Graduarse en animación digital es el objetivo de Mérida Sousa, quien se encuentra iniciando sus estudios universitarios ¿El obstáculo? Su sucio secreto: crear historias gráficas sexuales.
Todos piensan en Mérida como la dulce, tímida y callada muchacha latina que no mataría ni a una mosca y esa es la manera en la que ella desea que todo permanezca... Hasta que conoce a Dawson Harris.
Dawson Harris, romántico, pícaro y conocido entre las mujeres, comienza una nueva etapa de su vida: ser veterinario . Está comprometido a salvar la vida de los animales y darles una vida mejor. Es por ello que, cuando salva a una loca (literalmente) y esta lo golpea (literalmente) para después irse corriendo (literalmente), siente escalofríos y un único pensamiento: esto está pasando. Y tiene razón, porque ese es el principio.
Una perrita, un gato, un hámster y un pajarito con un ala rota son los primeros pasos que los unen para iniciar una épica aventura e historia que toma caminos inesperados cuando Dawson descubre el sucio secreto de Mérida.
Momento tras momento y de manera fortuita ellos van cayendo, hasta crear una alocada historia llena de romance y tal vez con un toque de... +21.
«No soy epiléptica, tengo epilepsia». Esta aseveración, pronunciada con la furia eléctrica que habita en Lily, la protagonista de este libro, es una de las múltiples puertas de entrada a una historia, jamás mejor dicho, deslumbrante. Una novela donde la enfermedad es presente cotidiano, la búsqueda convierte al pasado en futuro inmediato y las relaciones humanas se enfrentan a su condición determinante: la ruptura constante y repetida que antecede a la reconstrucción. Aunque se ha dicho hasta el cansancio que leer es habitar un espacio diferente, encontrar un libro que encierra al lector en los acontecimientos narrados es tan extraño como doloroso, más cuando se trata de vivir una enfermedad que no nos ha sido destinada, padecer la urgencia de una investigación que de testigos nos convierte en cómplices, experimentar la dualidad amor-odio que gobierna las relaciones de Lily con los otros, pasear por un Londres que se come a sí mismo y a sus habitantes, deambular por los pasillos de hospitales que parecen cementerios. Ray Robinson, en su primera novela, ha logrado lo que tantos escritores buscan durante toda su vida: entregar a sus lectores una experiencia sinestésica, una historia absoluta. Hacernos sentir las descargas de energía que recorren la piel en un ataque, inmovilizarnos los brazos y las piernas, descontrolar el castañeo de nuestros dientes, deslumbrarnos con la luz blanca y destellante que lo gobierna todo mientras la electricidad toma posesión de nuestros cuerpos.
Corren los años setenta del siglo XIX y el joven Will Andrews, recién graduado en la Universidad de Harvard, decide dejar el bullicio de la gran ciudad e irse al Oeste para encontrar un lazo de unión con la naturaleza. Por el camino, Will recala en una aldea de Kansas llamada Butcher’s Crossing, un lugar donde la única diversión es tomar copas con hombres que han perdido ya muchas batallas y acariciar a mujeres cansadas de tanto traficar con el placer. Todo parece tristemente anodino en ese pueblo alejado de las aventuras soñadas por Will hasta que el muchacho traba amistad con Miller, un experimentado cazador de búfalos. Miller y Andrews, seguidos por otros dos compañeros, emprenden una aventura que los llevará a una pradera de ensueño donde esos animales abundan. Uno tras otro, los búfalos caen, pero el invierno acecha y la codicia de los hombres se cobrará su precio.
Apolo Hidalgo está emocionado por enfrentarse a una nueva etapa de su vida: la universidad. Su sueño es estudiar psicología y ayudar a los demás. Sin embargo, esa ilusión se rompe cuando es atacado y golpeado en un callejón durante una noche lluviosa e, irónicamente, así es como la conoce a ella. A Rain.
La chica del paraguas lo salva, y se le queda grabada en la memoria. Cuando finalmente se vuelven a encontrar, Apolo queda todavía más prendado de Rain y, a través de ella, conoce a Xan, el dueño de un café donde pasan el rato.
A medida que los tres se conocen, Apolo se dará cuenta que Rain y Xan ocultan mucho más de lo que uno se puede imaginar.
El 28 enero de 1908, una española de 17 años, sentada a lomos de un elefante lujosamente enjaezado, hace su entrada en una pequeña ciudad del norte de la India. El pueblo entero está en la calle rindiendo un cálido homenaje a la nueva princesa de tez tan blanca como las nieves del Himalaya. Podría parecer un cuento de hadas, pero así fue la boda de la andaluza Anita Delgado con el riquísimo maharajá de Kapurthala. Y así empezó una gran historia de amor —y traición— que se desgranó durante casi dos décadas en el corazón de una India a punto de extinguirse.
Un vibrante retrato de Damasco en los años posteriores a la independencia, cuyos protagonistas son un reputado calígrafo, una mujer de gran belleza y un joven cristiano de noble carácter.
En las populosas calles de la ciudad vieja, el rumor se extiende como una marea: Nura, la joven y bella esposa del afamado calígrafo Hamid Farsi, se ha fugado de casa sin dejar rastro. De inmediato, cientos de voces especulan sobre los motivos de tal desplante. ¿Habrá sucumbido al insistente ruego del célebre donjuán Nassri Abbani, que para conquistar la única pieza que se le resiste ha acudido nada menos que al marido de su presa para que le escriba fogosas cartas de amor? ¿O habrá huido tal vez de la asfixiante vida conyugal a la que la sometía su esposo, seducida por el embrujo de algún joven dispuesto a compartir el amor por los libros, la libertad y el gozo de vivir? Quizá la respuesta esté en el propio Hamid, que guarda un secreto que podría ocultar la clave del misterio.