Que encontremos algunas plantas y flores torpes o desafortunadas no significa que estén completamente desprovistas de sabiduría e ingenio. Todas ellas, en efecto, se aplican en culminar su obra, y todas tienen la magnífica ambición de invadir y conquistar la superficie terrestre multiplicando hasta el infinito la forma de existencia que representan. Para conseguirlo, y a razón de la ley que las encadena al suelo, deberán vencer dificultades mucho mayores que las que desafía la multiplicación de los animales. Así, la mayoría de ellas deben recurrir a artimañas, combinaciones, mecanismos y trampas que, en el ámbito de la mecánica, la balística, la aviación o la observación de los insectos, a menudo sobrepasan las invenciones y los conocimientos del ser humano.
Sin duda, Francis Scott Fitzgerald (1896-1940) se cuenta entre los escritores estadounidenses más importantes del pasado siglo, y no solo por su estilo impecable, divertido y poético (aunque siempre accesible), sino por la sagacidad con la que supo reflejar en sus textos el espíritu y la idiosincrasia de su época. Este volumen recoge veintidós de los mejores ensayos que Fitzgerald publicó a lo largo de su carrera como colaborador en prensa y en revistas literarias, cuatro de ellos traducidos al castellano por primera vez. A lo largo de sus páginas, el autor habla de sí mismo y sus contemporáneos, sus inquietudes, sus problemas y su tiempo, así como de los míticos espacios y ciudades que le tocó recorrer, desde las urbes inundadas de jazz y de luz de los felices veinte hasta los años prebélicos de la más dura y agria década de 1930.
Christine Prusik es la jefa de la unidad forense del FBI en Chicago y se encuentra con un misterioso caso entre las manos: un asesino en serie que mata a mujeres jóvenes y se deshace de sus cuerpos en los barrancos del sur de Indiana.
En cada víctima, el asesino deja su particular firma: vacía el cuerpo de órganos y coloca en la tráquea una figura de piedra esculpida de la misma manera que las que se encuentran entre las tribus primitivas de Papua Nueva Guinea, las mismas tribus de las que escapó Prusik hace una década mientras realizaba una investigación de campo.
La coincidencia es particularmente inquietante, y más aún, cuando Prusik todavía tiene marcas de las cicatrices del ataque que sufrió por parte de los miembros de la tribu. ¿es posible que exista una conexión entre ambos sucesos? Prusik ya no sabe diferenciar ente realidad e ilusión y pronto se verá inmersa en su peor pesadilla.
El ya conocido personaje, Haplo, el patryn que ha recibido la orden de viajar a cada uno de los cuatro mundos a través de la Puerta de la Muerte, se encamina a Abarrach, el reino de piedra, a bordo de su nave, surcando una extensión de magma agitado. Haplo comparte su embarcación, protegida por las runas, con el sartán llamado Alfred, a quien hasta ahora había considerado el último miembro de su raza que quedaba con vida. Sin embargo, al poco tiempo de descubrir la ciudad desierta y ensangrentada de Puerto Seguro, Haplo y Alfred, enemigos por naturaleza y camaradas por necesidad, topan cara a cara con una tribu perdida de sartanes dedicada a la práctica de su magia más prohibida.
Dirigidos por unos poderosísimos magos, los ejércitos de los sartán se mueven en la noche mientras Abarrach se ve barrida por una guerra civil. Los gobernantes del reino buscan desesperadamente la Puerta de la Muerte y a cualquiera que tenga noticias de su existencia, pues los invade la certeza de que la muerte se está apoderando gradualmente de su mundo de catacumbas y lava.
Tras la muerte de su padre, el prestigioso empresario alemán Eric Zimmerman decide viajar a España para supervisar las delegaciones de la empresa Müller. En la oficina central de Madrid conoce a Judith, una joven ingeniosa y simpática de la que se encapricha de inmediato.
Judith sucumbe a la atracción que el alemán ejerce sobre ella y acepta formar parte de sus juegos sexuales, repletos de fantasías y erotismo.
Principios del siglo XX. El mundo está dominado por hombres y el ámbito artístico en Estocolmo no es una excepción. Hilma af Klint, cansada de no encontrar un espacio para desarrollarse, convoca cada viernes por la noche a un enigmático grupo de artistas —Anna, Cornelia, Sigrid y Mathilda— para crear su propia red de apoyo emocional y artístico. Las Cinco, como se hacen llamar, se internan en un territorio desconocido cuando Hilma y Anna incursionan en el ocultismo, esperando que a través de sesiones espiritistas puedan canalizar espíritus que las ayuden a expandir su potencial como pintoras.
Más de un siglo después en Nueva York, el curador del Museo Guggenheim, Eben Elliot, exhibe la obra de Hilma af Klint y con ello revela secretos sobre Las Cinco y el oscuro y cuestionable financiamiento del arte moderno. Una apasionante novela que explora el destino, la pasión y los hilos que conectaron a cinco mujeres mientras desafiaban las tradiciones artísticas y sociales de su época.