Regresa el mejor Halfon con una extraordinaria novela que bucea en su infancia en la Guatemala compleja y violenta del conflicto armado.
A finales de 1984, dos jóvenes hermanos guatemaltecos, exiliados desde hace años en Estados Unidos, vuelven a Guatemala para participar en un campamento de niños judíos en un bosque perdido de las montañas del altiplano. Poco saben de su país natal, y ya apenas hablan español. Sus padres les han insistido en que irían a pasar unos días en el campamento para aprender no sólo formas de supervivencia en la naturaleza, sino también formas de supervivencia en la naturaleza para niños judíos. Que no es lo mismo, les han dicho. Pero una mañana, los niños descubren que el campamento ha sido transformado en algo mucho más siniestro: ahora cada uno tendrá que encontrar su propia forma de sobrevivir.
En este libro, el autor regresa a un acontecimiento de su infancia en la Guatemala compleja y violenta de los años ochenta, cuyos motivos y ramificaciones sólo se empezarán a dilucidar unas décadas después, durante reencuentros fortuitos en París y en Berlín con algunos de sus enigmáticos protagonistas. Una nueva pieza de la novela en marcha que es la obra de Eduardo Halfon, uno de los proyectos literarios más relevantes del panorama actual.
Treinta años atrás, cuando Benjamín Chaparro era prosecretario en un juzgado de instrucción, llegó a su oficina la causa de un homicidio que no pudo olvidar. Ahora, ya jubilado, repasa buena parte de su vida, las instancias de ese caso y sus insospechadas derivaciones, y la historia de un amor secreto que lo mantiene acorralado entre la pasión y el silencio.
El secreto de sus ojos ofrece al lector una trama policial ambientada en los años sesenta y setenta, en una Argentina que paulatinamente se sumerge en la violencia política y cuyos personajes luchan contra la impunidad, la burocracia del sistema judicial y las miserias propias y ajenas. Una historia protagonizada por hombres que hicieron de la búsqueda de la verdad un destino; de la memoria, un camino imprescindible, y de la lealtad, un culto que trasciende el tiempo, las distancias y la muerte.
NADIE ANTES QUE MANUEL VILAS HA EXPLORADO LA VULNERABILIDAD DE UN ESCRITOR COMO LO HACE ÉL AQUÍ.
Su nueva novela, de clara inspiración autobiográfica, narra la historia vital de un escritor que se levanta todas las mañanas, desayuna y se va a trabajar a su oficina particular para crear el que espera que sea el mejor libro del mundo. En esta divertida, irreverente y locuaz historia, Vilas rompe el famoso techo de cristal para contar a todo el mundo quién y qué es un escritor desde un lugar distinto, en el que nunca ha sido expuesto, desde su fragilidad: el síndrome del impostor, la constante -y cómica- comparación con los demás, las decepciones, la incertidumbre, convivir con la alegría y el fracaso y así hasta sus últimos días.
Una mirada única, ocurrente y muy real sobre cómo un escritor lucha día tras día por ser apreciado, sentirse querido y pasar a la posteridad. Pero siempre desde la comedia.
Los Álamos es un pueblo tranquilo en el que apenas sucede nada... hasta que una serie de crímenes sacude sus calles y las voces del pasado se convierten en un clamor oscuro que nadie podrá acallar. Porque cuando el rencor desborda el corazón, la sangre es el único precio posible.
A los pies del monasterio de Los Álamos aparece el cuerpo degollado de una mujer. Pocas horas después, la policía encuentra también el cadáver de su marido en la lujosa mansión donde ambos residían. Se trata de los Ayats, un matrimonio de avanzada edad con un pasado aparentemente irreprochable y muy respetados en la comunidad.
La inspectora Irina Pons, al mando del caso, va destapando una red de maldad que ensombrece las vidas de los habitantes del sitio al que había jurado no regresar nunca. La investigación termina conduciéndola hasta las puertas del orfanato Rocanegra, un lugar inhóspito en cuyas paredes resuena aún el eco del dolor.
Y es que, por mucho que algunos se empeñen en enterrar la verdad, hay secretos que gritan para sobrevivir al olvido.
Ha llegado la temporada de bodas a Nantucket, una época en la que los vestidos blancos se ven casi tan a menudo como las puestas de sol, y el enlace que unirá a las familias Otis y Winbury es el evento más esperado: los adinerados padres del novio no han escatimado en gastos para que la boda de su hijo sea lo más lujosa posible.
Sin embargo, hallan el cuerpo sin vida de una mujer en el puerto justo antes de la ceremonia y, de repente, todos los asistentes se convierten en sospechosos. Incluidos los novios.
El jefe de policía, Ed Kapenash, decide interrogar a todo el mundo y, poco a poco, los secretos van saliendo a flote. Y no tarda en quedar claro que toda boda es un campo de minas y que, por mucho que lo parezca, ninguna pareja es perfecta.
«Cuando regresé a Francia, tras una ausencia de diez años, me informé a través de las pocas personas susceptibles de darme noticias de los miembros del grupo. No fueron noticias muy buenas, y me hicieron comprender aún mejor que el tiempo había pasado. Yo, que tan a menudo observaba el envejecimiento ajeno, tuve que acostumbrarme, a mi vez, a la idea de que mi juventud tocaba a su fin.»
En la época en que tenía veinte años, el narrador conoció a varias personas con las que compartió complicidades y confidencias. Visitó con ellas lugares que en algunos casos ya no existen: un restaurante en el que comían hombres solitarios, un bar que regentaba una martiniquesa, ciertas calles de París, una casa en la Costa Azul…
Era aquel un mundo elegante y sofisticado, de sastrerías, partidas de bridge, olor de pinares y noches interminables… Pero en el que, bajo el refulgente esplendor, también había recodos sombríos. Un mundo contenido en el estribillo de una canción titulada «Memory Lane».