Considerada la obra más madura de Lorca, La casa de Bernarda Alba cierra la llamada trilogía de la tragedia -formada también por Bodas de sangre y Yerma-. Su carácter realista y la opresión en el pecho que se siente ante la represión de unas mujeres atrapadas en un frío infierno de luto, celos, silencio y sueños truncados se ha interpretado como un presagio de los oscuros tiempos que se avecinaban y en los que el propio Lorca se convertiría en una víctima prematura.No obstante, la presente edición contrapone este texto tan magnífico como terrible a Los sueños de mi prima Aurelia, una comedia inacabada inspirada en la infancia del poeta y dramaturgo, que nos demuestra que no había abandonado la ironía y el sentido del humor.
Escrita desde una celda con papel higiénico como único soporte, El diablo en la cruz se concibe como una declaración de intenciones en defensa de la lengua y la literatura africana, al mismo tiempo que se manifiesta como una feroz crítica a una sociedad víctima del neocolonialismo donde la explotación, el acoso sexual y la hipocresía están a la orden del día. El resultado es un retrato irónico y desnudo del sufrimiento de un pueblo que nunca ha renunciado a soñar con la libertad y que se atrevió a convertir este libro en un símbolo de esperanza.
Descrita por el propio autor como «una obra policíaca, aunque no lo parezca», Amberes fue redactada veintidós años antes de su primera publicación en 2002, y descubre al Roberto Bolaño más experimental y complejo.A caballo entre la narrativa y la prosa poética, Amberes se compone de 56 fragmentos, 56 balas perdidas cuyo objetivo permanece oculto al lector. Como pequeños fogonazos sin orden ni concierto que solamente insinúan la existencia de una luz más cegadora, los recuerdos y divagaciones que, en voz de distintos personajes -vivos y muertos-, llenan estas páginas, nos hablan de jorobados, drogas, prostitutas, películas, escritores sin palabras, asesinatos, asesinos y asesinados.Bamboleándose entre ficción y realidad, entre cordura y locura, el lector se enfrenta a un caso en un tablero con todas las piezas, pero sin ninguna garantía de que tenga solución.
París no siempre parece la ciudad del amor y menos en un día triste de noviembre cuando se tiene el corazón roto. En este escenario, Aurelie trata de cobijarse en una librería donde hace un hallazgo maravilloso. Cae en sus manos un libro con un título que le atrae al instante, La sonrisa de las mujeres. Al empezar a leerlo, no puede salir de su asombro. Se menciona el nombre del restaurante del que ella es la propietaria, pero es que además se siente profundamente identificada con la protagonista. Se podría decir incluso que son como dos gotas de agua.
Intrigada por la coincidencia, no puede evitar tratar de ponerse en contacto con el autor a traves de su editor, aun cuando conocer al misterioso Robert Miller parece imposible. Sin embargo, las posibilidades no dejarán de multiplicarse en esta comedia romántica llena de magia, con París como telón de fondo, que ha embelesado a millones de lectores de todo el mundo.
En la Barcelona de 1984, el capitán Blay, con su cabeza vendada y sus suspicacias sobre los escapes de gas que están a punto de hacer volar toda la ciudad, se pasea por el barrio sacudido aún por los estertores de la guerra perdida y acompañado por los espectros gimientes de sus hijos muertos. El pequeño Daniel le escolta a través de aquellas calles póstumas, en las que conocerá a los hermanos Chacón, quienes custodian la verja de entrada de la casa en la que convalece Susana, una niña enferma de los pulmones, hija de la señora Anita, bella y ajada taquillera de cine, y de Kim, un revolucionario, huido del país y nimbado por el fulgor mítico de los furtivos.
Pronto llegará a la casa un amigo y compañero de viaje de Kim, Forcat, que narrará a los niños la arriesgada aventura que el padre de la niña emprendió en Shanghai, enfrentado a nazis sanguinarios, pistoleros sin piedad y mujeres fatales que le salen al paso en los más sórdidos cabarets de la ciudad prohibida.
Dueño más que nunca de una extraordinaria fuerza evocadora y de un estilo deslumbrante, Juan Marsé construye aquí lo que es sin duda una de las obras maestras de las narrativas europeas de finales del siglo XX.
Mientras conduce hacia casa una noche, Gabe ve aparecer la cara de una niña en la ventanilla posterior del viejo coche oxidado que tiene delante. Solo pronuncia una palabra: «Papá».
Es su hija de cinco años, Izzy.
Nunca la vuelve a ver.
Tres años después, Gabe pasa sus días y sus noches recorriendo la autopista en busca del automóvil que se llevó a su hija, negándose a perder la esperanza aunque la mayoría de la gente crea que Izzy está muerta.
Fran y su hija, Alice, también han hecho muchos kilómetros por la autopista. No buscan. Huyen. Tratando de mantenerse un paso por delante de quienes quieren hacerles daño.
Porque Fran conoce la verdad. Sabe lo que realmente le pasó a la hija de Gabe. Sabe quién es el responsable. Y sabe lo que les harán si alguna vez las alcanzan...