Este libro fundamental del movimiento contracultural beates una trinchera construida por poemas irreverentes, psicodélicos y libertarios que refleja, sin censura, el desencanto de la política y sociedad norteamericanas.
Magnéticos e irresistibles. En cada uno de los cuentos de El buen mal, Samanta Schweblin nos abduce a otra dimensión donde quedamos en contacto íntimo con sus personajes. Encandilados por el fulgor de la inminente tragedia, vulnerables y profundamente humanos, advierten cuánto podría transformarlos la irrupción de lo inesperado. A algunos los dejará de pie frente al dolor, a otros dialogando con la culpa y a todos atravesados por la incertidumbre. ¿Importa saber qué es verdad? Se trata, de principio a fin, de ser partícipes de un fenomenal artificio literario. Con inédita perspicacia, Schweblin intuye el punto de quiebre de una voluntad, la intensidad premonitoria de un temblor y la lejanía que impone la ternura. Conoce la mejor de las infinitas posibilidades de una historia y el modo de encajar las piezas de una trama para dar con un gran relato que se hunda y proyecte, oscurezca e ilumine el día a día de la época y el alma de quienes la habitan. En su literatura, premiada internacionalmente, los filos entre realidad y ensueño deslumbran como los de un cuchillo.
En los albores de la imprenta, un francés llega, en 1458, al taller de Gutenberg, en Maguncia. Su nombre es Nicolas Jenson y lo envía el monarca galo para aprender el nuevo arte de la impresión mecánica con tipos móviles. De los breves años en los que se forma junto al maestro, se llevará consigo una técnica exquisita, un decálogo de mandamientos por los que regirse en el oficio y varios colegas de profesión con los que compartir el fervor por un invento que cambiará el mundo para siempre. En Venecia, por entonces capital de la edición, Jenson abre su propio taller y, junto a una serie de grabadores, tipógrafos, cajistas, impresores, todos ellos pioneros como él, sienta las bases de la edición moderna, estandariza la escritura, introduce mejoras técnicas y, sobre todo, avanza hacia una claridad tipográfica que aún hoy permanece vigente. En su lecho de muerte, rodeado de quienes lo acompañaron en esta aventura, Nicolas Jenson -el príncipe de la imprenta- recuerda una vida dedicada al arte tipográfico, desvelando las claves, las anécdotas y el ambiente que rodearon el desarrollo inicial de una revolución tecnológica apasionante.
Un pequeño castillo de caza en Hungría, al pie de los Cárpatos, donde alguna vez se celebraron fastuosas veladas y la música de Chopin inundaba los elegantes salones decorados al estilo francés, ha cambiado radicalmente de aspecto. El esplendor de antaño se ha desvanecido, todo anuncia el final de una época.
En ese escenario cargado de vivencias, dos hombres se citan para cenar tras cuarenta años sin verse. De jóvenes habían sido amigos inseparables, pero luego sus caminos se bifurcaron: uno se marchó a Extremo Oriente y el otro, en cambio, permaneció hasta hoy en su propiedad. Sin embargo, ambos han vivido a la espera de este momento, pues entre ellos se interpone un secreto de una fuerza singular. Todo converge en un duelo sin armas, aunque tal vez mucho más cruel, cuyo punto en común es el recuerdo imborrable de una mujer.
Huir parecía su única salida. Y lo era.
Rosaura Castán ha tenido poca suerte en la vida. Su madre murió cuando ella era una adolescente en un accidente y se culpa de esa tragedia. Ese hecho provocó el extrañamiento de su familia. Desde muy joven aprendió a vivir sola; tuvo un niño, Adrián, fruto de una relación esporádica y a quien quiere con toda su alma. El muchacho era el hijo perfecto, excelente estudiante de la carrera de matemáticas, adoraba a su madre… aunque había cosas que no le contaba.
Cuando Adrián aparece asesinado en un parque de Madrid, Rosaura, literalmente, enloquece de dolor, hasta el punto de que, ciega de ira, arrolla con un coche a un joven conflictivo al que todo apuntaba como el autor del homicidio.
Rosaura es llevada a juicio y condenada a prisión por la muerte de un inocente. El asesino de su hijo sigue libre, así que la única obsesión de la mujer cuando obtenga su primer permiso penitenciario será encontrar como sea al verdadero culpable del crimen.
Vuelve Douglas Coupland con una novela para leer en «modo atracón» En los años 90, la publicación de "Generación X" convirtió a Douglas Coupland en el gran cronista de los nativos digitales. "Microsiervos", "Planeta Champú", "Todas las familias son psicóticas" o "JPod" lo confirmaron como un escritor con mundo propio, irónico y detallista, gran observador de las ansiedades y los desafíos de la sociedad hiperconectada. Tras varios años concentrado en su trabajo como artista audiovisual y gráfico, vuelve Coupland con una novela hecha de 60 microrrelatos pensados para leer en «modo atracón». Capaz de describir a un personaje con una sola frase, o un rasgo o una actitud, Coupland hace hablar a jóvenes, mayores, abuelos, enfermos, aislados, adictos, conectados entre sí pero cada uno a solas con su conflicto. Juntas, estas historias cuentan el mundo de hoy. Influenciado por autores como Margaret Drabble, Truman Capote, Kurt Vonnegut, Joan Didion y los escritos de Andy Warhol, Coupland se ha caracterizado por construir una obra basada en la profusión de detalles: la forma de vida de personajes, las referencias a innumerables marcas y productos del mundo del consumo ; el tono antropológico. A la manera de una novela realista del siglo XX, Coupland trazó el gran atlas de lo que el mundo de Internet estaba por hacer con el mundo occidental». Karina Sainz Borgo, "Vozpopuli"