La lucha de un hombre anciano por hacer las paces con su vida.
A Bo se le acaba el tiempo y, a la vez, tiempo es una de las pocas cosas de las que dispone. El cuerpo le falla, su mujer tuvo que ingresar en un centro para personas con demencia y su tranquila existencia solo se ve alterada cuando le visitan sus cuidadoras. Afortunadamente, todavía disfruta de la compañía de su amado perro Sixten.
Cuando su hijo insiste en que el perro debe mudarse, la amenaza de perderlo despierta en el viejo Bo un torbellino de emociones que le hará recordar su vida, replantearse la relación con su hijo y la forma en que expresa su amor.
Una combinación magistral de suspense psicológico y ficción basada en crímenes reales.
Pamela Schumacher se despierta a las tres de la madrugada en el edificio de su fraternidad universitaria. Cuatro de sus compañeras han sido atacadas: dos mueren antes de llegar al hospital y las otras sobreviven con graves secuelas.
Al otro lado de Estados Unidos, Tina Cannon intenta descubrir qué le pasó a su amiga Ruth, desaparecida a plena luz del día. Al enterarse de la tragedia en la fraternidad, Tina sospecha que el responsable es el mismo hombre.
Decidida a hacerle pagar por lo que le hizo a Ruth, su camino se cruzará con el de Pamela, unidas en su ferviente búsqueda de la verdad.
Un directivo de la industria siderúrgica aparece muerto dentro de su BMW quemado. No se trata de un «accidente» aislado: alguien está llevando al extremo el propósito de que se tome conciencia del cambio climático y se haga algo al respecto.
El miedo a que pronto el objetivo del criminal escale y haya un atentado masivo se apodera de la inspectora Eva Nyman.
Para evitarlo, recurre a su unidad especial Nova. Lo que no sabe es que, durante el transcurso de la investigación, tendrá que lidiar con una serie de pistas que la llevarán a revivir una historia traumática de su pasado.
El verano de 1985, en el camping Pinar del Inglés del Puerto de Santa María, se produce la desaparición de una niña de 12 años. Su nombre era Paulina Giménez.
Más de veinte años después, el recuerdo de aquel día sigue torturando a Lidia y a Daniel, dos hermanos que estuvieron aquel día con Paulina, en lo que debería haber sido una tarde más de juegos y travesuras entre niños.
Tras la muerte de su padre, una caja de pesca y un libro de Alberti arrastran a Lidia y a Daniel a una investigación que podría poner fin a las preguntas que quedaron por responder.
J. M. G. Le Clézio ha abierto su caja negra para revelarnos qué le impulsó a escribir. Primero, la imagen de los muros sobre el Mediterráneo que los alemanes levantaron en Niza para impedir a la población el acceso al mar y, después, la guerra, el hambre y las enfermedades propiciaron una singular sensibilidad para captar todo lo que ocurría. Entonces llegó su primera novela, escrita cuando tenía solo diez años: contaba la historia de un niño africano que dejaba Europa. Por entonces Le Clézio vivía en Nigeria, donde su familia se había reunido con el padre, al que él no conocía y que le ayudó a descubrir un nuevo continente, así como un nuevo destino.
Conviviendo con niños africanos, en una naturaleza diferente, rica y frágil, forjó su gusto por la libertad y comenzó a perfilar una particular relación con el mundo, una mirada dirigida a los desfavorecidos y un deseo de que la escritura se transforme en acción. Una «identidad nómada», en suma, sobre la que el Premio Nobel de Literatura se sincera en estas páginas de gran intensidad, íntimas y esenciales.
El sheriff Abel Crow tiene 27 años y ya es un personaje de leyenda. Sus dotes innatas como tirador —su disparo preferido es «el Místico», uno doble, cruzado y simultáneo, con ambas manos, sobre blancos distintos—, no podrán evitar, sin embargo, que en un momento crítico se replantee el sentido de la existencia.
Las relaciones, entre otros, con su novia, que entra y sale libremente de su vida, pero que lo conoce incluso mejor que él mismo; con sus hermanos (un predicador, un rico minero, un cartero demente y una visionaria, empeñada en reunirlos a todos para rescatar del patíbulo a su madre, que los abandonó cuando eran niños); con las curanderas y una bruja indias, portadoras de la sabiduría ancestral de los nativos; y con su Maestro, quien siendo adolescente logró aniquilar a casi toda la tripulación de un barco pirata, constituyen parte de un viaje espiritual que culmina con la percepción de que no existe (o no funciona como pensamos) la relación causa-efecto, de que no hay un antes y un después claramente definibles. Buena prueba de ello es también la estructura no lineal del relato, que avanza, retrocede y se repite, y donde cada uno de los veintisiete capítulos (o cantos) constituye una pieza de un puzle que al final nos devolverá la imagen caleidoscópica de Abel Crow durante su aprendizaje.