orgullosa egipcia encadenada por las calles de Roma. Los mellizos, juntos con su hermano menor, Ptolomeo Filadelfo, son apresados y llevados a la península itálica. Son los hijos de la reina vencida y del triunviro Marco Antonio, que se ha suicidado también ante la victoria de Octavio. Los niños llegan horrorizados a Roma en compañía de su tutor y son obligados a desfilar encadenados ante el carro de Octavio, el futuro emperador Augusto, pero su corta edad despierta la compasión del pueblo romano. En la creencia de que quizá puedan serle útiles en el futuro, Octavio accede a perdonarles la vida y ponerlos bajo la tutela de Octavia, su hermana y la legítima esposa de Marco Antonio, la mujer a la que abandonó para unirse a Cleopatra.
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BAJO EL MUERDAGO

Bienvenidos al hotel Forest Manor, un encantador establecimiento en el que tanto los huéspedes como el personal son como de la familia. Excepto Izzy y Lucas, claro, pues la rivalidad que hay entre ellos es tal que incluso les han prohibido coincidir en el mismo turno. Tras dos años de penurias, tal vez haya llegado el momento de que el hotel cierre sus puertas para siempre. Pero entonces Izzy devuelve un anillo perdido a su dueño y la recompensa que recibe convence a la dirección de que tal vez hayan encontrado la solución a sus problemas. Quedan cuatro anillos más en la caja de objetos perdidos, y recae sobre Lucas y ella la responsabilidad de salvar sus empleos. Conforme su amarga enemistad va tornándose en algo diferente (y mucho más complicado), ambos comienzan a preguntarse si podría estar en juego mucho más que el destino de su querido hotel... ¿Podrán salir de diciembre con el corazón intacto?
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PECADOS 2. REY DE LA SOBERBIA

INTROVERTIDO. CAUTELOSO. EXTREMADAMENTE CORRECTO. Kai depende de una votación para convertirse en el CEO de su imperio familiar, por lo que el billonario no puede permitirse el lujo de distraerse con Isabella. Sofocado por responsabilidades y promesas, cuando están juntos siente que finalmente puede respirar. AUDAZ. IMPULSIVA. ALEGRE. Isabella no ha asistido a una sola fiesta en la que no fuera el centro de atención ni ha conocido a un hombre al que no pueda enamorar…, excepto a Kai, que es miembro del club exclusivo en el que trabaja como camarera. Pero aunque les cueste todo lo que tienen, no pueden resistirse a caer en la tentación de sus deseos prohibidos.
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LA ASISTENTA TE VIGILA

Yo solía trabajar limpiando las casas de otras personas, ahora apenas puedo creerme que este sea mi hogar. La encantadora cocina, la calle tranquila, el enorme jardín en el que los niños pueden jugar. Mi marido y yo hemos ahorrado durante años para que mis hijos tengan la vida que se merecen. Aunque siento algo de recelo hacia nuestra vecina, la señora Lowell, veo su invitación a cenar como una oportunidad para hacer amigos. Cuando su doncella abre la puerta con un delantal blanco y el pelo recogido en un moño tirante, sé exactamente cómo se siente. Pero su gélida mirada me produce escalofríos... La doncella de los Lowell no es lo único extraño de nuestra calle. Estoy convencida de que alguien nos observa. Y cuando conozco a la mujer que vive enfrente, sus palabras me dejan petrificada: «Ten cuidado con tus vecinos». ¿Cometí un terrible error mudándome aquí con mi familia? Pensaba que había dejado atrás mis secretos oscuros. Pero ¿podría ser este apacible barrio residencial el sitio más peligroso de todos?
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